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Origen Y Alcance De La Familia Como Institución


Enviado por   •  17 de Marzo de 2015  •  2.143 Palabras (9 Páginas)  •  281 Visitas

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Desde sus origines la familia ha sido base de la sociedad, pero desde esa época se ha tenido un concepto machista de esa institución teniendo al hombre como el sujeto que posee la autoridad y a la mujer como un ser inferior, dominado y esclavizado. Esta estructura con el paso de las décadas fue decayendo, esto es lo que en esencia se ve como la ruptura de la familia, la mujer empezó a tomar importancia e independencia, y la estructura básica de la familia empieza a tener su gran crisis en la cual se ve invertida la imagen del hombre, debido a la falta de valores dentro del núcleo familiar. En épocas más recientes se ve la falta de interés por el matrimonio, se establecen relaciones pero no con ánimo de conyugues, ruptura que se da por los alcances que logra tener la familia moderna en la cual el tiempo con el otro no vale nada, es leve, insustancial. Únicamente vale el tiempo que es dinero, ¡y el dinero se hace explotando y envileciendo al otro! La vida se mide por y a través de la prostituta universal: el dinero.

Origen y Alcance de la familia cómo institución

La familia supone una alianza (el matrimonio) y una filiación (los hijos), lo cual significa que “una familia no puede existir sin sociedad”.

La aparición de la familia monogámica, más tarde, responderá a la necesidad de “asegurar la fidelidad de la mujer, y, por consiguiente, la paternidad de los hijos aquélla es entregada sin reservas al poder del hombre”. Si éste la mata, “no hace más que ejercer su derecho”.

Es el momento en que es derrocado el derecho materno, “la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo. El hombre empuñó también las riendas en la casa; la mujer fue degradada, subyugada, convertida en esclava de los apetitos del hombre, en un simple instrumento para la crianza de los hijos”. Esta posición inferior de las mujeres se habrá de manifestar sobre todo “entre los griegos de los tiempos heroicos, y más aún en los de los tiempos clásicos”.

Aristóteles consideraba la familia como una comunidad que servía de base a la ciudad (polis). Organizada en una estructura jerárquica, centrada en el principio de la dominación patriarcal, la constituían tres tipos de relaciones calificadas de elementales:

• El vínculo entre el amo y el esclavo

• La asociación entre el esposo y la esposa

• El lazo entre el padre y los hijos.

En su origen, la palabra latina familia ni siquiera se aplicaba a la pareja conyugal y a sus hijos, sino tan sólo a los esclavos. “Familia” es el conjunto de los esclavos pertenecientes a un mismo hombre. “Esta expresión la inventaron los romanos para designar un nuevo organismo social, cuyo jefe tenía bajo su poder a la mujer, a los hijos y a cierto número de esclavos, con la patria potestad romana y el derecho de vida y muerte sobre todos ellos”.

Tan incontrastable era el nivel de autoridad del pater familiae, que en el derecho romano es él quien se auto designa como padre de un hijo por adopción. De lo que resulta que la paternidad natural no tiene significación en el derecho romano: “El niño que no es reconocido como su hijo por un hombre, aun cuando haya nacido de su esposa legítima y de sus actos, carece de padre”.

Vemos entonces que la propiedad privada juega un papel decisivo en la historia de la familia. La alianza y la filiación se subordinarán, legalizándose sólo aquello que coincide con los mismos a los efectos de la transmisión del patrimonio.

Así llegaremos al siglo XIX, en el cual en los países donde “la ley asegura a los hijos la herencia de una parte de la fortuna paterna, y donde, por consiguiente, no pueden ser desheredados -en Alemania, en los países que siguen el derecho francés, etc.-, los hijos necesitan el consentimiento de los padres para contraer matrimonio. En los países donde se practica el derecho inglés, donde el consentimiento paterno no es una condición legal del matrimonio, los padres gozan también de absoluta libertad de testar, y pueden desheredar a su antojo a los hijos”.

El desarrollo previo del capitalismo mercantil, las nuevas ciudades y, finalmente, la Revolución Industrial, habían traído sin embargo aparejadas grandes transformaciones en la organización familiar.

La crisis de la organización familiar

La última etapa en la historia de la familia correspondería al de la “imagen invertida del padre”, con “un yo descentrado, autobiográfico, individualizado, cuya gran fractura intentará asumir el psicoanálisis a lo largo de todo el siglo XX”, puesto que la “familia autoritaria de otrora y la familia triunfal o melancólica de no hace mucho fueron sucedidas por la familia mutilada de nuestros días”. “Es evidente […] que el principio mismo de la autoridad -y del logos separador- sobre el cual siempre se fundó la familia está hoy en crisis en el seno de la sociedad”. Y Roudinesco da cifras: el divorcio “sigue avanzando y un porcentaje cada vez más grande de la población nace en familias recompuestas”; en ciudades como París “hay más hogares individuales que familiares”; de 29,6 millones de personas que viven en pareja en Francia, 4,8 millones no están casadas; las familias monoparentales representan el 16% de los hogares con hijos. Estamos, en síntesis, en presencia de un retroceso fenomenal de la conyugalidad tal como ésta se verificó hasta hace tres décadas; de la sociedad matrimonial en la que históricamente la mujer se subordinó al patrimonio y la capacidad económica del hombre para ordenar las relaciones al interior de la familia

La familia tanática

La familia burguesa (e incluso la pequeñoburguesa) ya no festeja tan sólo los bautismos, las comuniones, los cumpleaños de quince o los casamientos (familia y tradición), sino también los divorcios, es decir, el fracaso de la pareja, la confesada incapacidad de construir un proyecto de vida en común.

Entendemos que Roudinesco yerra el rumbo cuando plantea que “a los pesimistas que suponen que la civilización corre el riesgo de ser devorada por clones, bárbaros bisexuales o delincuentes de los suburbios, concebidos por padres extraviados y madres vagabundas, haremos notar que esos desórdenes no son nuevos -aunque se manifiesten de manera inédita- y, sobre todo, que no impiden la reivindicación actual de la familia como el único valor seguro al cual nadie puede ni quiere renunciar”.

En primer lugar, cuando

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