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Libro Un Maestro


Enviado por   •  14 de Octubre de 2013  •  2.776 Palabras (12 Páginas)  •  1.127 Visitas

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Neuquén

“Un maestro”, el libro recientemente publicado por su entrañable amigo, el escritor Guillermo Saccomanno, retrata gran parte de su vida. Hasta su reencuentro hace pocos años, Saccomanno creyó que Nano era uno de los tantos desaparecidos de la última dictadura militar.

Orlando “Nano” Balbo nació el 24 de octubre de 1948 en Pellegrini, provincia de Buenos Aires, en el campo del que su padre, Santiago, era arrendatario. Juan Bautista, el padre de su padre, nació en el Piamonte italiano; llegó a la Argentina a principios del siglo XX y se afincó al oeste de la provincia de Buenos Aires, casi La Pampa, porque allí le entregaron 200 hectáreas para que las trabaje durante cinco años. Terminado ese plazo, el Gobierno le arrendaba otras tierras vírgenes y a comenzar de nuevo. Juan Bautista se casó con María Carolina Repetto, de cuya unión nacieron tres varones y seis mujeres. También sus abuelos maternos eran inmigrantes. Oriundos de España, Teófilo Martínez y Salvadora Cantel tuvieron seis hijos varones y dos mujeres. La madre de Nano era la menor de los hermanos.

A los catorce años, Don Santiago Balbo había comenzado a trabajar como caballerizo en la estancia en la que estaba contratado su padre, Juan Bautista. Se levantaba a las cinco de la mañana para ir a buscar los caballos y preparar los arados. Nano recuerda que vivían en viviendas precarias, y que toda la familia debía trabajar: era una economía de subsistencia.

En la década del 40’ Don Santiago, se casó con Raquel Beatriz Martínez, nacida en Bocayuva, vía ferrocarril Sarmiento, once años menor que él. De esa unión nacieron: Orlando, María Beatriz y Lidia Raquel.

Los tres hermanos realizaron sus estudios primarios en la escuela del pueblo, a la que eran llevados en sulky por sus padres; luego, Nano estudió magisterio para recibirse de maestro. Jamás abandonó la profesión.

En 1945, la familia se hizo peronista. Dejan de trabajar para otros y alquilan un campo. Allí colocarían un tambo y empezarían a producir leche.

El Servicio militar

En 1969, a Nano le cupo realizar el servicio militar. Eran tiempos de Onganía: estaba en vigencia el Plan Conintes que proponía la militarización del país. Nano fue enviado al sur, a Junín de los Andes. Arribó a la ciudad de Zapala con un frío terrible y con ropa de verano. En el cuartel, los oficiales menospreciaban a los suboficiales porque eran los partidarios de Perón; por este motivo se recurría a los soldados para administrar el cuartel, sobre todo a los que tenían estudios. Allí conoció a jóvenes porteños, que, como él, fueron enviados al sur como en una suerte de castigo. Dos de ellos le resultarían más caros a su corazón y a su genio: el militante peronista Diego Frondizi –con quien compartió calabozo– y el reconocido escritor Guillermo Saccomanno.

Nano comenzó a dictar clases en la Escuela Anexa a las fuerzas armadas del RIM 26, con la noción de que sabía “ponerse en los zapatos del alumno”, enseñanza que había tomado de su maestro, el pedagogo Paulo Freire. Diego Frondizi fue su compañero ayudante en la escuela, a la que asistían también muchos alumnos mapuches. Concluidos los catorce meses del servicio militar, Nano regresó a Pellegrini. Estuvo un breve tiempo trabajando y se volvió a Neuquén. A Diego Frondizi lo habían matado en un enfrentamiento, y a Saccomanno lo pierde de vista. Pero no para siempre.

La Universidad

En 1970 ya estaba de nuevo en nuestra provincia. Comenzó a cursar en la Facultad de Ingeniería, por lo que, al principio, alquiló una vivienda en la vecina localidad de Plottier. Luego, junto con unos amigos alquilaron una casa en la calle Leguizamón de la ciudad de Neuquén; empezó a trabajar como docente en la Dirección de Adultos, que en ese entonces pertenecía a la D.I.N.E.A. (Dirección Nacional de Educación de Adultos).

Debido a su notable conciencia política, Nano siempre estuvo vinculado a debates y propuestas tanto dentro como fuera del peronismo. Apenas arribado a tierras neuquinas, se vio involucrado en una discusión sobre la fiebre aftosa. Allí conoció al Turco Jure, militante del peronismo de Base PB, movimiento clasista. Y en 1973, comenzó a militar en la universidad en donde colaboraba con los grupos juveniles, como antes, en Pellegrini, lo hiciera en la Federación Agraria.

La gran tarea de alfabetizar: su amistad con monseñor de Nevares

Nano dejó la carrera de Ingeniería para comenzar a estudiar en la Facultad de Ciencias Agrarias. Poco tiempo después, debió interrumpir nuevamente sus estudios: fue convocado por el gobierno de Cámpora para coordinar el programa de Alfabetización CREAR (Campaña de reactivación educativa del adulto para la reconstrucción). Para dar conocimiento del proyecto a la Iglesia neuquina, pidió audiencia con monseñor Jaime de Nevares. Éste rápidamente se adhirió al programa.

En 1975, Nano se instaló en Cipolletti y comenzó a trabajar en escuelas. Eran los tiempos de Remus Tetu, tristemente célebre rector de la Universidad, quien termina por echarlo de la facultad.

Por aquellos días también comenzó a destacarse como secretario parlamentario de la Diputada justicialista René Chávez.

Nano fue amigo de Caíto Sapag. Concurría asiduamente a la casa del gobernador, y doña Chela, la esposa de don Felipe, siempre les preparaba comida. Nano recuerda que, cuando se dedicó eventualmente a la venta de quesos, Don Felipe se paraba a conversar con él y sus amigos para tener un conocimiento más profundo sobre el pensamiento de la juventud.

1976: el golpe de Estado

Apenas iniciado el proceso de reorganización nacional el 24 de marzo de 1976, Nano fue tomado preso y trasladado a la prisión de máxima seguridad U 9 de la capital neuquina. Allí permaneció seis meses. En dependencias de la Policía Federal fue torturado con picana eléctrica, por lo que perdió la audición de ambos oídos. El 6 de septiembre de ese mismo año lo trasladaron a una prisión de la ciudad de Rawson, en Chubut, donde permanecería por un año y medio.

El exilio: Italia

En Navidad de 1977 a Nano le concedieron la autorización para abandonar el país. Así fue que en febrero de 1978 partió con rumbo a Italia. Pero en el país europeo las cosas no empezaron nada bien: no lo querían dejar entrar. Afortunadamente él contaba

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