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Analisis Del Libro La Peste De Albert Camus


Enviado por   •  30 de Mayo de 2015  •  2.766 Palabras (12 Páginas)  •  828 Visitas

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LA PESTE

Análisis de la obra

En esta novela Camus aborda un tema que no fue muy recurrente en sus obras anteriores: la solidaridad humana. Orán, ciudad argelina invadida por la peste (la enfermedad, el mal, la muerte, el absurdo del mal), encierra en sus terrenos a hombres que luchan contra ella y que están decididos a acabar con todo aquello que pueda entorpecer y denigrar la vida humana. Ejemplos de ello son el médico Rieux y su compañero Tarrou. Con La peste Camus lanza una de sus máximas fundamentales: "En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio" y niega rotundamente todo aquello, que teniendo un origen terreno o divino, sea capaz de producir sufrimiento al hombre.

Una lectura más profunda lleva a algunos críticos a ver en la novela una crítica a la restricción de las libertades: ante la enfermedad, las autoridades van limitando los movimientos de sus habitantes para protegerlos, tal como dictaduras y gobiernos que prohíben las libertades individuales por el espejismo de un bien superior. A menudo se la lee como un tratamiento metafórico de la resistencia francesa a la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

1. Determinación del tema

"La peste" es una novela contemporánea de carácter humanista, en la que el autor narra la historia de la ciudad de Orán cuando se ve afectada repentinamente por una peste, y como durante esta etapa valores como la moral, la honestidad y la solidaridad invaden los corazones de algunos de los personajes.

2. Determinación de las estructuras

En esta obra se observan nueve estructuras.

En la ciudad de Orán aparece durante la década de 1940, una extraña plaga de ratas. Un 16 de abril, el doctor Rieux se tropieza con uno de esos animales en la escalera del edificio donde vivía. Al día siguiente, varios pacientes y amigos ya hablaban sobre las ratas, pues iban invadiendo el lugar. Más tarde, luego de que Rieux deja a su mujer en una estación de tren, un periodista llamado Rambert, lo visita pues quiere hacer cierto reportaje, que ni le interesa ni le conviene al doctor, por lo que le rechaza amablemente. Mientras tanto, la ciudad empieza a inquietarse y a conmocionarse. El portero del edifico de Rieux, quien es la primera víctima, muere a los pocos días. Por otro lado, el doctor se reúne con un médico que tiene amplia experiencia, llamado Castel, que al leer las cifras y los síntomas de las personas fallecidas hasta ese momento, concluye finalmente que la peste se ha tomado Orán.

Grand, un empleado del Ayuntamiento encargado de hacer las sumas de las defunciones va a ver a Rieux, quien obtiene que la prefectura convoque a una comisión sanitaria. Se toman pocas medidas profilácticas, como el contratar un auto de desratización. Por la tarde, el doctor va a saludar a Cottard, un hombre que anteriormente había querido suicidarse, mas que había sido salvado por Grand. En esos días, a falta de espacio en el hospital, se empiezan a utilizar escuelas para atender a las múltiples enfermos, que ya había en ese entonces.

Se cierran las puertas de la ciudad, por lo que muchas familias quedan separadas. Mientras los ciudadanos se adaptan al inopinado exilio, la peste pone guardias en las fronteras de Orán y hace cambiar de ruta a los barcos que se dirigían hacia allá. El comercio decae y los habitantes permanecen inactivos, atiborrando los cafés y el cine. Rambert se desespera, ya que quiere marcharse del lugar, alegando que es parisino y que el asunto no le concierne, pero no lo consigue. El final del primer mes de la peste es ensombrecido por un incremento de víctimas y por el sermón de un cura llamado Paneloux, quien dice que la epidemia atacará sólo a aquellos que no son dignos del reino de Dios.

El verano llega a Orán. Al mediodía los restaurantes se llenan rápidamente. Tarrou se ofrece para organizar y dirigir brigadas sanitarias. Rambert decide buscar medios ilegales para abandonar la ciudad y Cottard quiere ayudarle al respecto. Tarrou propone a Paneloux que se una al grupo de voluntarios y éste acepta. Asimismo, Rambert decide también colaborar hasta que encuentre como marcharse.

Por razones evidentes, la peste se encarniza más con los que vivían en grupos, como los soldados o los presos. La prefectura instala el toque de queda. Por su parte, los entierros se transforman en una rápida ceremonia. A principios de septiembre, se decide transportar a los muertos al horno crematorio, que está al este de la ciudad.

Los hombres de los equipos sanitarios permanecen absortos en su trabajo. Castel anuncia que ha preparado un nuevo suero contra la peste. Tarrou y Cottard dan largos paseos juntos y hasta van al teatro. Por su parte, Rambert se instala en la casa de unos guardias, que le ayudarían a cruzar las puertas de la localidad, para así regresar a París; sin embargo después decide quedarse y seguir prestando su ayuda. En el hospital, se decide probar el nuevo suero en un niño que había sido contagiado, pero al no funcionar éste, el pequeño muere. Rieux y Paneloux quedan muy abatidos por este hecho.

El padre Paneloux da un sermón que causa impacto entre los fieles. Al cabo de un tiempo, debe mudarse de casa y se aloja donde una vieja señora. Inesperadamente, se enferma y fallece al siguiente día, pero su caso es considerado dudoso, pues no presentaba todos los síntomas de la peste. En Orán hay especulación y los precios tienden a subir, mientras que se nota un descenso en la epidemia. Una tarde, Rieux y Tarrou van cerca de la escollera, a tomar un baño de mar. Poco después llega la Navidad y parece que Grand cae enfermo por la peste, sin embargo se recupera milagrosamente.

Hasta el 25 de enero, la población vivió en una agitación secreta, pues los casos de muerte eran cada vez menos. Finalmente la peste cede: la última víctima es Tarrou. Una mañana de febrero, se abren las puertas de la ciudad. La gente organiza festejos y Rambert se puede reunir con su mujer.

Bernard Rieux, quien se entera de que su mujer falleció en la ciudad donde estaba residiendo, confiesa por último que él fue el autor de toda esta crónica. Un día, Cottard enloquece y empieza a disparar desde su habitación, no obstante unos agentes lo detienen y lo golpean. Por la noche se oyen los gritos de la alegría de los habitantes que han recobrado la tranquilidad, pues la epidemia había cesado.

3. Determinación de la forma

Esta obra está escrita en un lenguaje sobrio y espontáneo. El estilo es vigoroso y conciso, destacando la problemática del humanismo. Se destacan algunas figuras literarias tales como:

Reiteración:

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