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Perdida De La Primera Republica


Enviado por   •  9 de Mayo de 2013  •  6.656 Palabras (27 Páginas)  •  540 Visitas

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INTRODUCCION

A través de la siguiente investigación, se va a dar a conocer uno de los temas más importantes de nuestra historia independentista en el siglo XIX.

En el ambiente pre independentista influyeron las ideas de la ilustración, las reacciones contra el absolutismo y la situación internacional: Revolución Francesa e independencia de los Estados Unidos. Además de la ausencia de autoridad que se produjo en la América española con la llegada de informaciones sobre la invasión francesa de la península Ibérica dio como resultado el inicio del proceso emancipador.

La declaración de la independencia venezolana fue la cristalización de toda una serie de movimientos e ideas revolucionarias, las cuales tenían por finalidad enfrentar los abusos que las autoridades españolas cometían contra los pobladores de América y en especial contra los blancos criollos, quienes se veían impedidos de participar en las grandes decisiones políticas.

Las causas que impulsaron estos movimientos e ideas revolucionarias convergen en una meta común: "La Independencia de Venezuela con respecto al dominio español"

Insurrección de los negros de Coro

El movimiento insurreccional de José Leonardo Chirino en Curimagua, pueblo de la serranía de Coro, constituye uno de los más tempranos intentos independentistas registrados en nuestros anales históricos. Distintas causas dieron origen a este movimiento. Sociales unas, económicas y políticas otras. La variable condición en que se encontraban los negros, que eran unos libres y otros esclavos; la de los indios, que eran respecto a los tributos, unos exentos (los caquetíos) y otros demorados (los jiraharas y ajaguas), representa un motivo de importancia, pues todos los negros aspiraban a ser libres y todos los indios a ser exentos. En el trato de los unos con los otros, tanto los negros esclavos como los indios demorados, se daban cuenta de lo injusto de su situación. Así estaban las cosas cuando circuló la conseja de que el Rey de España había acordado la libertad de los esclavos; se decía que la cédula que esto ordenaba habría llegado a Venezuela, pero las autoridades coloniales y especialmente el Cabildo de Caracas se oponían a darle cumplimiento, por ser atentatoria a los derechos de los propietarios.

Para 1790 ésta era una verdad aceptada por los negros de la serranía, pues un hechicero llamado Cocofio se había encargado de propagarla por todas las haciendas. Trata base en verdad del llamado Código Negro promulgado por cédula real en 1789, el que, si bien no tenía el alcance que le daban los esclavos, pues en absoluto se refería a la concesión de libertad, sí establecía un régimen de mejor consideración para ellos. Para el tiempo en que se propagaban estos rumores llegó a Coro como recaudador de los derechos reales Juan Manuel Iturbe, quien puso todo su empeño en cobrar formalmente las contribuciones. Luis Bárcenas, administrador del puesto de alcabala de Caujarao, recibió órdenes de cobrar anticipadamente y en efectivo, el derecho de alcabala a todos los que bajaran de la sierra. A las mujeres les embargaban, en garantía del impuesto, sus rosarios, zarcillos y hasta los pañuelos con que se cubrían la cabeza. Estos hechos perjudicaban principalmente a los esclavos y labradores libres de la sierra, quienes no disimulaban su descontento. Como desde el inicio de la Revolución Francesa llegaban a Coro noticias de ella a través de Curazao y de los corsarios que durante la guerra franco-española aparecían frecuentemente en las cercanías de La Vela, los terratenientes corianos comentaban los sucesos, entre ellos José Tellería, el que tenía como huésped en su hacienda de Curimagua al mexicano José Nicolás Martínez, con quien en sus tertulias hablaba de los acontecimientos de Francia, del derrumbamiento del antiguo orden social, de la proclamación de la República y la igualdad para todos, de la ejecución del rey Luis XVI y de la guerra entre Francia y España. Estas conversaciones, que comentaban los criados y esclavos, las escuchaba también José Leonardo Chirino, un zambo que estaba al servicio de Tellería, que había acompañado a éste en sus viajes de negocios a Haití. Ahora el zambo había sabido que los negros de esta isla se habían sublevado bajo las órdenes de Toussaint L'Ouverture para hacer valer sus derechos y abolir la esclavitud. A hacer algo semejante, invitaba la agitación en que para aquellos momentos se encontraban los esclavos de la sierra. Por eso, a fines de marzo de 1795, José Leonardo empezó a tramar la conspiración, de acuerdo con los negros Cristóbal Acosta y Juan Bernardo Chiquito. El 10 de mayo promovieron un baile en la hacienda Macanilla y por la noche pasaron a la hacienda El Socorro, donde dieron el grito de rebelión. Allí José Leonardo proclamó la «ley de los franceses», la libertad de los esclavos y la supresión de los impuestos. Todos eran libres, iguales a los blancos, dueños de su voluntad; asaltaron la casa de la hacienda, mataron al mexicano Martínez e hirieron al joven Ildefonso Tellería; pasaron a la hacienda Varón, donde mataron a José María Manzanos e hirieron a Nicolasa Acosta; las casas de La Magdalena y Sabana Redonda fueron incendiadas; al día siguiente nombraron comisiones para que fueran a levantar a los negros de Canire y El Naranjal; a Curimagua, donde dieron muerte a José Tellería y Pedro Francisco Rosillo; a San Luis, población que saquearon y en la que apresaron al alcalde. Esa tarde, reunidos otra vez en Macanilla, acordaron la marcha hacia Coro; al frente iría Cristóbal Acosta, mientras José Leonardo avanzaría por vía diferente para solicitar el concurso de otros grupos. A media noche llegaron los negros a la aldea de Caujarao y ultimaron a los guardias del puesto de alcabala. En la ciudad ya sabían la proximidad de los insurrectos; enteradas las autoridades de que las armas que traían, no eran otras que palos y machetes, se organizaron en milicias y salieron a su encuentro. En el llano, al sur de Coro, tomaron posiciones; llevaban, además de otras armas de fuego, 2 cañones pedreros. Cuando los negros acometieron desordenadamente, sus columnas fueron destrozadas. En la corta refriega murieron 25 negros y quedaron 24 heridos. El teniente justicia de Coro, Mariano Ramírez Valderraín mandó decapitar a los heridos y a los prisioneros. José Leonardo, quien no llegó a tiempo para participar en el combate, al saber la derrota se internó en la serranía. Tres meses después, apresado en Baragua, fue trasladado de Coro a Caracas. La Real Audiencia, el 10 de diciembre de 1796, lo condenó a muerte en la horca y dispuso que su cabeza, en jaula de hierro

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