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Los Fenicios


Enviado por   •  28 de Septiembre de 2014  •  3.971 Palabras (16 Páginas)  •  243 Visitas

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Los Fenicios:

Durante mucho tiempo fueron un pueblo muy desconocido. Citados únicamente por Homero en La Odisea y en La Ilíada, por Plinio y por algunos pasajes de la Biblia. En el actual Líbano y la costa de Siria, una serie de tribus que hablaban lenguas semíticas se establecieron en pequeñas aldeas de pescadores en la costa. Los asentamientos fueron creciendo hasta convertirse en ciudades como Ugarit, Biblos y Sidón. La geografía resultaba demasiado accidentada para comunicarse fácilmente por tierra entre ellas. Cada una de ellas fue constituyéndose en un estado autónomo centrados en la buena marcha de los negocios. Un monarca al frente de cada ciudad defendía sus intereses frente a otros estados y potencias de la época (Egipto, Babilonia y Asiria). Los hábiles pactos con los vecinos, especialmente filisteos y judíos, resultaron efectivos. Cuando las circunstancias lo requerían rendían vasallaje y pagaban tributos a las grandes potencias. La tolerancia a los extranjeros, autorizados a asentarse en la ciudad y montar sus propios negocios, resultó conveniente. Por su mediación se evitaron presiones excesivas de las grandes potencias.

Establecidos en el país de Canaán hacia el s.XXVIII a. J.C. Su verdadero origen se ignora (¿Arabia, país de Amurru, país de Edom y de Moab?), se mezclaron con los autóctonos (habitantes paleolíticos y neolíticos, de los que existen vestigios en Ra's-Samra) y se establecieron en la costa del monte Carmelo hasta Ugarit. Fundaron numeroso puertos (Arados, Smyrna, Trípoli, Yubayl-Biblos, Beritos, Sidón, Tiro y 'Akka), para los que escogían cabos o islas próximas a la costa, que los protegían de los vientos (S-N) y les servían de refugio en caso de invasión (Tiro y Arados); se orientaron deliberadamente hacia el mar, que, por medio de la navegación de cabotaje, les permitía establecer relaciones más fácilmente que la tierra. Desde el III milenio entraron en contacto con Egipto, país al que suministraban madera (cedro, abeto) para sus barcos, aromas, aceites y resina, y por el que estuvieron muy influidos. Sobre todo Biblos y Sidón desde el s.XVIII, mantenían relaciones con los egeos, dueños del mar (cretenses y posteriormente micenios), que frecuentaban sus puertos. De este modo, cuando la invasión de los pueblos del mar (c.1200) los liberó de la tutela egipcia, pudieron reemplazar el poder egeomicénico, arruinado por los dorios. A partir de entonces conservaron su independencia bajo la tutela de Tiro, alcanzaron una era de gran prosperidad. Su área de influencia se extendió progresivamente; por una parte, desempeñaron el papel de agentes e intermediarios entre occidente y oriente (controlando, por tierra, los puntos a donde iban a parar las caravanas del desierto [Hama, Damasco y Thapsaco] y en donde adquirían las mercancías orientales), y, por otra, fundando, alrededor del Mediterráneo, numerosas factorías y colonias comerciales. En el s.X se instalaron en Chipre y, en las costas de Asia Menor (Panfilia y Licia), donde chocaron con los griegos, que los desbancaron de Rodas, de las Espóradas y de las Doradas, donde habían permanecido durante algún tiempo. Buscaron entonces nuevos mercados en el Mediterráneo occidental: prudentemente, dejaron Tirrenia a los etruscos y a los griegos, y establecieron en Sicilia occidental, en las islas de Malta, Gozo y Pantelleria, bases propicias para el comercio con Africa (s.IX); a través de Cerdeña e Ibiza habían llegado, en la Península ibérica, al país de Tarsis (Gades, s.XI), donde sus barcos recogían estaño y la plata procedentes de la península o de las islas Casitérides. A su regreso, aprovechando las corrientes de las costas africanas y por mediación de sus antiguas colonias de Hippo Diarrhytus y Utica (1100), llegaban a Cartago (814-813) y al golfo de la pequeña Sirte (Hadrumeta y Leptis). Al compás del desarrollo de los mercados comerciales, los artesanos prosperaban en las ciudades (monopolio de las lanas teñidas con la púrpura del murex recolectado en las costas de Africa, Creta y Egeo; cerámicas y objetos de lujo), abasteciendo a los barcos con telas, bordados, cueros, púrpura, perfumes, etc.

El alfabeto:

Entraron en contacto con todos los países que habían adoptado la escritura y muchas de sus transacciones que debían ser anotadas eran de tan escasa relevancia que no podían permitirse los servicios de un escriba conocedor de los múltiples signos ideográficos. Se dieron cuenta que en todos los lugares, en todos los idiomas, se repetían una serie de sonidos que podían convertirse en signos identificables. Así redujeron los sonidos de todas las lenguas a sólo treinta signos, el alfabeto. La invención del alfabeto (textos de Ra's-Samra, s.XIV) y su adaptación a las necesidades económicas (textos de Biblos) facilitaron en todas partes las operaciones comerciales, que, por reacción, propagaron esta forma de escritura.

Nave griega Tiro llevó la iniciativa en esta actividad, siempre estrictamente comercial, y adquirió así la hegemonía sobre las demás ciudades fenicias. Con el auge del poder de los asirios, que buscaban una salida al mar , se vieron amenazados por el NE. En el 520 se produce la secesión de Cartago, que ocupó su lugar en occidente. Una confederación fenicia bajo la hegemonía de Sidón se alió primero con los persas, que utilizaron su marina para lanzarla contra los griegos en Chipre (498) y durante las guerras médicas (puente de barcos sobre el Helesponto); batalla de Salamina, 480). Persia hacia 540 había llevado a cabo la conquista de las ciudades griegas del Asia Menor, trataba de ampliar sus fronteras hasta el Danubio y amenazaba a Grecia cortándole sus indispensables comunicaciones con las regiones cerealistas del Ponto Euxino; las guerras desencadenadas por la revuelta de Jonia (499) e ilustradas por las victorias griegas de Maratón (490), Salamina (480) y Platea (479) demostraron el valor del hoplita y la superioridad del marino griegos. Se constituyó la Confederación de Delos (478 ó 477) y los aliados mandados por Cimón consiguieron tras la victoria del Eurimedonte (468) la liberación del Egeo que consagró definitivamente la paz de Calias (449). La actividad de los mercaderes fenicios tropieza desde entonces, en todas partes, con la competencia de la marina y de los productos griegos.

El rey era también el principal comprador y vendedor del Estado. Su poder se asentaba de forma importante en la religión (presidía grandes ceremonias y levantaba templos). Su religión fue siempre primitiva y cruel. Un funcionario civil con el título de gobernador incluso limitaba el poder real. El comandante de campo era un puesto militar de gran importancia. Como el comercio constituía el eje de toda la sociedad, representantes de

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