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RAICES HISTORICAS DE LA EDUCACIÓN EN MEXICO


Enviado por   •  14 de Diciembre de 2012  •  6.754 Palabras (28 Páginas)  •  1.956 Visitas

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Las escuelas Lancasterianas en México.

La decadencia de las Instituciones Pedagógicas en la época de la Colonia.

La guerra de Independencia trajo consigo una gran desorganización política y social a nuestra nación. Las discusiones de la forma de gobierno que debía adoptarse provocarían una serie de revoluciones y pronunciamientos que influyeron en la organización docente del país.

De esta manera las misiones que en otros tiempos habían sido tan eficaces en los pueblos indígenas, decae debido a que esta ya no contaba con jefes en el más alto de la jerarquía eclesial, a tal grado de que los gobiernos las sostuvieron. Además del debilitado ya fervor religioso y acentuada pobreza e inseguridad general, la mayoría de las órdenes religiosas ya no continuaron estableciendo escuelas. Ya desde principios de la Colonia dichas escuelas habían vivido bajo la influencia de los gobernantes; lo experimentaron la Universidad y la Academia de San Carlos que eran las Instituciones oficiales.

La enseñanza mutua Bell y Lancaster

En 1820 a través de la iniciativa privada surge la enseñanza Lancasteriana, inventado por Bell y Lancaster, con el propósito de difundir la enseñanza mutua en todo México, esto con la finalidad de subvenir la falta de maestros.

Dicha enseñanza consistía en que el maestro en vez de ejercer de un modo directo las tareas de instructor, este enseñaba previamente a otro jóvenes llamados monitores, los cuales transmitían posteriormente la enseñanza a los demás niños. Pero a su vez existía también inspectores que eran los que vigilaban a los monitores.

La enseñanza se efectuaba en un aula especial donde al maestro se le facilitan las tareas escolares que debe enseñar. En este sistema la disciplina era mantenida con sistema de castigos y premios.

Origen y auge de las escuelas Lancasterianas

La compañía Lancasteriana en México fue fundada por el 22 de febrero del 1822, sus creadores fueron: Manuel Condoniú, Agustín Buenrostro, Coronel Eulogio, Manuel Fernández Aguado, Eduardo Torreau e Ignacio Rivoll. Para 1823 se creo la segunda escuela la cual tubo el nombre de “Filantrópica” en ese mismo año en el mes de diciembre se publico en el Periódico el Sol los reglamentos de dicha Institución los cales sirvieron como lineamientos a todos los demás planteles creados por la compañía.

En dichas escuelas se impartían tres sesiones; en la primera se impartía lectura, escritura, cálculo, gramática y catecismo. En la segunda vinculada con la primera y la tercera se enseñaba latín, francés, geografía, historia, mitología, dibujo y matemáticas.

En México la Compañía Lancasteriana gano la atención y el apoyo del gobierno y del público, e impulsó el establecimiento de escuelas de enseñanza mutua en toda la nación. El 26 de Octubre de 1842, el gobierno nacional entregó a la Compañía Lancasteriana la dirección de la instrucción primaria de toda la República Mexicana. Su reputación derivaba de su economía y rapidez, un solo maestro podría enseñar de 200 hasta 1000 niños, con lo que bajaba el costo de la educación. Los alumnos eran divididos en pequeños grupos de diez; cada grupo recibía la instrucción de un monitor o instructor (un niño de más edad y más capacidad).

Entre 1842 y 1845, la Compañía Lancasteriana encabezó la Dirección General de Institución Pública, siendo hasta este ultimo año en que la Compañía ya no tuvo a su cargo la dirección de la enseñanza primaria.

Las escuelas normales lancasterianas.

Una de las principales características de las escuelas Lancasterianas es que funciona por medio de sus profesores, ya que la práctica docente hace de los inspectores y monitores también maestros. Adamas de estos “monitores particulares”, había “monitores generales” y “de orden”. Los monitores generales tomaban la asistencia, averiguaban la razón de la ausencia de un alumno, cuidaban los útiles de la enseñanza y los de orden administraban la disciplina. Todos los monitores eran supervisados por el director de la escuela, quien nunca debía meterse en la instrucción ni levantar la voz.

El “mecanismo” de monitores debía funcionar por sí solo al entrar a la escuela en la mañana, el niño se formaba para la inspección de ropa, cara, manos y uñas. Al toque de la campana, los niños marchaban al aula y se distribuían en las mesas por clases. Con una precisión militar y siguiendo la señal del monitor de orden, “los alumnos daban su frente a las mesas, quitándose los sombreros y se arrodillaban para elevar sus preces al Ser Supremo…”.La primera asignatura era de escritura y estaba dividida en ocho clases. Se enseñaba, primero, las letras que se consideraban más fáciles, después las que tenían ángulos y curvas. Las cinco clases siguientes eran para el aprendizaje de escritura en pizarras. Cada acto de los niños era dirigido por la voz del monitor. La escritura en papel se reservaba para la séptima y octava clases, cuyos alumnos ocupaban las últimas mesas del salón. Para escribir se usaban plumas de ave cortadas y preparadas por el director de la escuela. La tinta se hacía de huizache y caparrosa. El papel generalmente era de un tipo llamado de Holanda, o a veces era de maguey. También era tarea del director rayar el papel de los alumnos y las listas de inscripción y asistencia que usaba el maestro. Al terminar la clase escritura, sonaba la campana. Los niños se levantaban de sus mesas e iban a los pasillos a formar grupos semicirculares. Estos “semicírculos” eran otro rasgo distintivo del sistema lancasteriano. En el centro de cada semicírculo se paraba un monitor, y enseñaba a reconocer y pronunciar las letras, esto en el caso de los niños de la primera clase, los más pequeños. El método lancasteriano era de “silabeo”, después de saber las letras individuales, se aprendía a leer una consonante con una vocal en forma de sílaba. En las clases siguientes leían palabras u oraciones y los más avanzados leían libros. La doctrina cristiana se enseñaba de igual forma que la lectura. La clase de aritmética se dividía en ocho secciones. Trabajaban media hora en los bancos y un cuarto de hora recitando las tablas en los semicírculos.

La idea clave del sistema lancasteriano fue que el niño debía ser constantemente activo. Lancaster insistía en que “cada niño debe tener algo que hacer a cada momento y una razón para hacerlo”. Se podía estar, al mismo tiempo, en un grupo avanzado de lectura, en uno mediano de escritura y en otro elemental de aritmética y doctrina. Lo que determinaba

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