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Mexico Ante Dios


Enviado por   •  30 de Enero de 2013  •  2.255 Palabras (10 Páginas)  •  772 Visitas

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INTRODUCCIÒN:

Toda la acción, ocurre en un día de 1891, en las mazmorras de San Juan de Ulúa, donde dos prisioneros conversan. Uno de ellos, viejo y moribundo (Valentín Altamirano), cuenta al otro (Ponciano Prieto) tremendos secretos relacionados con el verdadero papel del clero católico en momentos decisivos de la historia de México y le revela el paradero de las pruebas documentales de acciones infames, como pactar la declaración de independencia del país para conservar los privilegios que en España le quitaron a la Iglesia las Cortes de Cádiz, o acordar con Porfirio Díaz una serie de medidas que irían neutralizando los efectos de las Leyes de Reforma, promulgadas por Benito Juárez. La narración se entiende con datos y peripecias significativos; por ejemplo: en el tribunal que juzgó a Miguel Hidalgo fueron los curas quienes con mayor encono pidieron su fusilamiento y luego, ante la duda del pelotón de dispararle a un sacerdote, argumentaron: “Al matar a Hidalgo te salvarás… Dios te ha escogido y te premiará con el cielo cuando aprietes el gatillo y acabes con la vida de este gran hereje.” Los personajes y la obra en general son muy explícitos respecto a que lo condenable en esta serie de infamias es la actuación de personas concretas (pertenezcan al clero o no), y de ningún modo se manifiestan contra el dogma, la doctrina o la fe católica; también dejan claro que a lo largo del siglo XIX en México la Iglesia católica estuvo siempre aliada al poder y para defender sus intereses traicionó, corrompió, manipuló y mintió sin reservas, siempre desde las sombras.

México ante Dios no aborda, de ninguna manera, temas religiosos ni cuestiona la fe de los creyentes ni intenta ser un tratado de teología ni analiza convicciones espirituales. Nada más alejado de ello. Los dogmas católicos, la liturgia y las Sagradas Escrituras, la Santísima Trinidad y la Purísima Concepción, entre otros tantos temas relacionados con el catolicismo, están absolutamente desvinculados de la preocupación central que justificó el estudio y la redacción de México ante Dios

En esta novela histórica el protagonista central es el alto clero católico mexicano del siglo XIX, el mismo que detentaba más del cincuenta por ciento de la propiedad inmobiliaria del país, sin permitir que dicha riqueza circulara en beneficio de una sociedad empobrecida e ignorante.

La iglesia católica contaba con: cárceles clandestinas, con policía secreta, ejércitos privados, fueros constitucionales. Y su obligación de divulgar el Evangelio

Condeno al clero que convirtió los púlpitos en tribunas políticas y controlaba el funcionamiento de los poderes públicos, así como las relaciones sociales y familiares; al que acaparaba la riqueza en detrimento de la prosperidad social; al que utilizaba los confesionarios para cuidar sus intereses políticos y económicos; al que concentraba la educación entre ciertos privilegiados impidiendo la alfabetización, al extremo de que el día de la coronación de «su» Iturbide el nuevo país nacía con un lastre temerario de noventa por ciento de analfabetos; al que organizaba fiestas religiosas obligatorias más de una tercera parte del año para aumentar la recaudación eclesiástica y las limosnas. Critico abiertamente a la iglesia que invariablemente se opuso al ingreso de extranjeros no católicos en nuestro país, acción cuyas consecuencias no hemos terminado de pagar; a la que luchó en contra de la libertad de expresión y saboteó con todo el poder a su alcance, recurriendo inclusive a las armas, cualquier proyecto de separación Iglesia-Estado y rechazó con cañones la posibilidad de considerar la libertad de cultos y la de conciencia, la de pensar... ¿Qué somos si ni siquiera podemos pensar libremente?. Me pareció increíble este escrito pues expresa realmente lo que yo creo. No somos nadie si no podemos decidir ni pensar por nuestra cuenta. La iglesia siempre se ha encargado de evitar el progreso desde hace mucho tiempo, incluso no solo la religión católica o la iglesia católica ha creado estos impedimentos para el progreso de la humanidad.

Es siempre un impedimento el miedo de la humanidad. Las religiones siempre fueron impuestas incluso las culturas o la historia ha sido impuesta. Es el miedo de los humanos el que nunca ha dejado pensar con claridad, es el miedo el que aun en nuestros días no nos deja crecer como personas (laboral, académicamente, disciplinariamente o reaccionar), el miedo nos crea un sentimiento de inferioridad con todas las personas en todos los aspectos.

Una sociedad educada y dirigida por un clero traidor, voraz, inescrupuloso, prejuicioso, enemigo de la evolución y del progreso, cerrado a las corrientes ideológicas. Las bajas clases sociales son fanáticas en lo político y en lo religioso, ahí está la verdadera gente explotable.

El clero mexicano invariablemente estuvo en contra de los derechos universales del hombre, conquistados a sangre y fuego a raíz de la Revolución Francesa, como lo estuvo en contra de la razón y del intelecto al prohibir la impresión y la importación de libros relativos a la Reforma, a la Ilustración, al Enciclopedismo e impedir la lectura de clásicos como Voltaire, Rousseau, Montesquieu, Diderot, entre otros, Octavio Paz lo sentenció mejor que nadie: somos hijos de la contra-Reforma.

DESARROLLO:

Capitulo l

Un anciano estaba acostado , tapado por unos harapos, el corbatín negro y la camisa blanca, la indumentaria con la que había ingresado meses atrás en una de las mazmorras salitrosas de la fortaleza de San

Juan de Ulúa, del puerto de Veracruz.

La vida había sido muy generosa con el , pues nunca antes de este feo año de 1891 lo habían obligado a tirarse por una de las ventanas del infierno. Ningún crimen puede justificar un castigo tan devastador y perverso.

Cuando los agentes corrieron un largo cerrojo y colocaron un candado cubierto de herrumbre, al tiempo que el horror se apoderaba de él en el interior fétido y vomitivo del calabozo vio a los alcances de los enemigos, el apetito de venganza de mis verdugos, los esbirros del dictador Díaz, quienes me condenaban, sin posibilidad alguna de defensa, a una lenta agonía. «¡Oh vosotros, los que entráis, abandonad toda esperanza!», rezaba un texto a la entrada del infierno, según Dante.

Lo último que escucho aquella mañana aciaga, cuando las pisadas de sus captores se perdían, entre carcajadas, a lo largo de los pasillos arenosos de Ulúa fue un «¡Ya cállate, pinche mariquita! ¿No que eras muy machito pa’ criticar a don Porfirio...? ¡Ahora te chingas, cabrón!»

. Nadie sabe lo que voy a decirte, por todos los santos: escúchame antes

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