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El Fantasma De Canterville.


Enviado por   •  24 de Mayo de 2013  •  3.134 Palabras (13 Páginas)  •  523 Visitas

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El Fantasma de Canterville

Capitulo 1

En el primer capitulo habla de que Hiram B. Otis y su familia llegan desde América a Europa. El compró el Catillo de Canterville pero el dueño lord Canterville le advirtió de un fantasma y Otis le dijo que venían de un lugar moderno que el dinero lo compraba todo y que se iba a quedar también con los muebles y con el fantasma pues ellos no creían en los fantasmas. Pero lord Canterville le dijo que recordara que el le había advertido de el fantasma.

Semanas después se arregló la venta y la familia se fue a Canterville.

Su esposa mistress Otis era muy bella y gozaba de una excelente salud. Era un ejemplo de una verdadera inglesa.

Tenia un hijo llamado Washington era un joven rubio de buena presencia conocido como excelente bailarín. También tenía una hija llamada Virginia E. Otis una muchacha de 15 años esbelta y graciosa como una gacela.

Y por ultimo unos gemelos llamados “barras y estrellas” porque siempre estaban agitados y moviéndose.

Al llegar al Castillo de Canterville, salió a recibirlos el ama de llaves mistress Umney que vestía con seda negra con cofia y delantal blancos.

Entraron a una biblioteca donde vieron que el té estaba servido se sentaron y empezaron a mirara a su alrededor y la señora Otis vio una mancha en el suelo y le dijo a la ama de llaves y ella le contesto que era una mancha de sangre que era de lady Leonor Canterville que había sido asesinada por su propio esposo, que no se podía quitar y Washington le dijo que con el quita manchas ‘campeón Pinkerton’ se quitaría. Al utilizarlo mistress Umney se quito inmediatamente, -sabia que él lo conseguiría- dijo Washington y en ese momento cayó un trueno y Umney cayó desmayada, poco después regresó en sí. Y la familia Otis le dijo que ellos no le temían a los fantasmas.

Capitulo 2

Hubo tormenta toda la noche y al otro día cuando bajaron a desayunar apareció la mancha. Washington decía que no había sido culpa del detergente sino del fantasma. Frotó la mancha, la borró y al otro día otra vez apareció a pesar de haber pasado llave al cuarto.

El señor Otis pensó que no debía haber negado la existencia del fantasma y su señora quería hacerse socia de la Sociedad Psíquica y Washington escribió una carta ala empresa sobre “las persistencias de las manchas sanguíneas de un crimen”

Todos ya pensaban en un fantasma.

La familia había aprovechado el fresco de la tarde para dar un paseo en coche.

Regresaron a las nueve, y tomaron una ligera cena.

La conversación no versó ni un momento sobre los fantasmas.

Los asuntos que discutieron, por lo que luego he sabido por mistress Otis, fueron simplemente los habituales en la conversación de los americanos cultos que pertenecen a las clases elevadas.

Fueron a dormir y media hora después se oyó un ruido en el corredor, al lado del dormitorio que despertó al señor Otis. Era un golpeteo metálico que se acercaba, encendió un fósforo ahora, eran la una de la mañana y escuchó un ruido de pasos. Se puso las pantuflas, tomó un frasquito y abrió la puerta. Justo al frente vio con la luz de la luna, a un anciano de aspecto horrible, con los ojos rojos, cabello canoso y enredado que caía sobre sus hombros, vestiduras antiguas, sucias deshilachadas, y colgando de sus puños y muñecas, pesadas cadenas y oxidados grillos.

El señor Otis le ofrece aceitar las cadenas con lubricante ‘Sol naciente’ diciéndole que era muy eficaz y se lo dejó sobre la mesa de mármol. El fantasma quedó petrificado, se enojó, arrojó el frasco contra el piso, rugió y huyó rápidamente por el corredor, emitiendo una luz verde.

Todavía no había llegado a la escalera que se abrió una puerta y dos siluetas infantiles vestidas de blanco reaparecieron y le tiraron con una almohada el fantasma Utilizando como medio de fuga la cuarta dimensión del espacio, se desvaneció a través del estuco, y la casa recobró su tranquilidad.

Jamás en toda su brillante carrera, que duraba ya trescientos años seguidos, fue injuriado tan groseramente.

Sus grandes hazañas le pasaban por su imaginación.

Y, con entusiasmo ególatra del verdadero artista, pasó revista a sus creaciones más célebres.

¿Y todo para qué? ¡Para que unos miserables americanos le ofreciesen el engrasador marca "Sol-Levante" y le tirasen almohadas a la cabeza! Era realmente intolerable.

Además, la historia demuestra que jamás fantasma alguno fue tratado de aquella manera.

Capitulo 3

A la mañana siguiente en el desayuno la conversación sobre el fantasma fue extensa: el ministro estaba un poco ofendido porque el fantasma no le aceptó el engrasador, Míster Otis dijo que si no quiere usar el engrasador tendrán que quitarle las cadenas para que no esté haciendo ruido en las noches. Los cambios de color que sufría la mancha eran comparables a los de un camaleón, produjeron así mismo comentarios de los miembros de la familia, estos cambios caleidoscópicos regocijaron a la familia y empezaron a apostar sobre que color seria al día siguiente, pero la joven Virginia no quiso participar de la broma. Virginia siempre se sentía impresionada ante la mancha de sangre

La segunda aparición del fantasma fue el domingo por la noche. Todos se despertaron con un ruido horrible y bajaron al hall; se encontraron con una armadura caída y el fantasma sentado sobándose la rodilla de dolor. Rápidamente los gemelos sacaron sus cerbatanas y le dispararon; pero él se levantó bruscamente y se lanzó rápido apagando la vela de Washington dejándolos en la obscuridad total y cuando llegó a la cima de las escaleras se empezó a reír satánicamente, pero al acabar salió la señora Otis y le ofreció un frasco de la tintura del doctor Dobell para su supuesta indigestión; estuvo a punto de convertirse en un perro negro pero como los gemelos lo iban a emboscar y desapareció. Y cuando llegó a su cuarto y pensó que lo que lo que más le humillaba era que ya no podía llevar una armadura para poder asustarlos. Durante varios días estuvo malo y no pudo salir más que para mantener la mancha de sangre.

Quiso volver a asustarlos y eligió el 17 de agosto y durante el día escogió lo que iba a vestir: un sombrero

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