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MUJERES QUE HAN HECHO HISTORIA EN COLOMBIA


Enviado por   •  24 de Septiembre de 2012  •  1.999 Palabras (8 Páginas)  •  1.263 Visitas

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LAS MUJERES EN LA INDEPENDENCIA DE COLOMBIA

En recuerdo de Aída Martínez, amiga

Por Pablo Rodríguez Jiménez

Doctor en historia, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Profesor de la Universidad Nacional de Colombia y de la Universidad Externado de Colombia.

La independencia fue un proceso que terminó arrastrando consigo a toda la sociedad. Dividida en bandos, las mayorías terminaron apoyando a los patriotas. Si en sus inicios la independencia estuvo conformada principalmente por hechos políticos llenos de simbolismo y, en todo caso, sin mayor violencia, en su desarrollo estalló una guerra que se prolongaría por muchos años. Decidida por la guerra y la confrontación militar, la independencia entronizó al estamento militar. El grupo exaltado por la literatura histórica de los siglos XIX y XX fue el de los victoriosos próceres y héroes. Pero en dicho panteón se hacía muy poco reconocimiento a grupos como el de las mujeres. La presencia de las mujeres no sólo fue numerosa y notable en las distintas fases de la independencia, sino que se dio a través de muy diversas maneras. Conformaron la multitud que en las jornadas del 20 de julio reclamó la creación de la junta, apoyaron a uno u otro bando en la llamada “patria boba” y bajo el régimen del terror instaurado por Pablo Morillo se sumaron decididamente a la causa patriota. Pero conviene tener presente que a finales del siglo XVIII en Santafé un grupo de mujeres participaba del movimiento ilustrado. Francisca Prieto Ricaurte, esposa de Camilo Torres, Catalina Tejada y Andrea Ricaurte de Lozano auspiciaron tertulias y reuniones literarias que fueron simiente de los nuevos ideales. Las tertulias literarias eran reuniones a las que se asistía con invitación, se disfrutaba un chocolate y se comentaban obras de diverso género. Pero parte importante de las tertulias era comentar las noticias sobre los acontecimientos europeos, de Hispanoamérica y, por supuesto, de la política local. Todos los indicios sugieren que el movimiento del 20 de julio fue concertado y los distintos grupos que actuaron estaban informados. Lo mismo debió ocurrir con muchas mujeres. De hecho, los cronistas han comentado el elevado número de mujeres que participaron en los ataques a las casas de los oidores y que después se concentraron en la plaza. Mujeres del pueblo, especialmente vendedoras de la plaza. Aunque con seguridad, allí estaban entre ellas Melchora Nieto y Francisca Guerra, propietaria de un almacén la primera y de una tienda la segunda. En aquellos días la ciudad se paralizó y de los pueblos vecinos arribaron delegaciones a sumarse a la protesta. De los dramáticos momentos que se vivieron el día 22, cuando se rumoró un despliegue militar contra el cabildo, quedaron testimonios de la valerosa participación femenina. En un hecho registrado por distintos medios, una madre habría dicho a su hijo: “Ve tú a morir con los hombres mientras que nosotras (hablando con las demás mujeres) avanzamos a la Artillería y recibimos la primera descarga, y entonces vosotros los hombre pasaréis por encima de nuestros cadáveres, cogeréis la artillería y salvaréis la patria”. En otro caso, una mujer que era mandada a abrir paso por un patriota con espada en mano, dijo ofuscada: “¿La piedra que yo lance no hará tanto efecto como sus golpes?” Y se mantuvo firme en el puesto. Tiempo después, los redactores del Diario Político de Santafé se preguntarían el nombre de aquellas valerosas heroínas. Pues según dijeron: “Bien merecían pasar a la historia”. Fue también en estas jornadas que la maestra Bárbara Forero dio un encendido discurso a un grupo de mujeres en la plaza. Pero en aquella gesta también fue decisiva la participación de un grupo de señoras de sociedad. Entre ellas sobresalieron Petronila Nava, Josefa Baraya, Petronila Lozano, Gabriela Barriga, Carmen Rodríguez, Eusebia Caicedo, Josefa Santamaría, María Acuña, Josefa Lizarralde y Juana Robledo. Un episodio que nos permite observar la diversa participación femenina en este proceso fue el que ocurrió el 13 de agosto de 1810. Ese día un grupo de mujeres, que tal vez alcanzaba a 600, arremetió contra el convento de La Enseñanza , donde se encontraba la virreina. Tras sacarla de allí, la condujeron a la cárcel del Divorcio, mientras le gritaban improperios, le rasgaban el vestido y lanzaban escupitajos. Este hecho llenó de indignación a las autoridades y a la gente de la alta sociedad, que veían con escándalo cómo se había sometido a los virreyes a un trato tan bajo y se los había recluido en cárceles. A la mañana siguiente la nobleza local, la jerarquía eclesiástica y distintas damas rescataron a la virreina de la cárcel y la llevaron de nuevo al Palacio. Se dice que entre éstas estuvieron Francisca Prieto de Torres, Magdalena Ortega de Nariño, Rafaela Isasi de Lozano, Mariana Mendoza de Sanz de Santamaría y la marquesa de San Jorge1. Este comportamiento fue censurado por los líderes del movimiento emancipador como propio de la plebe. Pero, ¿por qué las mujeres del pueblo odiaban tanto a la virreina? De ella se ha dicho que dominaba a su marido, que tenía una afición irrefrenable por el dinero y que controlaba las tiendas y la venta de víveres. Razones suficientes para que la virreina doña Francisca Villanova despertara tanta animosidad entre las mujeres que vivían de sus ventas en la plaza o que tenían pequeñas tiendas en la ciudad.

Tras el 20 de julio la sociedad neogranadina se colmó de fervor y en todas partes se pronunciaba la palabra libertad con alegría. Los enfrentamientos civiles en que se enfrascaron los notables de la república contaron con la asistencia femenina. Aunque en ocasiones fue más simbólica, como cuando Mercedes Nariño vestida de militar disparaba los primeros cañonazos de las batallas que dirigía su padre. Sin embargo, fue con la reconquista que el compromiso y la participación de las mujeres se desplegaron en toda su dimensión. Como dijo Aída Martínez, “con la reconquista de 1816 la mujer colombiana alcanzó su mayoría de edad”2. Bien por conciencia, por rabia, por venganza o por lealtad familiar, las mujeres colombianas se incorporaron a la lucha por la emancipación. Las hubo que contravinieron la prohibición de aceptar mujeres en las filas de los ejércitos. Ocultas en un uniforme de soldado marcharon al frente de batalla. En la propia batalla de Boyacá hubo mujeres que tomaron el fusil. Evangelista Tamayo fue una de ellas. Nacida en Tunja, luchó en Boyacá bajo el mando de Bolívar, alcanzó el rango de capitán y murió en Coro en 1821.

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