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Mini-biografía Sobre La Vida De Simón Bolívar


Enviado por   •  9 de Marzo de 2014  •  2.290 Palabras (10 Páginas)  •  344 Visitas

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Erase una vez un día nublado como cualquier otro; un 24 de julio de 1783 cuando de repente un dolor anuncio la llegada del hijo de la familia Bolívar, quien diría que más adelante este bebe seria un héroe; bueno allí era solo un pequeño niño que lleno de orgullo a sus padres: Doña Concepción Palacios y Blanco y el Coronel Juan Vicente Bolívar y Ponte. Caracas se ilumino con su llegada, toda la ciudad fue a la mansión de los Bolívar a felicitar al Coronel y a su mujer.

Pasaron varios días y los padres del pequeño Simón decidieron bautizarlo pronto, exactamente el 30 de julio, en la Catedral de Caracas, con los nombres de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad de la Concepción, por el doctor Juan Félix Jerez de Aristeguieta, su primo hermano quien, de acuerdo con él padre del niño, le puso el nombre de Simón.

Día tras día fue transcurriendo el tiempo y Simoncito creció como todos los niños de su rango social; mecido en los brazos de una esclava llamada Hipólita.

Su nana, a quien amaba como a una segunda madre, acompañando a sus padres en sus labores religiosos, jugando con otros niños de su edad en el de su casa natal y recibiendo las enseñanzas de sus primeros maestros. La familia Bolívar poseía una hacienda en la pequeña población de San Mateo; donde los cuatro hermanos solían viajar de vez en cuando ya que les gustaba ver como cantaban en los terneros o fiestas patronales. El fue un niño común y corriente, que jugaba con los de su edad los juegos infantiles: el palito mantequillero, el gárgaro malojo, la gallinita ciega, el escondite; y escuchaba las leyendas del Tirano Aguirre, los cuentos de Tío Tigre y Tío Conejo, entre otros, de labios de su mamá o de la negra Matea.

Dos años y medio tenía Bolívar cuando su padre murió de tuberculosis el 19 de Enero de 1786, a la edad de 60 años y así doña Concepción quedó como cabeza de familia, velando eficientemente por los intereses de la familia.

Sin embargo, las responsabilidades hicieron que su salud, también enferma de tuberculosis, decayera cada vez más.

Simón era el menor de cuatro hermanos, María Antonia, Juana y Juan Vicente; pero él se diferenció de todas las clases, desde pequeño amó a todos sus semejantes, escuchaba, reía, compartía, era amigable, siendo desde niño polifacético. Desde gustarle una buena música hasta compartir la vida con los esclavos de su padre.

Nunca sintió diferencia, era un niño que corría y sin duda cuantas travesuras hacia. El se dio cuenta la diferencia entre las casas de los mantuanos con la de las clases más desprotegidas.

Con sus hermanitos gozaba de la libertad de correr por los grandes corredores de su casa y disfrutaba de los regalos extravagantes de su tío Esteban; hermano de su madre y próximo padrino de confirmación.

El pequeño Bolívar era un niño inquietante, fascinante, impetuoso, travieso, no le gustaba que fuera duros con él y hasta cierto momento era respondón. Tomaba decisiones, solía correr con sus hermanos y amiguitos siempre dirigiéndolos en los juegos que inventaba, le encantaba la naturaleza, teniendo para su cuidado a la negra Matea que tenía un arduo trabajo al seguir al travieso niño tratando de que se aquietara.

El chiquillo sentía un gran amor por otra negra llamada Hipólita que era la que se había encargado de amamantarlo y de vigilar sus primeros movimientos debido a la penosa enfermedad que ya en esa época se le manifestaba a su madre.

Concepción murió el 6 de julio de 1792, cuando Simón tenía nueve años, pero tomando la precaución de hacer un testamento en el que dispuso quién debería hacerse cargo de sus hijos.

Los hermanos Bolívar pasaron entonces a la custodia de su abuelo, don Feliciano Palacios, que cuando asumió el papel de tutor se sentía tan enfermo que empezó a preparar también su testamento para designar un sustituto como tutor de sus nietos y decidió pedir opinión a éstos para respetar su voluntad.

Simón fue confiado a su tío don Esteban Palacios y Blanco, pero como éste se encontraba en España permaneció bajó la custodia de don Carlos Palacios y Blanco, otro de sus tíos, que por lo visto era un hombre con el que no se llevaba bien y que era tosco, de carácter duro, mentalidad estrecha, que se ausentaba frecuentemente de Caracas para atender sus propiedades y que por lo tanto solía dejar a su sobrino atendido por la servidumbre y asistiendo por su cuenta a la Escuela Pública de Caracas.

Con las negras Hipólita y Matea compartió sus tristezas, sus alegrías, aprendió lo que era la vida de los esclavos comprendiendo el sufrimiento de los demás. Pensándolo en silencio y al pasar los años lo compartiría con otro negro que no era esclavo, sino Presidente de una nación soberana como fue el presidente Petión, que lo ayudaría para dar la libertad de Venezuela.

Nuestro pequeño amigo Bolívar sabía de donde provenía, conocía la importancia de su familia pero el siempre fue sencillo y sensible siendo tan observador que le llamaba la atención en su casa el mundo de servidumbre y esclavos pero siempre había un gesto de cariño para con ellos, corría en su sangre la bondad y la necesidad que todos estuvieran bien, desde su negra Matea hasta sus tíos los Palacios.

El era tan diferente a la sociedad de los criollos que demostraban su gran soberbia, el niño trasmitía la sencillez y hasta a veces le inquieto el comportamiento de sus iguales al ver el desprecio con que miraban a los que no eran de su clase.

Simón empieza a leer y a escribir y hacia muchas preguntas cuando algo le llamaba la atención.

Le gusta el olor al campo a las flores, desarrolla toda su sensibilidad y se queda en silencio en los miles de pensamientos que le podían pasar por esa cabecita.

Adora los caballos y se dice que pasaba el tiempo con muchos muchachos que no eran de su clase, se cree que eso desarrollo en el pequeño las ganas de luchar por los pobres.

El pequeño Simoncito era un niño menudo de no muy alta estatura, pero lo que le faltaba de cuerpo lo compensaba con su gran energía y su espíritu.

Su pelo negro, de nariz perfilada, de ojos azabaches penetrantes, sus manitas pequeñas que acariciaban a su madre y a las negras Matea e Hipólita.

Nunca pensaría que serían las recias que conducirían en un futuro a parte de la América a la libertad.

El desempeño escolar de Bolívar no fue muy brillante como alumno de la Escuela Pública, institución administrada por el Cabildo de Caracas que funcionaba de forma deficiente debido a la carencia de recursos y organización.

En aquel entonces, Simón Rodríguez era maestro de Bolívar

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