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EL VEIJO QUE LEÍA NOVELAS DE AMOR


Enviado por   •  25 de Septiembre de 2013  •  6.357 Palabras (26 Páginas)  •  339 Visitas

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El viejo que leía novelas de amor

Luis Sepúlveda nació en Ovalle, Chile, en 1949. Era muy joven cuando decidió ser viajero como quien decide ser oficinista. De Punta Arenas a Oslo, de Barcelona a Quito, de la selva amazónica al desierto de los saharauis, de las celdas de Pinochet al barco de Greenpeace, recorrió casi todos los territorios posibles de la geografía y las utopías. Y, mientras viajaba, escribía.

Así publicó el primero de sus 11 libros a los veinte años. Ha recibido entre otros, el Premio Gabriela Mistral de poesía 1976 y el Premio Rómulo Gallegos de novela 1978. Y, después de Un viejo que leía novelas de amor, Premio Tigre Juan (Oviedo, 1989). Esta novela fue convertida en best−seller y sus derechos fueron vendidos al cine a Jean−Jacques Annaud, nadie puede ignorar ya a este autor.

Cuando Luis Sepúlveda fue exiliado viajó por toda América del sur, y después se fue a Europa, donde reside en la actualidad.

Luis Sepúlveda fue amigo de Julio Cortázar y Osvaldo Soriano, además de Plácido Domingo. Rescata entre sus maestros literarios a Emilio Salgari, Julio Verne, Jack London, Melville, Conrad entre los extranjeros. Dentro del ámbito nacional reconoce sus devociones por Francisco Coloane, (ha tenido especial injerencia en la divulgación de su obra en Europa) Manuel Rojas, Pablo de Rokha, Carlos Droguete, Juan Godoy, Nicomedes Guzmán. La narrativa del chileno Luis Sepúlveda adquiere cada día más importancia en el mundo literario actual, tanto de Europa como de América. La calidad de su obra, su actitud excéntrica, su temática novedosa,

singular y el carácter polémico (por ejemplo su discusión con otros escritores acerca del carácter nacional de las literaturas) de su autor acrecienta un mayor interés en el público lector.

PERSONAJES

Alcalde: Era un gordo odiado por todos, porque llegó al Idilio, pueblo de la Región Amazónica, a

Cobrar impuestos y vender permisos de pesca y muchas otras cosas sólo para ganar dinero, era

Ignorante en cuanto a las leyes de la selva, se cree el dueño de la verdad absoluta y que sólo él tiene la razón. Los lugareños lo apodaba la Babosa, porque desde que llegó a la ciudad no paraba de sudar, también era una persona muy violenta, porque golpeaba a su mujer.

Antonio José Bolívar Proaño: Viejo de casi unos setenta años, casado con Dolores Encarnación del Santísimo Sacramento Estupiñán Otavalo, vivieron con mucha pobreza en la Sierra, hasta que le propusieron irse a otro lugar lejos de allí. Antonio José Bolívar Proaño y su esposa decidieron irse a El idilio. Después conoce a los Shuar y su esposa muere, se siente muy solo, pero con sus nuevos amigos disfruta de la verdadera libertad de la cual siempre había soñado, hasta que por un desagradable hecho es expulsado de los Shuar. Se dedica a leer novelas de amor, repetidas veces, hasta aprendérselas de memoria. Se convierte en un viejo bastante solitario de pocas amistades amante de las novelas de amor pero de espíritu valiente y aventurero.

Los Shuar: Tribu de la selva, andaban semidesnudos, eran excelentes cazadores, hablaban su propia lengua, bebían aguardiente fumaban cigarros de hoja. Antonio José Bolívar los describía como una manada de micos habladores como los papagayos, borrachos y gritones como los diablos.

No eran violentos con la gente ni con los animales, sólo los cazaban para alimentarse no por diversión nicómo trofeos, respetaban mucho la vida.

•Rubicundo Loachamín:

Era el dentista que iba dos veces al año al El Idilio a arreglar los dientes de los indígenas, Antonio José Bolívar Proaño después de averiguar su tema favorito en las novelas le cuenta, y él se ofrece a traerle libros Cada vez que pueda, era el único amigo de Antonio José Bolívar Proaño, de trato un poco rudo con los pacientes indígenas, pero amable al querer ayudar a su amigo

PRIMER CAPÍTULO:

En este capítulo, los escasos habitantes de El idilio y un puñado de viajeros que venían de las cercanías se reunieron en el muelle, esperando ser atendidos por el dentista Rubicundo Loachamín, que calmaba los dolores de los pacientes con una extraña anestesia oral.

Los pacientes, agarrándose de los costados del sillón, respondían a su dolor abriendo excesivamente los ojos y sudando a mares, algunos querían retirar de sus bocas las manos impertinentes del dentista. Mientras tanto a lo lejos se divisaba la pequeña tripulación del Sucre, que traía consigo racimos de banano verde y café en grano. Este llegaría al Idilio, apenas el dentista terminase su labor, este luego navegaría las aguas del río Nangaritza para luego desembocar en el Zamora, y luego de cuatro días arribar al puerto del Dorado.

El doctor Loachamín visitaba el Idilio dos veces al año, al igual que el empleado de correos, quién raramente llevaba correspondencia a algún habitante.

Los únicos contentos en la cercanía de la consulta eran los jíbaros, que eran indígenas rechazados por su propio pueblo. Existía una gran diferencia entre un Shuar orgulloso quién conocía muy bien el Amazonas, y un Jíbaro, como los que estaban en El Idilio esperando la atención del dentista.

Después de atender al último paciente, el dentista se sintió muy aliviado y se encaminó hacia el muelle donde encontraría a su viejo amigo José Bolívar Proaño. En eso dos canoas se acercaban, y de una de ellas se asomaba la cabeza de un hombre rubio, de quien se sabrá en los capítulos siguientes.

SEGUNDO CAPÍTULO:

En este capítulo aparece en acción el Alcalde, quien era la máxima autoridad y representante de un poder demasiado lejano como para provocar temor, era un individuo obeso que sudaba sin descanso. Decían los lugareños que la sudadera le empezó apenas el llegó al Idilio, ganándose el apodo de la Babosa. A causa de un desfalco lo enviaron a ese rincón perdido del oriente como sanción. Sólo sudaba, y su otra ocupación consistía en administrar la cerveza al pueblo. El alcalde no bebía agua ardiente como los demás lugareños. El vivía con una indígena a la que golpeaba salvajemente acusándola de haberle embrujado, y todos esperaban que la mujer lo asesinara.

El alcalde llegó al pueblo con la manía de cobrar impuestos por razones misteriosas. El anterior Alcalde, fue un hombre muy querido por el pueblo, ya que su lema era vive y deja vivir. El murió luego de tener un altercado

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