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Vida E Historia De Simon Bolivar ( Algunos Pensamientos)


Enviado por   •  19 de Octubre de 2012  •  20.598 Palabras (83 Páginas)  •  1.024 Visitas

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Simón Bolívar (Biografía, influencias, inspiración, pensamientos)

Nace en Caracas, 24 julio 1783. Muere en Santa Marta, Colombia, 17 diciembre 1830. Simón Bolívar nació de un hogar aristócrata por lo cual tuvo una excelente educación, a pesar de la muerte de sus padres, cuando tenía 9 años. Uno de sus tutores fue Simón Rodríguez, quien lo introdujo al movimiento filosófico de aquella época. En 1799 viaja a España, para proseguir con su educación. Allí se casa en 1802 con María Teresa Rodríguez del Toro y Alayza, pero esta muere de fiebre amarilla al año siguiente, después de volver a Venezuela. Bolívar regresa entonces a España con su tutor, Simón Rodríguez en 1804. Es en ese viaje es cuando hace el famoso juramento sobre el Monte Sacro de Roma de no descansar hasta que América sea libre.

Después de los sucesos del 19 de Abril de 1810, Bolívar es enviado a Inglaterra con Andrés Bello y Luis López Méndez en una misión diplomática, para lograr el reconocimiento de la nación que se estaba formando. Regresa a Venezuela y da su discurso en favor de la independencia americana ante la Sociedad Patriótica.

Cuando Miranda es derrotado por las fuerzas realistas, Bolívar debe huir a Cartagena desde donde invade a Venezuela en 1813. En Mérida es proclamado "Libertador" y proclama la "guerra a muerte". En Agosto, toma la ciudad de Caracas y proclama la segunda república.

Después de numerosas batallas, tiene que huir a Jamaica, en donde escribe su "Carta de Jamaica". En 1817, regresa a Venezuela. Dos años más tarde, en 1819 se crea el congreso de Angostura en donde funda la Gran Colombia (Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador) y es nombrado presidente. En Agosto logra la independencia de Colombia en la batalla de Boyacá, el 7 de Agosto, y después de 2 años de luchas, la independencia de Venezuela se consolida con la Batalla de Carabobo, el 24 de Junio de 1821.

Posteriormente, en Agosto, gana la Batalla de Boyacá. Después de que Sucre ganara la batalla de Pichincha, en 1822, y liberara el norte de Sur América, Bolívar cruza los Andes para liberar Perú, lo cual logra con Sucre en la Batalla de Junín, el 6 de Agosto de 1824.

Mientras estuvo fuera de Venezuela, Bolívar es víctima de las rivalidades entre los caudillos que empezaban a gobernar a Venezuela y se va a Colombia, en donde muere el 17 de diciembre de 1830, en la ciudad de Santa Marta. Sus últimas declaraciones reflejan la amargura que sentía por no haber logrado su objetivo de la unión de la nueva patria: "¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro".

¿Qué sería de América Latina sin Simón Bolívar? Simón Bolívar es para América Latina lo que Cervantes para España: el representante de lo más conmovedoramente humano y genuino de sus gentes. La fuerza emblemática de una libertad y de una lucha sin descanso y sin tregua ante la adversidad y contra las injusticias. La conmovedora tenacidad de un hombre solo contra un mundo. El mismo se definió como el Hombre de las Dificultades.

A este señor glorioso que sin nada lo hizo todo, que llevó a cuesta el nombre de una república que estaba sólo en su corazón, cuya dimensión política es poesía de la más sublime, dotó a la desesperanza y al fracaso, al desengaño y a la porfía infortunada de una grandeza singular sin la cual el hombre resultaría pura patraña y desgraciada ficción. No es casualidad que desde el siglo pasado, casi todos los revolucionarios (desde los anarquistas rusos o franceses), hasta poetas como Byron y José Martí buscaran identificar sus destinos con Bolívar. Es que Bolívar encarna y encarnará siempre una tragedia, una derrota, un suspiro de locura en medio de la interminable lucha por justicia. Los campesinos sin tierra vocean su nombre, los guerrilleros de América con sus mochilas y fusiles al hombro, remontando montañas y entre los bosques, los estudiantes que desafían el hediondo curso de la muerte lo llevan estampado en sus enseñas y banderas de protesta. Allí está su mirada de dolorosa soledad en las Escuelas, sentado al lado de los niños harapientos o famélicos, como en un canto o himno solemne: en todas partes como un dios cansado y vituperado, que cada día renace de sus fracasos. El sueño que nunca acaba. Un hombre solo que vale por miles cuando se nos mete en el alma.

Con Bolívar nace en América un sentido diferente del dolor, de la angustia y de la impaciencia. Las casas y las calles, las plazas y los mercados, las iglesias, las escuelas, todo como su mirada; el mar, ¡frente al mar siempre! Recrudecida la soledad por el rumor de las noches. Yendo y viniendo a pie, descalzo levantando conciencias, y ese furor que de pronto estalla en alguien que le escucha, que está atento escuchándole:

¡Mientras haya americanos, tendrás templos; mientras haya cubanos, tendréis hijos! (le dice José Martí).

CARTA DE JAMAICA CARTA. Año 1815 (125.)

CONTESTACION DE UN AMERICANO MERIDIONAL

A UN CABALLERO DE ESTA ISLA

Kingston, 6 de septiembre de 1815. Me apresuro a contestar la carta de 29 del mes pasado que Ud. me hizo el honor de dirigirme, y que yo recibí con la mayor satisfacción.

Sensible, como debo, al interés que Vd. ha querido tomar por la suerte de mi patria, afligiéndose con ella por los tormentos que padece, desde su descubrimiento hasta estos últimos períodos, por parte de sus destructores los españoles, no siento menos el comprometimiento en que me ponen las solícitas demandas que Vd. me hace sobre los objetos más importantes de la política americana. Así, me encuentro en un conflicto, entre el deseo de corresponder a la confianza con que Vd. me favorece, y el impedimento de satisfacerla, tanto por la falta de documentos y libros, cuanto por los limitados conocimientos que poseo de un país tan inmenso, variado y desconocido, como el Nuevo Mundo.

En mi opinión es imposible responder a las preguntas con que Vd. me ha honrado. El mismo barón de Humboldt, con su universalidad de conocimientos teóricos y prácticos, apenas lo haría con exactitud, porque aunque una parte de la estadística y revolución de América es conocida, me atrevo a asegurar que la mayor está cubierta de tinieblas, y, por consecuencia, sólo se pueden ofrecer conjeturas más o menos aproximadas, sobre todo en lo relativo a la suerte futura y a los verdaderos proyectos de los americanos; pues cuantas combinaciones suministra la historia de las naciones, de otras tantas es susceptible la nuestra por su posición física,

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