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Oportunidad


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2014  •  1.041 Palabras (5 Páginas)  •  157 Visitas

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CAPITULO 57

El salón estaba decorado con gran elegancia. Había jarrones colgados de las paredes, con enormes arreglos de flores blancas y amarillas, y unos ramos similares en centros repartidos por la estancia. Las ventanas, los tabiques y prácticamente todo lo que no se movía estaba cubierto de guirnaldas. Había unas mesitas cubiertas con vistosos manteles salpicados de confeti brillante. Y unos grandes lazos decoraban los respaldos de las sillas por detrás.

En una esquina había un enorme pastel a juego con los colores de la habitación. Y a su lado, sobre una mesita, unos cuantos regalos para la cumpleañera.

Había un cuarteto de cuerda junto a una pared, lo que hacía que mi iniciativa perdiera toda su gracia, y un fotógrafo se paseaba por la habitación, captando instantáneas para compartir con el público.

En la habitación reinaba un ambiente festivo. Tiny —que hasta ahora solo había conseguido intimar con Marlee— hablaba con Emmica y Jenna, y se la veía más animada que nunca. Marlee estaba junto a una ventana, y parecía que montaba guardia como los soldados. No parecía tener ninguna intención de alejarse de aquel rincón, pero paraba a todo el que pasaba para charlar. Un grupo de Treses —Kayleigh, Elizabeth y Emily— se giraron, sonrientes, y me saludaron con la mano. Les devolví el saludo. Todo el mundo parecía estar feliz y de buen humor.

Salvo Celeste y Bariel. Generalmente eran inseparables, pero en aquel momento se encontraban en extremos opuestos de la habitación: Bariel hablaba con Samantha; Celeste estaba sola en una mesa, agarrando una copa de cristal con un líquido de un color rojo intenso. Estaba claro que me había perdido algo de lo que había ocurrido entre la cena del día anterior y aquel momento.

Cogí de nuevo la funda de mi violín y me dirigí al fondo de la sala para ver a Marlee.

—Hola, Marlee. Vaya fiesta, ¿no? —pregunté, dejando el violín en el suelo.

—Desde luego. —Me abrazó—. He oído que Niall vendrá más tarde para desearle a Kriss feliz cumpleaños en persona. ¿No es encantador? Supongo que él también tendrá un regalo.

Marlee siguió adelante con su típico entusiasmo. Yo aún me preguntaba cuál era su secreto, pero confiaba en que me lo contaría si lo necesitaba. Hablamos de tonterías unos minutos hasta que oímos un clamor generalizado en la entrada al salón.

Marlee y yo nos giramos y, aunque ella mantuvo la calma, sentí que me deshinchaba por completo.

La elección del vestido de Kriss había sido un acto de estrategia increíble. Todas íbamos vestidas de día —con vestidos cortos e inocentes— y ella llevaba un vestido de ceremonia hasta el suelo. Pero no era solo la longitud. Era de un color crema casi blanquecino. La habían peinado con una sarta de joyas amarillas que trazaban una línea sobre la frente y que recordaban sutilmente una corona. Se la veía madura, regia, como una novia.

Aunque no sabía muy bien qué pensar, sentí un pinchazo de celos. Ninguna de nosotras disfrutaría de un momento como aquel. Por muchas fiestas o cenas que hubiera, quedaría bastante patético intentar copiar la imagen de Kriss. La mano de Celeste —la que no sostenía la copa— se convirtió en un puño.

—Está preciosa —comentó Marlee, con un aire melancólico.

—Más que preciosa —respondí.

La fiesta siguió, y Marlee y yo nos limitamos casi

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