Rebelión De Las Masas Resumen

La Rebelión de las Masas.

I) El Hecho de las Aglomeraciones

Las masas, por definición, no deben ni pueden dirigir su propia existencia. La muchedumbre, de pronto se ha hecho visible, se ha instalado en los lugares preferentes de la sociedad. La muchedumbre es el hombre en cuanto no se diferencia de otros hombres, sino que se repite en si un tipo genérico, de una muchedumbre implica la coincidencia de deseos, de ideas, de modo de ser, en los individuos que lo integra. Las masas presumía que, al fin y al cabo, con todos sus defectos y lacras, las minorías de los políticos entendían un poco más de los problemas públicos que ella. La masa arrolla todo lo diferente, egregio, individual, calificado y selecto. Quien no sea como todo el mundo, quien no piense como todo el mundo, corre el riesgo de ser eliminado.

II) La Subida del Nivel Histórico

Vivimos bajo el brutal imperio de las masas, que la sociedad humana es aristocrática siempre, quiera o no, por su esencia misma. Las masas ejercitan hoy un repertorio vital que coincide en gran parte con el que antes parecía reservado exclusivamente a las minorías; al propio tiempo, las masas se han hecho indóciles frente a las minorías: no las obedecen, no las siguen, sino que, por el contrario, las dan de lado y las suplantan.

La vida del hombre medio está ahora constituida por el repertorio vital que antes caracterizaba solo a las minorías culminantes; la energía, la resolución, la soltura con que cualquier individuo se mueve hoy por la existencia, agarra el placer que pasa, impone su decisión. El triunfo de las masas y la consiguiente magnifica ascensión de nivel vital han acontecido en Europa por razones internas, porque coincide la situación moral del hombre medio europeo con la del americano, esto ha pasado ya que por primera vez el europeo entiende la vida americana; se trata de una nivelación. Vivimos en sazón de nivelaciones: se nivelan las fortunas, se nivela la cultura entre las distintas clases sociales, se nivelan los sexos.

III) La Altura se los Tiempos

La vida puede tener altitudes diferentes. Cada generación llama “nuestro tiempo” que tiene cierta altitud, se eleva hoy sobre ayer, o se mantiene a la par, o cae por debajo. Cada edad histórica manifiesta una sensación diferente ante ese extraño fenómeno de la altitud vital. Es la “plenitud de los tiempos”, la completa madurez de la vida histórica, lo esencial para que exista esta plenitud, es que un deseo antiguo, el cual venía arrastrándose anheloso y querellante durante siglos, por fin un día queda satisfecho. Pero ahora caemos en la cuenta de que esos siglos tan satisfechos, tan logrados, están muertos por dentro. Hay siglos que por no saber renovar sus deseos mueren de satisfacción. La decadencia es, claro está, un concepto comparativo. Se decae de un estado superior hacia un estado inferior.

IV) El Crecimiento de la Vida

El mundo ha crecido temporalmente, civilizaciones enteras e imperios de que hace poco ni el nombre se sospechaba, han sido anexionados a nuestra memoria como nuevos continentes. Nuestra vida es, en todo instante y antes que nada, conciencia de lo que es posible. Nos encontramos en un ambiente de posibilidades determinadas. A este ámbito suele llamarse “las circunstancias”. Las posibilidades de gozar han aumentado, en lo que va del siglo, de una manera fantástica. Nuestro tiempo se caracteriza por una extraña presunción de ser más que todo otro tiempo pasado; más aún. Vivimos en un tiempo que se siente

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