Reporte De Lectura - La Sombra Del Caudillo

“LA SOMBRA DEL CAUDILLO”

Con una muestra de extraordinaria facultad de letras, el autor del libro, La sombra del caudillo, Martín Luis Guzmán; nos invita a este viaje, al subirnos al “Cadillac” del general Ignacio Aguirre, donde sostiene una ávida platica con su amigo Axkaná, el cual de la misma forma que el primero, forma parte de la plantilla política del México de aquellos tiempos.

A través de contoneos incontrolables, provenientes de su pluma educada de escritor, Martín Luis Guzmán, nos hace participes de una plática animada entre un par de amigos, en donde su dialogo emana la seguridad y peso que proporciona el ser miembro activo de la clase política de cualquier país.

Imposible dejar de mencionar la descripción bella, escrupulosa y repleta de tintes fantásticos que el autor hace del personaje de Rosario, sin olvidar la del propio Ignacio Aguirre.

Parece fácil confundirse y perderse en el ojo del huracán que provoca la bizarra historia política de México; parece complicado discernir entre imágenes y sonidos que parecen llegar del pasado histórico de nuestra tierra y los sucesos contemporáneos que nos aquejan en la actualidad en el ámbito del poder. Difícil decisión entre aceptar si el pasado ya ha gastado su tiempo de vida y su único destino es permanecer atrapado entre las páginas de la historia o desgraciadamente en el caso de México, entender que como cualquier otra moda barata, los sucesos políticos y sus artimañas solo se reciclan para volver a ser utilizadas por los nuevos contendientes al poder. Tal como lo plasma la obra de Martín Luis Guzmán, en “La Sombra del Caudillo”.

Sin temor a equivocarme, estoy seguro de lo mucho que se lamentaría este gran escritor, al descubrir que después de tanto tiempo, su novela se antoja vigente, no solo por la hermosa manera en que fue escrita letra por letra, también porque desafortunadamente nada en su historia resulta diferente al acontecer de nuestro presente.

La “Sombra del Caudillo”, nos relata algunos de los hechos ocurridos después de la revolución mexicana.

A través de autores como Martín Luis Guzmán, podemos advertir que el objetivo que perseguía la revolución y sus adeptos, aun parecía demasiado lejano y con poca claridad incluso ya entrados los años veinte.

Martín Luis Guzmán

Martín Luis Guzmán Franco (1887-1976) fue un periodista, intelectual, diplomático y literato mexicano al que se le considera, junto a Mariano Azuela, pionero de la novela revolucionaria, un género inspirado en las experiencias de la Revolución mexicana de 1910, la cual observó siguiendo a las tropas del general Francisco Villa. Tras estudiar en la Universidad Nacional se unió a la gesta revolucionaria iniciada en 1910 y sirvió como coronel en las fuerzas de Pancho Villa. En 1914, a raíz del golpe de estado de Victoriano Huerta, tuvo que exiliarse en Madrid y Nueva York.

La personalidad y la obra de Martín Luis Guzmán pueden perfilarse en tres aspectos esenciales: político liberal, periodista de combate y novelista de fondo histórico. En el primer aspecto, el maderista primero y villista después, siente inclinaciones y simpatías hacia el comunismo, que se advierten claramente en los comienzos de la segunda Guerra Mundial y persiste en dicha actitud durante algún tiempo hasta que se convence de la incompatibilidad de tales inclinaciones con su sentido liberal, y rompe la trayectoria para levantar con decisión la bandera liberal de la Revolución mexicana: en este aspecto prestó grandes servicios a los últimos gobiernos de su país, especialmente al frente de la concisión organizadora de los libros de texto gratuitos para las escuelas primarias.

Entre los personajes que podemos encontrar en la novela, destacan Ignacio Aguirre, funge como Ministro de Guerra dentro del gobierno del caudillo, hombre de personalidad bien definida, fuerte presencia física, acompañada de los arrestos característicos del militar mexicano de aquellos tiempos; personaje que durante el desarrollo del relato se verá inmerso en un conflicto de tintes ambivalentes, entre el deseo que comparten su amistades más cercanas, el grupo político que lo apoya y su apreciación personal de la situación que gira alrededor de aceptar o no su candidatura hacia la presidencia. Misma indecisión entre lo correcto e incorrecto que lo llevara por el único camino que conoce la política mexicana… la traición. Hilario Jiménez, Ministro de Gobernación, personalidad de palabras bien escogida y mesuradas, como lo dicta la época y su grado militar, pretencioso como su sucesor el caudillo; habrá de pelear por el poder sin importar los caminos que se deban tomar sin recatar, por supuesto, en las medidas que habrá de tomar en este camino sin reglamento alguno a seguir. Con la aprobación y de la mano del caudillo llegara hasta las últimas consecuencias.

La novela se desarrolla y trae a la vida diferentes escenarios de la vida urbana del México de aquellos tiempos: edificios, calles populares, lugares emblemáticos, parques y plazuelas, etc.

Aguirre, le pide a Axkaná, que dialogue con Oliver, pues el mismo, no está seguro de aceptar la candidatura presidencial. Primeramente por la relación que Aguirre sostenía con el caudillo, misma que tenía en alta estima e incluso algo paternal, moralmente lo alejaba de cualquier forma que pudiera existir de contradecir su ordenes; luego parecía muy claro que el propio caudillo ya había elegido a su sucesor, Hilario Jiménez.

La posible candidatura de ambos contendiente, aunque ninguna confirmada aun, marco el inicio de un alboroto político (donde cada personaje que tuviera algo que ver en las vida política, y que se pudiera ser beneficiado o perjudicado con cualquiera de la elección de los dos virtuales candidatos) empiezan a mover sus propias piezas y a urdir planes a conveniencia. Muchos de ellos optan por tomar una de las posiciones menos decorosas que pueden existir (no por eso deja se ser una de las opciones más utilizadas por el político mexicano), “el servir a dos amos”. Dejando entre ver un poco de la costumbre que se ha permeado desde antaño en la vida política de nuestro México, incluso Oliver uno de los personajes cercanos al general Aguirre, toma como suya esta actitud. Políticos y militares conversaban con Aguirre, aclarándole su postura y total lealtad, repitiendo con singular alegría que si alguna habladuría hubiera escuchado era solo un recurso que utilizaban para mantener calmo el ambiente; el discurso del que echaban mano todos era el mismo, y luego de la misma manera iban a ver a Hilario ante el cual repetían lo mismo.

Aguirre sabía que el caudillo no estaba

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