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El Divircio Y El Volver A Casarse


Enviado por   •  12 de Diciembre de 2013  •  8.043 Palabras (33 Páginas)  •  807 Visitas

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El

Divorcio

Y

El volver

A

Casarse

Pastor E. Valverde, Sr.

INTRODUCCIÓN

El divorcio y el volver a casarse, ha sido uno de los temas más altamente controversiales entre el cristianismo durante durante los tiempos de la Iglesia. Pues siendo el matrimonio una institución básica en esta vida por cuanto de ella depende la reproducción del genero no solamente de la humanidad que no conoce o no sirve a Dios, mas aun del mismo pueblo de Dios, el tema del Divorcio y el volver a casarse no son de menos importancia que el mismo matrimonio.

En el mas de medio siglo que por mi parte he caminado y ministrado entre el pueblo de Dios han sido muchas las opiniones que sobre este tema he oído, e innumerables los casos que me ha tocado ver y tratar en este respecto. Así que, desde que en mis principios empecé a enfrentarme con problemas de esta índole, yo mismo me vi obligado a tener que formar mi propio criterio sobre ello. (Antes de seguir adelante debo decir que por mi parte bendigo mi Dios y le doy muchas gracias por que hasta la fecha en que esto escribo, Él, y solamente Él , ha guardado por 52 años íntegro nuestro matrimonio. Y así, la compañera con quien uní mi vida conyugal en los años de mi mocedad, es hasta hoy la compañera en mis años avanzados).

Teniendo que tratar diferentes e incontables problemas matrimoniales entre el pueblo de Dios, hace ya bastantes años que tuve que formar mi propio criterio sobre este tema fundamental. Así que para este tiempo lo que digo al respecto es con seguridad y firmeza, y con autoridad doctrinal recibida de Dios. Lo dicho lo he adquirido basándome primeramente en interpretaciones justas de la Palabra de Dios al respecto, y en segundo lugar en las innumerables experiencias vividas a lo largo del ministerio que el señor me ha encomendado. En muchos de esos casos es imperativo estar seguros si es justo delante de Dios lo que determinamos. Pues muchas veces nuestra decisión implica para uno u otro, o para ambos de los afectados, la vida o la muerte espiritual.

LO QUE LIGAMOS O LO QUE DESATAMOS

El señor Jesús dijo a Sus discípulos: “De cierto os dijo que todo lo que ligáreis en la tierra, será ligado en los cielos. Y todo lo que desatareis en la tierra será desatado en los cielos” (Mt. 18; 18). Esta declaración del Señor en referencia a sus ministros tiene un significado muy profundo por cuando de ello depende muchas veces la vida o la muerte espiritual para los creyentes afectados.

No hay ministro que habiendo llevado ya de tiempo la responsabilidad pastoral no se ha visto obligado a tener que determinar de su propio criterio sobre algún problema duro que se le ha presentado en la Iglesia. Por que ciertamente hay muchas Escrituras que nos dicen directamente qué hacer o decir en ciertas situaciones pero tenemos forzosamente que aceptar que no para todos es lo mismo. Y es precisamente entonces cuando, lo aceptaremos o no, tenemos que usar la facultad que el Señor confirió a los ministros en Su Iglesia, principiando con los apóstoles. Pues Él, como el Autor Supremo del Libro Santo sabe mejor que al tratar de poner en letras la resolución de todos los problemas que se han originado entre Su Pueblo, “ni aun en el mundo pienso (dice Juan) que cabrían los libros que se habrían de escribir” (Juan 21;25).

Por la parte negativa, es cierto que durante todas las edades han sido incontables los falsos ministros que han reclamado tener la potestad aludida, y han usado para promulgar sus interpretaciones y doctrinas torcidas. Pero no es justo que por causa de los falsos enseñadores, los fieles que anhelamos hacer lo justo ante el Señor no usemos de la facultad que por Él nos ha sido conferida.

Por mi parte, hace muchos años ya que tuve de convencerme que aunque a veces no queramos, cuando no teniendo en la Palabra de Dios una base especifica para dar un consejo o tomar alguna medida seria, tenemos que usar la facultad aludida usando de nuestro propio criterio para determinar qué es lo que se debe de hacer en aquella seria situación que aun implicare vida o muerte espiritual. En estas responsabilidades nuestras como ministros, el Señor mismo es quien nos compromete para que juzguemos y decidamos en toda clase de problemas donde la Palabra de Dios calla, o para que interpretemos correctamente las Escrituras basándonos sobre el fundamento de la justicia y el amor para librar de los lazos satánicos a unos, y aun para sacar del infierno a otros que lo pidieren.

Como ministros verdaderos de Dios, en quienes el Señor ha puesto Su Espíritu Santo para que nos guíe, unos de los problemas serios con que seguido tenemos que enfrentarnos es el del divorcio y el de volver a casarse. Y en muchos de estos casos es por lo regular donde nuestro propio juicio “liga o desata”.

LAS DIFERENCIAS EN LAS CULTURAS

Para este tiempo me consta que muchos de los problemas que han existido y que hasta hoy prevalecen en nuestros ambientes cristianos, y muy particularmente en el aspecto del tema que nos ocupa, han sido originados por ignorar consiente o inconscientemente lo importante de las diferencias en las culturas. Para el fiel ministro de Dios es imperativo el realizar esto, pues de otra manera el ministro se va a confundir y no va a poder a hacer justicia.

Empezamos por decir que es fácil para todos entender que en gran parte la Sagrada Biblia es la historia del pueblo Hebreo, y de la relación del pueblo Judío con el Dios de Israel. Así que todas las promesas, ordenanzas, mandamientos y doctrinas que ahora nosotros los cristianos entre los Gentiles en el Nuevo Pacto reclamamos nuestras, invariablemente tienen sus raíces en el Torah (la Ley). Y todas están también inexorablemente fundidas con los escritos de los profetas de Israel, y ligadas estrechamente con la Cultura del Libro, y las interpretaciones del culto Judío primeramente sacerdotal, y luego rabínico. Pues el pueblo de Israel nunca ha dejado de ser el oráculo divino y portador especial de las verdades del Hacedor del universo ante el mundo.

Cuando a través de los siglos el mensaje divino ha sido predicado entre los Gentiles cuyas culturas son semejantes a las del pueblo Judío, como en el caso de las razas del mundo oriental, muchas de las ordenanzas y doctrinas del Nuevo Pacto concuerdan con esos

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