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LOS SIETE SABERES NECESARIOS PARA LA EDUCACIÓN DEL FUTURO


Enviado por   •  31 de Enero de 2012  •  4.682 Palabras (19 Páginas)  •  1.230 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Según Edgar Morín: “Hay siete saberes fundamentales que la educación del futuro deberá tratar en cualquier sociedad y en cualquier cultura sin excepción alguna, ni rechazo según los usos y las reglas de cada sociedad y de cada cultura”. El aclara que su texto, no pretende ser en una guía o compendio de enseñanza. Pretende únicamente y esencialmente exponer problemas centrales y fundamentales que permanecen por completo ignorados y olvidados, mismos que son necesarios para la enseñanza del siglo XXI”.

Morín, habla de hacer una reestructuración en la educación para este nuevo siglo y según sus palabras, “esa reorganización no se refiere al acto de enseñar, sino a la lucha contra los defectos del sistema, cada vez mayores. Por ejemplo, la enseñanza de disciplinas separadas y sin ninguna intercomunicación produce una fragmentación y una dispersión que nos impide ver cosas cada vez más importantes en el mundo. Hay problemas centrales y fundamentales que permanecen completamente ignorados u olvidados, y que, sin embargo, son importantes para cualquier sociedad y cualquier cultura.”

Y es por eso que nos ofrece los 7 saberes necesarios para la educación del futuro:

DESARROLLO:

Capítulo 1: Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión

La educación debe conocer las características plurales del ser humano y permitir el error y la ilusión como parte del conocimiento. Conocer el proceso de adquisición de éste, debe ser la necesidad primera para afrontar los nuevos retos.

Se dice que no es posible que la educación que es la que tiende a comunicar los conocimientos, permanezca ciega ante el conocimiento humano, sus disposiciones, sus imperfecciones, sus dificultades, sus tendencias tanto al error, como a la ilusión y, ésta no se preocupe en absoluto por hacer conocer lo que es conocer. El conocimiento no se puede considerar como una herramienta “hecha” que se puede utilizar sin examinar su naturaleza. El conocimiento del conocimiento debe aparecer como una necesidad primera, que sirva de preparación para enfrentar riesgos permanentes de error e ilusión que no dejan de rondar la mente humana.

Entonces para luchar contra los errores de nuestra mente debemos usar la racionalidad, que apela al control del entorno, al control del prójimo, al control de la práctica y al control cerebral para corregir y comprobar nuestras ideas, nuestras teorías y nuestros conocimientos. Esta racionalidad debe permanecer siempre abierta a las críticas, para evitar convertirse en racionalización, lo que nos llevaría al error y la ilusión. La racionalidad dialoga con la realidad, la racionalización se cierra formando doctrinas. Es vital que mantengamos una actitud autocrítica para reconocer la racionalización que se esconde en nuestra racionalidad. Esta es la característica que nos permite distinguir una de la otra: la racionalidad tiene la capacidad de reconocer sus insuficiencias.

Otra fuente de error e ilusión inscrita en nosotros desde el nacimiento son los paradigmas. Los paradigmas seleccionan las ideas que debemos considerar y rechazan las otras, expresándose en axiomas, “verdades evidentes” que ni nos planteamos y que son características de la ceguera de nuestra mente. Los paradigmas, inscritos en nuestro subconsciente nos llevan a actuar y pensar conforme a ellos. Se encuentran en nosotros al igual que determinadas ideas desde que nacemos, por medio del imprinting cultural. De ahí que rara vez la selección sociológica y cultural de las ideas, las ideas que dominan en una sociedad, sea por mérito a su verdad.

Por eso necesario desarrollar e introducir en la educación el estudio de las características cerebrales, mentales y culturales del conocimiento humano, de sus procesos y modalidades, de la disposición tanto psíquica, como culturales que permiten arriesgar el error o la ilusión.

Capítulo 2: Los principios de un conocimiento pertinente

Nos vemos atestados de conocimientos fragmentados que no somos capaces de ligar a nada. Necesitamos generar métodos que faciliten el conocimiento de las relaciones y complejidades de lo que aprendemos para poder contextualizar en algo más global que cobre sentido.

La educación debe promover una inteligencia general capaz de referirse de manera multidimensional a lo complejo, al contexto dentro de una concepción global. El conocimiento que busca construirse en relación al contexto, a lo global y a lo complejo debe movilizar lo que el individuo sabe del mundo, su interpretación.

La educación del futuro debe saber estimular a la mente para la solución de problemas, estimular la curiosidad básica para el descubrimiento. Debe empujar a la mente a utilizar los conocimientos que posee superando las antinomias, la dispersión y disgregación de los conocimientos a la que nos hemos visto llevados por la especialización. Debemos conseguir una visión global del mundo, pero sin olvidar las partes. El no ver lo global nos lleva a perder el sentimiento de responsabilidad que tenemos nosotros como partes del mundo de lo que le pase a este. Esta pérdida de conciencia de formar parte, de ser causa y consecuencia de un todo, lleva al debilitamiento de la solidaridad, al sentirnos o pensarnos ajenos y aislados de lo que pase en el todo del que no nos pensamos parte.

Hablando de los problemas esenciales que tiene el conocimiento para lograr ser un conocimiento pertinente, nombraremos tres :la disyunción y especialización cerrada, que dificulta la contextualización; la reducción, que limita el conocimiento del todo al conocimiento de las partes, y la disyunción que nos impide organizar todo el saber disperso en un saber general contextualizado; y la falsa racionalidad de la que somos víctimas los seres humanos, en nuestra ilusión de ser omnipotentes, sabios y los únicos racionales, cuándo estamos en camino de convertirnos en unos subordinados de nuestra propia ciencia y tecnología.

La falsa racionalidad en la que vivimos, creyendo ser los únicos poseedores del conocimiento y de la razón, nos ha llevado a vivir los grandes problemas, masacres y catástrofes que han sucedido a lo largo del siglo XX y anteriores. La falsa racionalidad nos atrofia la comprensión, la reflexión, la visión a largo plazo, la empatía, el respeto a lo diferente.

Debemos desarrollar la aptitud natural de la inteligencia humana para ubicar todas sus informaciones en un contexto y en un conjunto. Es necesario enseñar los métodos que permiten aprehender las relaciones mutuas y las influencias recíprocas entre las partes y el todo y el todo en un mundo complejo.

Capítulo

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