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Escritor español José Cañas


Enviado por   •  21 de Septiembre de 2011  •  Biografías  •  1.970 Palabras (8 Páginas)  •  798 Visitas

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El Español José Cañas especialista expresión dramática infantil y juvenil nos habla de la importancia que tiene para los niños y niñas el gozo de la experimentación, del placer de la creación. Nos dice que en los niños el acto de creación es una elección esencialmente activa. Con esta elección y desde su perspectiva, explica que el menor pretende cambiar algo, intenta ni más ni menos, experimentar, buscando una y otra vez, compensaciones a ciertas carencias que su situación social, a menudo precaria y frustrante; plantea.

Pero es necesario reconocer nuestra sociedad actual, tan tecnificada y materialista, rechaza mayoritariamente lo creativo, o lo orienta por otros caminos mucho más ambiguos que implican sin duda cierta pasividad. La sociedad creciente de la era cibernética y la idea de la muerte y sus símbolos cambia la corporalidad y la energía se bloquea. La tecnocracia y la infancia.

Hay prisa para todo y ya no queremos que la infancia madure a lo largo de un proceso lento y progresivo, instintivo mejor. Con toda intención se trastocan a menudo, muy a menudo, las fases naturales por esa ansia que tenemos que hacerles alcanzar cuanto antes metas superiores. Los niños soportan tensiones de las que necesitan liberarse y que, almacenadas en pequeños rincones, acaban por convertirse en algo agobiante si antes o después no se pueden desprender de ellas.

El niño admira, escucha, intenta imitar… así hasta que le llega el momento de rechazar. El maestro está ahí presente; anima e incita a los demás a la creación, sin imposiciones. Por el simple calor de sus palabras, por sus convicciones.

Hoy al descomponerse en parte la familia tradicional, el espacio cultural del niño se ha restringido. En esta sociedad que nos reúne, lo más difícil es conceder al niño el derecho a la voz y a la palabra sin que se pierda naturalidad. Sencillamente, para escuchar a los niños hay que ser niño todavía, en grado sumo. Y hablando de la situación de vulnerabilidad de los niños del hogar es de reconocer una dinámica de pérdida que engendra en el niño ciertos comportamientos que revelan el asunto de su expresión enfocado dentro de códigos culturales.

Para hacer posible esto es necesario que el educador, artista tenga en su cabeza el objetivo claro de dejarse permear por la experiencia para generar mejores resultados en su expresión.

Parafraseando a Cañas Torregrosa El niño está ávido, hambriento casi, de presencia. El animador, el maestro, el padre presente hacen posible la expresión. Con respecto a esto la personalidad del animador es fundamental. Convendría que careciera de restricciones, que supiera dejarse llevar, aceptar ser conducido, aun en el caso de no alcanzar el objetivo propuesto; que hiciera esto sin volver a caer en los procedimientos característicos del vigilante. Pero lo más importante es que sepa escuchar.

El educador debe saber navegar sin visibilidad alguna, contar con su intuición tanto como con su experiencia. Confiar, tener confianza en sí mismo para que los demás, esos seres pequeñitos que nos inquietan, que nos reclaman, puedan apoyarse en él.

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Los niños juegan de forma natural y, sobre todo con seguridad. En un primer momento los juegos más simples y elementales suelen consistir en una determinada prueba que, sin ideas preconcebidas, el niño se impone a si mismo o impone a otros sin dejar por ello de complicarse personalmente. Estos juegos pueden practicarse en relación con ciertas reglas que se transmiten de boca en boca gracias a la imitación. Al inicio los juegos representan un esfuerzo de puesta en marcha, sobre todo motriz, en el que no interviene aún la imaginación. Pero ésta aparece pronto en el momento en el que el niño utiliza los objetos y los juguetes que lo rodean para hacer una transposición de la realidad. Entonces este niño es capaz de construir un universo fantástico en el que se reflejan y en el que se expanden sus observaciones acerca del mundo, sus aprensiones, sus angustias, sus temores y también sus esperanzas.

Más complicada y compleja es aún la transformación de todo un mundo de pequeños juguetes, figuras inanimadas, en los personajes (actitudes) activo de un impresionante juego en el que se imitan tanto las cosas más alegres cómo las cosas más sombrías, en donde el niño hace una copia de la vida sobre la base de sus propios sentimientos e impresiones y la completa con una compleja mezcla de rasgos típicos del mundo adulto.

La necesidad de dramatizar estas imágenes de la vida es connatural e inherente al propio juego. Por otra parte el niño obtiene de ellas una doble sensación que conformará su yo personal: el estremecimiento producido por la compleja y difícil organización de la vida y el alivio de haber superado por sí mismos los obstáculos imaginados. Estos juegos de formación permiten al niño establecer el contacto con el medio, extender y ampliar el mundo de las sensaciones. Protegido por ellos, el niño goza, de esta manera, de una atmósfera respirable.

El juego cumple una función de tránsito de un estado de inmadurez emocional a otro de madurez. De no realizarse con plenitud, el niño habrá de sufrir trastornos de comportamiento que pueden mantenerse hasta la edad adulta.

El juego viene a ser en sus primeras manifestaciones como una forma sencilla y rudimentaria de expresión, cerrado y sin espectadores. Es lógico que, en cierto momento, desemboque en una forma de expresión más completa. El hecho de expresarse supondrá entonces para el niño entonces no solo llegar al ser una persona comprometida con el proceso mismo de creación, sino también receptiva, capaz de escuchar.

La expresión se apoya necesariamente en un intermediario, un significante, ya sea corporal, vocal, gráfico, o cualquier otro que surja de la combinación de dos o tres de los citados elementos. El niño, que se encuentra encerrado de entrada en su mundo personal, intenta poco a poco confrontarlo con el de los adultos. Para él la expresión es el mejor medio de conseguir la aceptación de los demás y, sobre todo de afirmarse a sí mismos. La expresión proporcionará seguridad al niño y con

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