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"neoliberalismo: Balance Provisorio" De Perry Anderson


Enviado por   •  6 de Agosto de 2011  •  2.432 Palabras (10 Páginas)  •  5.447 Visitas

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“Neoliberalismo: un balance provisorio” de Perry Anderson

El neoliberalismo nació después de la Segunda Guerra Mundial en una región de Europa y de América del Norte donde imperaba el capitalismo. Fue una reacción teórica y política vehemente contra el Estado intervencionista y de Bienestar. Se trata de un ataque apasionado contra cualquier limitación de los mecanismos del mercado por parte del Estado, denunciada como una amenaza letal a la libertad, no solamente económica sino también política.

La polémica contra la regulación social, entre tanto, tuvo una repercusión mayor. Hayek y sus compañeros argumentaban que el nuevo “igualitarismo” de este periodo (ciertamente relativo), promovido por el Estado de Bienestar, destruía la libertad de los ciudadanos y la vitalidad de la competencia, de la cual dependía la prosperidad de todos. Desafiando el consenso oficial de la época ellos argumentaban que la desigualdad era un valor positivo –en realidad imprescindible en sí mismo-, que mucho precisaban las sociedades occidentales. Este mensaje permaneció en teoría por más o menos 20 años.

Con la llegada de la gran crisis del modelo económico de posguerra, en 1973 –cuando todo el mundo capitalista avanzado cayó en una larga y profunda recesión, combinando, por primera vez, bajas tasas de crecimiento con altas tasas de inflación- todo cambió. A partir de ahí las ideas neoliberales pasaron a ganar terreno. Las raíces de la crisis, afirmaban Hayek y sus compañeros, estaban localizadas en el poder excesivo y nefasto de los sindicatos y, de manera más general, del movimiento obrero, que había socavado las cases de la acumulación privada con sus presiones reivindicativas sobre los salarios y con su presión parasitaria para que el Estado aumentase cada vez más los gastos sociales.

Esos dos procesos destruyeron los niveles necesarios de beneficio de las empresas y desencadenaron procesos inflacionarios que no podían dejar de terminar en una crisis generalizada de las economías de mercado. El remedio, entonces, era claro: mantener un Estado fuerte en su capacidad de quebrar el poder de los sindicatos y en el control del dinero, pero limitado en lo referido a los gastos sociales y a las intervenciones económicas. La estabilidad monetaria debería ser la meta suprema de cualquier gobierno. Para eso era necesaria una disciplina presupuestaria, con la contención de gasto social y la restauración de una tasa “natural” de desempleo, o sea, la creación de un ejército industrial de reserva para quebrar a los sindicatos. Además, eran imprescindibles reformas fiscales para incentivar a los agentes económicos.

La ofensiva neoliberal en el poder

En 1978, la Segunda Guerra Fría se agravó con la intervención soviética en Afganistán y la decisión norteamericana de incrementar una nueva generación de cohetes nucleares en Europa Occidental. El ideario del neoliberalismo había incluido siempre, como un componente central, el anticomunismo más intransigente de todas las corrientes capitalistas de posguerra. Los años ’80 vieron el triunfo más o menos incontrastado de la ideología neoliberal en esta región del capitalismo avanzado.

¿Qué hicieron, en la práctica, los gobiernos neoliberales del período? Margaret Thatcher contrajo la emisión monetaria, elevó las tasas de interés, bajó drásticamente los impuestos sobre los ingresos altos, abolió los controles sobre los flujos financieros, creó niveles de desempleo masivos, aplastó huelgas, impuso una nueva legislación anti-sindical y contó los gastos sociales. Finalmente –y ésta fue una medida sorprendentemente tardía-, se lanzó a un amplio programa de privatizaciones, comenzando con la vivienda pública y pasando enseguida a industrias básicas como el acero, la electricidad, el petróleo, el gas y el agua. Este paquete de medidas fue el más sistemático y ambicioso de todas las experiencias neoliberales en los países del capitalismo avanzado.

En el continente europeo, los gobiernos de derecha de este período –a menudo de perfil católico- practicaron en general un neoliberalismo más cauteloso y matizado que las potencias anglosajonas, manteniendo el énfasis en la disciplina monetaria y en las reformas fiscales más que en los cortes drásticos de los gastos sociales o en enfrentamientos deliberados con los sindicatos. A pesar de todo, la distancia entre estas políticas y las de la socialdemocracia, propia de los anteriores gobiernos, era grande.

En el otro extremo del mundo, en Australia y Nueva Zelandia, un modelo de características similares asumió proporciones verdaderamente dramáticas. En efecto, los gobiernos laboristas superaron a los conservadores locales en su radicalidad neoliberal. Probablemente, Nueva Zelandia sea el ejemplo más extremo de todo el mundo capitalista avanzado. Allí, el proceso de desintegración del Estado de Bienestar fue mucho más completo y feroz que en la Inglaterra de Margaret Thatcher.

Alcances y límites del programa neoliberal

Lo que demostraron estas experiencias fue la impresionante hegemonía alcanzada por el neoliberalismo en materia ideológica. En los países del capitalismo avanzado, el neoliberalismo había tenido su origen a partir de una crítica implacable a los regímenes socialdemócratas. Sin embargo, y con excepción de Suecia y Austria, hacia fines de los años ’80, la propia socialdemocracia europea fue incorporando a su programa las ideas e iniciativas que defendían e impulsaban los gobiernos neoliberales.

La prioridad más inmediata del neoliberalismo fue detener la inflación de los años ’70. En este aspecto, su éxito ha sido innegable. La deflación, a su vez, debía ser la condición para la recuperación de las ganancias. También en este sentido el neoliberalismo obtuvo éxitos reales. La razón principal de esta transformación fue, sin duda, la derrota del movimiento sindical, expresada en la caída dramática del número de huelgas durante los años ’80 y en la notable contención de los salarios. Esta nueva postura sindical, mucho más moderada, tuvo su origen, en gran medida, en un tercer éxito del neoliberalismo: el crecimiento de las tasas del desempleo, concebido como un mecanismo natural y necesario de cualquier economía de mercado eficiente.

En todos estos aspectos (deflación, ganancias, desempleo y salarios), podemos decir que el programa neoliberal se mostró realista y obtuvo éxito. Pero, al final de cuentas, todas estas medidas habían sido concebidas como medios para alcanzar un fin histórico: la reanimación del capitalismo avanzado mundial, restaurando altas tasas de crecimiento estables,

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