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NACION Y NACIONALISMO EN MEXICO


Enviado por   •  1 de Febrero de 2012  •  1.422 Palabras (6 Páginas)  •  914 Visitas

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NACION Y NACIONALISMO EN MEXICO

Arnaldo Córdova

La nación mexicana, como unidad racial y cultural, aparece, a primera vista, como imposible de definir. A muchas otras naciones, pese a contar con minorías que hacen una excepción importante a su concepto, como la francesa, la inglesa, la italiana o la alemana, no parece difícil definirlas como entidades ciertas y seguras. Por raza, por historia, por cultura, por religión, por lengua, se las puede sintetizar en conceptos claros y casi inobjetables. Sus orígenes se pierden en la historia; sus caracteres son perfectamente identificables desde cualquier punto de vista; han hecho de la naturaleza circundante, su territorio, algo que les es propio y que les da su sello. Su nacionalismo es también nítidamente reconocible: él habla, justamente, de su raza, de su historia, de su cultura, de su religión, de su lengua y, como suelen apreciar los ingleses, hasta de su humor. Con México sucede algo diferente.

Por supuesto que nosotros también tenemos una historia y una cultura, y muy ricas, por cierto. Pero ellas no nos hablan de una nación, sino, más bien, del intento de hacer una nación.

Es cuando Molina Enríquez toma muy en serio el concepto de nación; Molina supone que la nación mexicana lo son todos los mexicanos; pero nunca lo dice. Como buen positivista, hace un análisis racial de nuestra formación histórica nacional y sus conclusiones son impecables: no dice que todavía no llegamos a ser una nación porque sólo unos cuantos son ricos y cultos; dice que no somos una nación completa, sino en formación, porque somos desde el principio una nación expropiada y eso se refleja en nuestra historia racial. Los fundadores de nuestra nacionalidad verdadera fueron los pueblos indígenas, expropiados violentamente por obra de la Conquista, y los conquistadores, los expropiadores; pero no somos ni los unos ni los otros. Nuestra verdadera nacionalidad, en perenne formación, son los mestizos, la verdadera obra de los conquistadores y de los pueblos indios sometidos. El verdadero signo de nuestra nacionalidad, que personifican los mestizos, es el de nacer como una nacionalidad expropiada. Los propietarios son los conquistadores, que mezclaron su sangre con los indígenas, pero que jamás pudieron sustituirse a ellos. Lo nuestro sería lo indio, si todos fuéramos indios; pero no lo somos. Lo nuestro es lo mes-tizo. Los indígenas fueron despojados por la violencia de la conquista; nosotros, los mestizos, por el nacimiento espurio, irreconocible para los vencedores.

Molina era un profundo conocedor de nuestra historia y sacaba de ella conclusiones terriblemente pragmáticas. Era también un agudo conocedor de la historia del derecho de propiedad en México. Para él el hecho central de la Conquista había sido la expropiación de los pueblos indígenas, con lo cual se les había destruido como naciones. El nuevo propietario no fue una nueva nación, sino esa potencia extraña en nombre de la cual los conquistadores habían hecho su obra destructora: la Corona de España. Las antiguas naciones dejaron de existir y se fueron extinguiendo, principalmente por el hecho de haber sido expropiadas; la nueva nación nació expropiada, sin derechos, sin propiedad. Por eso es una nación en formación, inacabada, en proceso de constitución.

La Guerra de Independencia rompió el pacto colonial y abolió el derecho de propiedad de la Corona española, pero no dio el derecho de propiedad de que era titular a la nueva nación. Ese derecho se lo apropiaron los hijos de España en México, los criollos y, aunque con ellos se fueron mezclando otros elementos raciales, sobre todo mestizos, los criollos siguieron usurpando ese derecho que, en teoría, pertenecía al conjunto de los mexicanos. Toda nuestra evolución histórica está ligada a las vicisitudes de ese derecho fundamental de propiedad.

Los porfiristas decían que ellos no eran racistas, pues tenían un presidente mestizo y México había conocido en Juárez nada menos que a un presidente indígena. Para Molina no se trata de individuos, sino de los grupos sociales que integran la sociedad. Y la sociedad de su tiempo le decía que había un pequeño grupo de expropiadores y toda una nación que había sido expropiada.

El punto de vista racial y cultural la nación mexicana es indefinible. Desde ese punto de vista hay sólo una expectativa, un proceso que jamás terminará mientras existan tres elementos

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