Dos Amigos

Los dos amigos

Era una mañana de verano, donde la oscuridad invadía la verdosa selva, cubriéndola con una espesa neblina que hacía casi imposible ver el camino de cualquier sujeto que caminara por las selvas. Fue entonces, cuando don José y don Francisco, quienes de costumbre salían a caminar por pequeños bosques para explorar la naturaleza, se encontráron perdidos, sin saber que aquel día sería un día inolvidable que cambiaría sus vidas. Caminando por este desconocido lugar, don Francisco y don José, se encontraron perdidos; sólo podían escuchar el bullicio de los grillos, ranas y pájaros que acompañaban a la selva. El aire fresco y fuerte que soplaba hasta ponerlos con la piel de gallina; caminaban y caminaban sin poder encontrar una salida. Pasó una hora sin que ninguno de ellos dos, dijese ni una palabra, cuando de repente don José rompió aquel frío y temeroso silencio, "¡Ey, Francisco, tienes una idea por dónde andamos!?" preguntó don José. "No," respondió don Francisco. Sin decirse una palabra más. Ellos sabían que estaban perdidos en un lugar desconocido sin que nadie pudiese ayudarlos. Más tarde después, don Francisco y don José estaban exhaustos de tanto vagar sin rumbo y atrapados por la sed, impedía que ellos hablaran. Pero en medio de tupidos zarzales se encontraba una poza de agua. Corriendo ellos hacia aquella quebrada, con el deseo de saciar su sed ignoraban el peligro que sé acechaba. Esta poza era fatal a cualquiera que se le acercara. El primero en llegar hacia ella fue don José; al ver aquella agua fresca, él sintió el deseo de zambullirse en el agua y con el calor que sentía se desnudo inmediatamente y saltó al agua. Empezó a nadar y sonriéndose a carcajadas le dijo a don Francisco que hiciera lo mismo. Pero, atrás de don José, empezó a verse un remolino de burbujas que empezó a salir del agua, cuando inesperadamente salió un monstruo acuático del agua y don Francisco aterrorizado de ver aquel monstruo, que se encontraba atrás de su amigo cambió de colores: verde, amarillo, rojo y sin poder soltar una palabra. Aquel monstruo acuoso, envolvió a don José con sus verdes y lisos tentáculos, que más bien parecían bejucos, sumergiéndolo en las profundidades de esta poza, don José desaparecio de la superficie.

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