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Ensayo Kiwi


Enviado por   •  2 de Julio de 2015  •  2.244 Palabras (9 Páginas)  •  299 Visitas

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KIWI

CARMEN DE POSADAS

ED. EL BARCO DE VAPOR

Una mañana, muy temprano, el cartero dejó en el buzón de la granja un paquete.

Yo creo que fue por error. Era grande, cómo una gran caja de zapatos. Y venía de muy lejos.

-¡MIRAD!

¡Nos han traído un regalo!

-dijo el gallo.

Como siempre madrugaba mucho, fue el primero en verlo.

Los patos se acercaron. También los tres cerditos, y la vaca, y las gallinas, y Perro, que era el guardián de la granja.

-NO alborotéis- ladró-. No os acerquéis tanto. ¡Puede ser peligroso!

Pero los cerditos ya habían cogido el paquete y lo estaban examinando. El cerdito número uno pegó la oreja al paquete. Lo agitó y dijo:

-¡es un reloj! Oigo algo así como un “Tuc-tuc-tuc”.

El cerdito número dos olfateó con sus grandes narices y dijo:

-Mmm… ¡Es comida! Huele muy bien.

El cerdito número tres miró con atención la caja. Sobre todo, unas letras que lleva escritas. Pero como no sabía leer… pues no pudo decir nada.

-Apartaos, apartaos- insistía Perro-. Yo soy el responsable de la seguridad de la granja. Ahora mismo voy a tirar al río este peligroso paquete.

Ya estaba a punto de arrojar la caja, cuando habló Colibrí y dijo:

-Creo que lo mejor será abrirlo y ver lo que contiene. Si es algo peligroso entonces lo tiramos.

Todos estuvieron de acuerdo y siguiendo a Perro, que llevaba en las manos la misteriosa caja, el colibrí y el gallo, los cerditos grises y los patos, todos se dirigieron a casa de Mamá Gallina, para abrir el paquete.

Mamá gallina andaba muy ocupada preparando el desayuno. Se extrañó mucho al ver a tanta gente.

-Tengo mucho trabajo- dijo un poco enfadada-.Volved más tarde.

Pero al ver la misteriosa caja, también a ella le picó la curiosidad. Y quiso que la abrieran enseguida.

Haciendo corro, los animales se arremolinaron alrededor de Perro. Muy serio, empezó éste a deshacer el paquete.

-Ojalá sea una crema para tener la cresta brillante- suspiró Gallo, que era muy presumido.

-A mi me gustaría un tocadiscos- dijo Colibrí.

-¡Algo de comer! – chillaron los cerditos.

Y todos hablaban y nadie se ponía de acuerdo. Cuando al fin consiguieron abrir el paquete, entonces sí, todos exclamaron lo mismo: “¡Oooh!” Un “¡Oooh!” muy grande.

Porque dentro de la caja, muy bien protegido entre algodones, había … ¡un huevo!

¡Un extraño huevo blanco con manchitas pardas!

El primero en alejarse, desilusionado, fue Gallo. Lo siguieron los cerditos. Los patos se marcharon sin decir ni pío. ¡Bah!, un vulgar huevo…

Al final, Perro y Mamá Gallina se quedaron solos. ¡Todos habían creído que el paquete tendría algo importante! Pero… ¡un huevo…!

En las granjas, como todo el mundo lo sabe, un huevo es cosa de nada.

-¿Qué haremos ahora con este bebé? – dijo Mamá Gallina-. ¿De quién será?

-¿No será tuyo, Mamá Gallina?- le preguntó Perro.

- ¡Desde luego que no! – contestó ella casi ofendida. ¡Mis huevos son blancos! ¡Hermosos! ¡Sin manchas…! Perdóname, estoy muy ocupada, voy a dar el desayuno a mis polluelos.

-¿Y quién se ocupará de éste?- dijo Perro señalando el huevo-. Necesita una mamá.

Mamá Gallina se había puesto el delantal, y salía a buscar semillas y lombrices para el desayuno.

-¡Qué se ocupe otra persona! – gritó. Yo no podría educar bien a ese pollo. ¡Tengo que ocuparme de los míos!

Perro cogió la caja y se fue a ver a los patos. Los encontró chapoteando en el río.

-¡Eh, mamá Pata! – gritó desde el puente - ¿puedes venir un momento?

Mamá Pata se acercó nadando. Los patitos la seguían, diciendo:

-Cuá, cuá, cuá…

-Este es el huevo que venía en el paquete-dijo Perro-. ¿Podrías cuidarlo tú?

Mamá Pata giró en redondo dándole la espalda: - Me gustaría complacerte, Perro, pero yo ya tengo demasiados patitos que cuidar. Y removiendo la cola, mamá Pata y sus hijos desaparecieron río abajo:

-Cuá,cuá,cuá…

Perro miró el huevo blanco con pintitas pardas y pensó que, tal vez, necesitase un poco de calor. Así cogió una brazada de paja y la metió en la caja. Y la tapó con cuidado, para no hacerle daño. Después, llevando la caja con mimo, fue a buscar a los cerditos grises.

Los cerditos estaban en su chiquero, comiendo. Como siempre. De vez en cuando dejaban de comer, para revolcarse en el fango, tan fresquito, tan húmedo. Llegó Perro y se asomó a la puerta:

-¡Eh, cerditos!- gritó- Éste es el huevo que venía en el paquete. ¿Querrías ocuparos de él?

Pero tampoco los cerditos quisieron:

- Hombre… sí que nos gustaría. Ahora, mientras es huevo, no es ningún problema. Pero luego, cuando nazca, necesitará mucha comida y tendríamos que trabajar mucho para buscarla. No, no podemos encargarnos de él.

Perro volvió a coger la caja y se fue a ver al señor Gallo. Pero ni pudo hablar con él. ¡Estaba demasiado ocupado en peinarse las plumas y cantarle a las gallinitas! Así que perro dirigió sus pasos hacia la casa de Colibrí, que vivía en un manzano.

-¡Hola, Colibrí! – gritó Perro desde abajo -. ¿Estás en casa?

Al cabo de un rato, apareció

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