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Sentido Y Alcances De La Historia Regional


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2012  •  1.686 Palabras (7 Páginas)  •  588 Visitas

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Sentido y alcances de la historia regional

Durante las últimas décadas la historia regional ha vivido un auge impresionante. Una revisión somera de las revistas especializadas y de los catálogos de muchas editoriales daría cuenta de ese auge. Lo que ha sucedido en Aguascalientes no constituye una excepción a esta regla, sino su confirmación.

Es curioso reparar en que la publicación, en 1881, de la Historia del estado de Aguascalientes, de Agustín R. González, no suscitó mayor interés, ni mereció lecturas atentas o reseñas críticas, ni mucho menos fundó en la localidad una tradición de estudios históricos de corte regional. A fines del Porfiriato se decía con cierta insistencia que el diputado Manuel Gómez Portugal, uno de los favoritos del gobernador Alejandro Vázquez del Mercado, preparaba una verdadera historia de Aguascalientes, que pondría en su lugar la de don Agustín. Sin embargo, aquella época llegó a su fin, el diputado Gómez Portugal perdió su curul y su muy anunciada historia no apareció por ningún lado. Lo más probable es que no haya sido escrita.

El desinterés por la historia local se prolongó durante muchos años más. Si ponemos entre paréntesis los muy meritorios esfuerzos hechos por nuestro cronista, el profesor Alejandro Topete del Valle, podemos decir que el estiaje se prolongó hasta el año de 1980, cuando El Colegio de Michoacán publicó la historia de La destrucción de la hacienda de Aguascalientes, de Beatriz Rojas.

Este libro parece haber sido un detonador del interés por los temas regionales. Influidos por el ejemplo de Beatriz y en contacto estrecho con la documentación de carácter histórico, a la que por entonces ni las autoridades ni los responsables de los archivos dispensaban ninguna atención, un pequeño grupo de jóvenes profesionistas se empezó a interesar por la historia de Aguascalientes.

Muchas cosas han cambiado para bien durante los últimos veinte años. Todo indica que esta vez no estamos delante de un relámpago o un chispazo ocasional, como fue el libro de Agustín R. González, sino de una corriente vigorosa, alimentada por diferentes vías, que está muy lejos de agotar su impulso.

Me parece claro que este auge de los estudios regionales se explica en buena medida por la creación de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, en 1973, y por la formación en ella de profesionistas en diversos campos de las humanidades. No sólo ni principalmente historiadores, sino también sociólogos, pedagogos, e incluso arquitectos y urbanistas.

Aunque es claro que la existencia de la UAA no explica por sí sola el auge de los estudios de corte regional. A la larga lista de circunstancias que nos ayudan a entender ese auge, habría que integrar las siguientes: la creación del Archivo Histórico del Estado; la apertura, el nacimiento y la consolidación de diversos programas editoriales serios; la habilitación dentro de diversas instituciones de espacios en los que es posible hacer investigación y el impacto que tiene entre nosotros el desarrollo consistente de los estudios regionales en otros muchos lugares del país. Muchas instituciones académicas serias, como El Colegio de Michoacán, el Instituto Mora y el Colegio de Jalisco forman investigadores especializados específicamente en el ámbito regional.

¿Qué es una región?

La pregunta puede parecer ociosa, porque alude supuestamente a realidades que “están ahí”, que nos ofrecen todos los días su consistencia indubitable. No vamos a preguntarnos, a estas alturas, si existe algo que pueda llamarse la “región de Aguascalientes”, después de que se han escrito docenas de artículos y libros que anuncian desde su mismo título la clara existencia de “eso”. Sin embargo, quienes cultivamos la llamada historia regional, sabemos que detrás de esa pregunta, inocente en apariencia, se esconde un problema teórico, metodológico y práctico que no admite una cómoda respuesta. Ensayemos una.

La idea y el concepto de región no es nuevo ni admite una sola acepción. No sólo lo hemos usado los historiadores, sino también los geógrafos, los antropólogos, los planificadores y por supuesto los economistas, tan aficionados a los retortijones conceptuales. A algunos les puede sorprender la noticia de que los biólogos han hecho del concepto de región una pieza importante de su arsenal intelectual, pero así es. Por supuesto, el hecho de que muchas disciplinas se valgan del mismo concepto quiere decir, entre otras cosas, que no hay un acuerdo en lo tocante a su significado preciso y a su utilidad metodológica.

Ha habido muchas confusiones y abusos, pero con tanto trajín el concepto mismo de región se ha enriquecido y a muchos nos queda claro que, bien empleado, es una poderosa herramienta del análisis intelectual. A la biología le debemos el énfasis en las articulaciones que los diversos elementos de un sistema dado guardan entre sí, lo que permite configurar sistemas diferenciados que tienen su propio equilibrio. Por su lado, la antropología social ha insistido en la importancia

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