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PROBLEMAS DE MÉXICO DESPUÉS DE LA INDEPENDENCIA


Enviado por   •  5 de Diciembre de 2013  •  4.897 Palabras (20 Páginas)  •  1.480 Visitas

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DEUDA EXTERNA

El 3 de agosto de 1821, Juan O´Donojú, Jefe Político de la Nueva España firmó con Agustín de Iturbide el Tratado de Córdoba mediante el cual España reconocía la independencia de México. Posteriormente, Iturbide se proclama primer emperador de México siendo una de las primeras acciones de su gobierno la de reducir los impuestos a pesar de saber que estos constituían la principal fuente de ingresos. Por otro lado, los gastos públicos habían aumentado debido a la guerra, por lo que tres meses después de la firma de independencia el déficit público alcanzó la cifra de 300 mil pesos. Un año después su administración se hallaba en la desesperación porque gastaba más dinero del que captaba.

Al subir al poder Iturbide se encontró con un erario exhausto sin embargo en vez de seguir una hábil política hacendaria tendiente a la reconstrucción económica del país devastado por la guerra de independencia y una organización fiscal que supusiera una buena administración en todos los órdenes, estableció un gobierno dispendioso que, lógicamente, debía conducir al nacimiento y expansión de la deuda pública exterior.”

Aunado a ello, el gobierno de España presionó para que se le pagara, según argumentaba, por lo que se le debía al erario español como resultado de los adeudos contraídos por el gobierno Virreinal. La presión tuvo efecto pues Iturbide reconoció la deuda con España a cambio del reconocimiento externo a su gobierno. A su salida del poder el panorama económico del país era sombrío, desastroso, el erario se hallaba vacío y sin ingresos para atender los gastos públicos substanciales. Los mexicanos del siglo XIX lucharon por su libertad, por su independencia, por su reconocimiento y cuando lo lograron tuvieron que pagar el precio y éste fue reconocer la deuda con España, y al hacerlo se perdía no sólo la libertad económica sino la cultural y política. México alcanzó su independencia más no su libertad.

El 2 de julio de 1823, el Secretario de Hacienda, Arrillaga, presentó un informe sobre la situación de las finanzas públicas. En dicho documento se ponía de manifiesto la situación caótica del erario público y la necesidad de obtener recursos. Asimismo, se presentaban tres opciones para tratar de conseguir recursos para el país. El primero se dirigía hacía una deuda interna; el segundo se inclinaba por establecer un sistema de contribuciones, lo que implicaba elevar los impuestos; la tercera opción era solicitar un empréstito externo, idea que finalmente se aprobó. Para ejecutarla se decidió solicitar un préstamo a Inglaterra por ser éste país el primer prestamista del mundo. Por ello, el primero de mayo de 1823, se autorizó por decreto del poder ejecutivo, celebrar un empréstito por 8 millones de pesos con la Casa Goldschmidt y Cía. de Londres. Pero el poder ejecutivo hizo ascender el monto de la emisión a 16 millones en virtud de que la casa prestamista compró la totalidad de los títulos al 50 %, lo que produjo de inmediato a ésta una ganancia de 8 millones y una pérdida igual para el emisor de los títulos. De esos 8 millones que se iban a prestar, sólo se recibieron 5.7 millones de pesos. La diferencia entre estas cifras (2.3 millones de pesos) radica en los pagos por adelantado durante 6 meses, de intereses y amortizaciones. Desde entonces quedaría demostrado, con patetismo repetitivo, que la deuda pública externa, ya ventajosa, ya nociva en los términos de su circunstancial contratación es siempre ruinosa para México (P. Marcos, 1985: 141). Después de este contrato se hizo otro pero ahora con la Casa Barclay Herring Richardson y Cía. por una cantidad igual que la anterior (16 millones de pesos). En esta ocasión, la emisión fue vendida en el mercado de Londres a 85.75% de su valor nominal, produciendo la cantidad de 13.8 millones, lo que ocasionó una pérdida inmediata para el país de 2.2 millones. De esos 13.8 millones, una parte se destinó a comisiones y gastos, otra parte se entregó al gobierno de México en armamentos, rifles y “buques de tercera” así como vestuario que no fueron sino desechos del ejército inglés y la marina, de la peor calidad y a precios muy elevados. De esta manera, el país recibió por éste segundo préstamo en dinero y en especie la suma de 6.1 millones de pesos. Fue así como a los pocos años de lograda la independencia de España, Gran Bretaña logró ejercer una influencia determinante sobre México a través del comercio, las inversiones directas y los empréstitos. En ocasiones también utilizó la presión diplomática y hasta la amenaza de intervención armada. Rota la dependencia directa respecto de España, México comenzó a gravitar económicamente dentro de la órbita de Inglaterra, el país capitalista más poderoso de la época En 1824, Guadalupe Victoria, primer presidente de México, expidió un decreto en el que reconoce los adeudos contraídos por el gobierno virreinal hasta septiembre de 1810, los créditos obtenidos por los jefes insurgentes desde la proclamación del Plan de Iguala hasta la entrada del ejército trigarante en septiembre de 1821, y finalmente, los créditos concertados por los gobiernos que se sucedieron en el poder desde esta última fecha hasta junio de 1824. Tal decreto fue un factor que contribuyó al endeudamiento.

Un dato importante a destacar en la historia de la deuda se refiere a que el primero de octubre de 1827, por vez primera, México suspende el pago de intereses de la deuda externa y se mantiene así por cuatro años consecutivos. En 1831 se reanudan algunos pagos, pero más tarde en ese mismo año se estableció la moratoria la cual se prolongo hasta 1851. Las cifras con respecto al monto de la deuda externa en la primera mitad del siglo XIX son: en 1831 se hallaba en 34 millones de pesos; en 1837 subió a 46 millones y para 1846 era de 51.2 millones de pesos. De esta manera, el primer medio siglo de vida independiente de México constituye uno de los más aciagos y difíciles periodos por los que ha atravesado este país. Además de los problemas financieros, existía en el interior del país una inestabilidad política originada por los diversos grupos que querían imponer su proyecto de gobierno. Por otro lado, desde el exterior, estaba presente la ambición de las naciones más poderosas de la época, Inglaterra, Francia, España y, en pleno ascenso, Estados Unidos quienes finalmente intervinieron en México. Dicha ambición se materializó en 1836 con la pérdida del Estado de Texas. Dos años más tarde, en 1838, Francia dio el primer intento de intervención al bloquear los puertos de México durante casi un año, situación que terminó en 1839 con un tratado en el que México debería pagar 600 mil nuevos pesos a los reclamantes, A éste conflicto se le conoce como la guerra de los pasteles por ser

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