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De La Tierra A La Luna


Enviado por   •  19 de Septiembre de 2011  •  748 Palabras (3 Páginas)  •  3.453 Visitas

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Tras el término de la Guerra de Secesión, varios miembros del Gun-Club (dedicado a la confección de armas de guerra) se encuentran sin trabajo y se ponen manos a la obra con la construcción del mayor cañón del mundo jamás creado.

Pero también quieren apuntar a la Luna, destruirla, por supuesto, y conseguir así la popularidad y disfrutar de la gloria de ser los padres del ingenio.

Pero un arriesgado aventurero los disuade de lo contrario: propone cambiar la bala de cañón por un proyectil cilíndrico hueco donde puedan viajar algunos hombres. La idea es aceptada con gran revuelo y los hombres se preparan para el viaje.

Un relato lleno de trepidantes episodios con las aventuras y desventuras de los tres protagonistas en el viaje a la Luna, la estancia y los descubrimientos que allí llevan a cabo.

"Una detonación espantosa, inaudita, sobrehumana, de la que no hay estruendo alguno que pueda dar la más débil idea, ni los estadillos del rayo, ni el estrépito de las erupciones, se produjo instantáneamente.

Un haz inmenso de fuego salió de las entrañas de la Tierra, como de un cráter. ...el suelo se levantó y apenas hubo uno que otro espectador que pudiera entrever un instante el proyectil hendiendo victoriosamente el aire en medio de inflamados vapores..."

Pero aquellos intrépidos artilleros no reparaban en semejantes bagatelas, y se llenaban justamente de orgullo cuando el parte de una batalla dejaba consignado un número de víctimas diez veces mayor que el de proyectiles gastados.

Un día, sin embargo, triste y lamentable día, los que sobrevivieron a la guerra firmaron la paz; cesaron poco a poco los cañonazos; enmudecieron los morteros; los obuses y los cañones volvieron a los arsenales; las balas se hacinaron en los parques, se borraron los recuerdos sangrientos. Los algodoneros brotaron esplendorosos en los campos pródigamente abonados, los vestidos de luto se fueron haciendo viejos a la par del dolor, y el Gun-Club quedó sumido en una ociosidad profunda.

Algunos apasionados, trabajadores incansables, se entregaban aún a cálculos de balística y no pensaban más que en bombas gigantescas y obuses incomparables. Pero, sin la práctica, ¿de qué sirven las teorías? Los salones estaban desiertos, los criados dormían en las antesalas, los periódicos permanecían encima de las mesas, tristes ronquidos partían de los rincones oscuros, y los miembros del Gun-Club. tan bulliciosos en otro tiempo, se amodorraban mecidos por la idea de una artillería platónica.

-¡Qué desconsuelo! -dijo un día el bravo Tom Hunter, mientras sus piernas de palo se carbonizaban en la chimenea-. ¡Nada hacemos! ¡Nada esperamos! ¡Qué existencia tan fastidiosa! ¿Qué se hicieron de aquellos tiempos en que nos despertaba todas las mañanas el alegre estampido de los cañones?

-Aquellos

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