El аutor Jorge Velasco Mackenzie. La novela "Еl rincón de los justos"

LIBÍDINE

En el presente ensayo se analizará la lujuria que presenta el autor Jorge Velazco Mackenzie en su novela “El rincón de los justos”, este tema central, forma parte de la utopía porque son deseos inmersos en lo más profundo del subconsciente de cada individuo que crea los placeres carnales idealizados que no pueden ser satisfechos en su totalidad.

La lujuria en su afán de complacer sus anhelos llega a realizar ciertos actos para su satisfacción como lo menciona el autor en un segmento de la obra, “Ella abre las piernas y lo queda mirando, se pone las manos en el pubis y lo sigue mirando mientras él se da vueltas en la cama.”1, (p. 71). Las personas inmersas en sentimientos absortos, abriendo las puertas al mero placer.

Las personas se dejan llevar por la seducción provocada en situaciones amenas, queriendo cada vez más involucrarse en actos para poder satisfacer lo que su mente y cuerpo exigen, sumidos en el fulgor que provoca la excitación de un cuerpo desnudo, miradas intensas, sonidos de placer y caricias suaves que recorren cada parte del cuerpo.

La lujuria que no ha podido complacerse, puede llegar a que cada persona busque en sus recuerdos aquellos momentos obscenos, en los que se sintió pleno, como podemos observar en el escrito del autor, “Te pido una cerveza helada hasta la tapa y mientras te miro pienso, mirando tus talones desnudos, y mientras bebo te voy desnudando más, te quito la falda y la blusa, te dejo no más en tus cueros […] recuerdo el sitio donde una vez nos tocamos.”2, (p. 85). Las personas pueden llegar a un orgasmo cósmico creando algunos mundos con cada estocada.

Cada sujeto puede obtener su satisfacción por medio de cualquier método. La mente es un ente muy poderoso que puede llegar a provocar y transmitir los mejores y más trascendentales recuerdos y sensaciones vividas en un momento de su pasado, un grito ahogado de placer y de calma, aquella paz etérea y celestial.

El libido deja de lado la racionalidad que posee cada individuo, evitando que desee cualquier otra cosa que no sea simple placer, como lo hace notar el autor en el siguiente fragmento, “El Sebas con las palmas abiertas fue recorriendo su rostro bajando por el cuello y los hombros, siguiendo hasta los senos que erizaron sus puntas sobre la blusa de hilo. Sin detenerse siguió igual hasta llegar al pubis que se escurrió de repente […] La Narcisa levantó los muslos frente a él que se quedó mirando el pubis ennegrecido y húmedo.”3, (p. 117). Al momento de pleno goce los ojos como águilas observan con lujuria el sexo, adentrándose en el momento y dejándose llevan hasta el fin de la ventura.

Cada hombre y cada mujer es capaz de provocar tal excitación hasta poder llegar a un punto de desenfreno, de pasión y fulgor, apartando totalmente lo sensato del ser humano, sumergiendo sus pensamientos en solo placeres carnales, caricias

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