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Ensayo Del Libro Cazadores De Microbios


Enviado por   •  8 de Septiembre de 2013  •  1.745 Palabras (7 Páginas)  •  779 Visitas

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garrapatas, pero su pregunta era ¿Cómo transmitían estos bichos la enfermedad de una vaca a otra? Lapregunta era espinosa y Smith se propuso desentrañarla.Un buen día, en el verano de 1890, cada una de las piezas del gran rompecabezas empezaron a encajar, graciasa un hecho imprevisto y singular. Si tomo garrapatas jóvenes, incubadas en el laboratorio y las pongo en unavaca norteña y las dejo atiborrarse de sangre, ¿podrán extraerle sangre suficiente para provocarle una anemia?.Hizo la prueba, eligió una vaca gorda y la puso en un pesebre, y día tras día fue depositando en ella centenaresde garrapatas jóvenes. Todos los días hacia pequeñas incisiones en la piel de la novilla para extraerle unasgotas de sangre y ver si la anemia progresaba. Una mañana, se acercó al pesebre y al poner la mano sobre lavaca, notó que estaba demasiado caliente, tenía la cabeza gacha y no quería comer. La sangre de las incisionesestaba ligeramente viscosa y oscura. Smith regreso a su laboratorio con las muestras de aquella sangre, en elmicroscopio pudo ver lo glóbulos rojos rotos, destruidos, en lugar de aparecer sanos. Ahí estaba la solucióndel problema: el asesino no era la garrapata adulta, sino su hija. Comprendió porque tardan tanto tiempo loscampos en hacerse peligrosos: la garrapata madre tenía que poner los huevos, que tenían un tiempo deincubación de 20 días o más y las garrapatitas tenían que escabullirse por el campo y encontrar a la vaca, loque les costaba semanas.Finalmente después de cuatro veranos en 1893, Smith se dispuso a contestar el complejo problema de la fiebrede Tejas, exponiendo la formula para su desaparición.Este informe de Teobaldo Smith fue un gran avance en el progreso de l humanidad, pues mostró la maneraextraña en que un insecto puede transmitir una enfermedad. La exterminación consistía en bañar al animal ensoluciones antisépticas para acabar con las garrapatas y mantener los campos limpios de estos bichos.La cacería de microbios de Teobaldo Smith fue la primera hazaña que dio a los hombres el derecho decontemplar visiones de un mundo transformado.

CAPITULO IXB R U C ELa pista de la mosca Tse−tse

Corría la década de 1890 y en América, Teobaldo Smith había demostrado que una especie de garrapatastransmitía la muerte de un animal a otro. David Bruce, de espíritu aventurero y un tanto pedagogo, queríallegar mas, mas allá.. Los virus misteriosos que infectaban África habían convertido a ese continente en uninfierno.Al regresar de la escuela de Medicina de Edimburgo, David Bruce entró en el Servicio Medico del ejércitoingles. Fue destinado a la guarnición inglesa de la isla de Malta en el Mediterráneo, y para allá partieron él ysu esposa. En la isla reinaba una enfermedad misteriosa llamada fiebre de Malta, que producía en los soldadosfuertes dolores en las tibias. Bruce decidió buscar la causa de la fiebre de Malta. Y se paso semanas enterasaprendiendo a preparar un medio de cultivo a base de caldo de carne y agar−agar para el microbio de la fiebrede Malta. Compró varios monos y trató de inyectarles sangre de soldados enfermos, su esposa, que era su fielayudante, lo ayudaba a sujetar a los monos.Esta pareja de bacteriólogos recién casados, trabajaron y descubrieron el microbio de la fiebre de Malta. Peroen 1894, el médico cirujano David Bruce y su mujer se encontraban en Natal, viajando rumbo a Ubombo,donde los enjambres de moscas tse−tse los escoltaban. Ellos dos solos constituían la primera ComisiónBritánica para el Estudio de la Nagana, en Zululandia.Se les ordenó estudiar todo lo relacionado con la enfermedad llamada nagana, algo que hacia imposible la

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agricultura y peligrosa la caza mayor. La nagana se infiltra en los mejores caballos, pelándoles la piel ydestruyéndoles la grasa mientras en el vientre se les forman bolsas acuosas; una película lechosa les cubre losojos dejándolos ciegos, de la nariz les escurre una delgada secreción, la cabeza les cuelga lastimosamente y alfin, mueren todos. Lo mismo sucedía con el ganado.No tardaron mucho en dar el primer paso adelante: en la sangre de uno de los caballos enfermos, Bruceobservó, entre los glóbulos rojos, una danza violenta y desusada; encontró un espacio libre en aquel herviderode células sanguíneas, y allí de pronto encontró la causa de toda aquella agitación: un curioso bicho, muchomayor que cualquier microbio corriente; un ser de cuerpo aplastado, con una de las extremidades roma y laotra provista de un delgado flagelo.Uno tras otro fueron apareciendo, en el espacio libre del campo visual, varios de estos animalesextraordinarios, que no se movían como los microbios comunes. Cada uno de ellos se precipitaba sobre losglóbulos rojos atacándolos, tratando de penetrarlo.Eran tripanosomas. Aquellos seres los encontraron en la sangre, en la secreción de los parpados inflamados yen la extraña gelatina que sustituía la grasa. En perros, vacas y caballos sanos no encontraron ni uno solo deestos bichejos; pero en las vacas a medida que agravaban su número aumentaba.Solo cinco semanas habían podido dedicar al estudio de la nagana cuando tuvieron que trasladarse aPietermaritzburg, sus sueños de ocuparse de la nagana se esfumaban.En septiembre de 1895 Bruce y se mujer volvieron a tomar el camino a Ubombo para tratar de desentrañar elmisterio de cómo la nagana pasa de un animal enfermo a uno sano.Los europeos experimentados decían que la mosca tse−tse era la causa de la nagana y al picar a los animalesinyectaba un veneno; mientras los aldeanos zulús decían que la nagana era

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