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Los Gajes Del Oficio


Enviado por   •  19 de Octubre de 2012  •  1.152 Palabras (5 Páginas)  •  3.621 Visitas

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LOS GAJES DEL OFICIO

Andrea Alliaud – Estanislao Antello

Capítulo 1: ¿A qué llamamos enseñar?

Capítulo 2: Grandezas y miserias de la tarea de enseñar.

Capítulo 3: Los maestros a través del espejo. Una mirada desde la biografía escolar.

Capítulo 4: La maestra modelo y el modelo de maestra.

-La herencia

En los orígenes de los sistemas educativos formales, se utilizó la estrategia del “modelo” para la formación de las instituciones y los sujetos. En nuestro país, el 13 de Junio de 1.870, por un Decreto del entonces Presidente de la Nación Don Domingo Faustino Sarmiento  se creó la Escuela Normal de Paraná (una escuela de Boston, trasladada a la Argentina) como institución modelo. Esta escuela seguía el movimiento estadounidense, y sus docentes fueron traídos desde allí. Luego se crearían la Escuela Normal de Tucumán, y muchas otras en el resto del país, siempre tomando como base la de Paraná. En ellas había dos tipos de cursos: el normal, destinado a los futuros docentes, y la escuela de aplicación, que eran escuelas primarias que cumplían la función de formar futuros educadores desde ese nivel, y además servían de escenario para que los practicantes aplicaran lo aprendido.

Al institucionalizar la educación, junto con los reglamentos escolares, planes de estudio y los programas de enseñanza, se definieron los modelos que poseían todas las cualidades y propiedades que los demás (personas o instituciones) debían alcanzar. Por el momento histórico que la nación atravesaba, se esperaba que el maestro cumpliera una función civilizadora, socializadora, moralizadora, educadora y disciplinadora (la pedagogía del modelo).

El maestro modelo debía poseer buena presencia, buenos modales, hábitos, formas de vida, valores y nivel cultural, ya que era lo que se esperaba que transmitiera a sus educandos, e influenciara también a sus familias. Según el positivismo, el ejemplo educa más que el precepto, por eso era tan importante que el modelo practicara, más que predicara, lo que enseñaba. Las cualidades morales (deber ser) y los saberes (saber hacer) fueron los pilares fundamentales de este proceso normalizador-disciplinador. Los modelos resultaron efectivos para homogeneizar e igualar tanto a las personas como a las instituciones.

Para que un modelo funcione como tal, tiene que ser reconocido por los otros como algo o alguien destacado, distinto, pero no inalcanzable, algo superior, admirado y deseado.

Los productos surgidos de los modelos (ya sean alumnos, futuros docentes o instituciones) son copias, reproducciones, imitaciones más o menos parecidas al original, pero nunca llegan a ser lo mismo. Vistos desde el modelo, siempre serán algo inacabado, siempre les faltará algo; no así el modelo, al que no le sobra pero tampoco le falta nada, ya que se lo asocia con la perfección, la obra completa, acabada. Los modelos, o sea las instituciones y sujetos ejemplares, que educan, forman, producen, lo hacen siempre a imagen del original.

Los pedagogos progresistas le cuestionan a la pedagogía del modelo su rigidez, acartonamiento y falta de vitalidad, lo estereotipado, que se oponen a la creatividad, la libre expresión, el cultivo de la personalidad y el aprendizaje mediante la experiencia. El modelo promueve la pasividad y la imitación.

A pesar de todo esto, los modelos

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