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Resumen De La Eneida De Virgilio


Enviado por   •  20 de Marzo de 2013  •  13.842 Palabras (56 Páginas)  •  2.914 Visitas

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RESUMEN DE LA ENEIDA DE VIRGILIO

Canto I.

1. Introducción.

El tema de la historia se resume en las palabras "arma virumque" (las armas y el hombre). El hombre, Eneas, un prófugo de Troya, está en manos del destino o el hado. Su misión consiste en llegar a Italia para fundar allí una ciudad. Durante su viaje tiene que enfrentarse con numerosas dificultades, muchas de las cuales deben imputarse a Juno, de la cual es odiado por las siguientes razones: primera, porque la diosa sabe que la ciudad de Cartago, a la que tiene en gran estima, está destinada por el hado a ser des-truida por los descendientes de Eneas; segunda, porque se mostró partidaria de los griegos durante la contienda de Troya; tercera, porque se consideraba a sí misma rechazada por Paris, príncipe troyano; y cuarta, porque se sentía celosa de la simpatía que el padre de los dioses había mostrado por el joven troyano Ganímedes. Por causa de Juno, Eneas y sus acompañantes tuvieron que andar errando por el mar varios años. "¡Tantos trabajos costó la fundación de la raza romana!"

2. Sorprendido Eneas, mientras navegaba, por una tormenta es arrastrado a las costas de África del Norte.

Eneas y sus compañeros navegan fuera de las costas de Sicilia. Aun cuando sabe que el troyano ha de lograr su objetivo, Juno no puede menos de dejar sentir su iracundia. La diosa acude a Eolo, rey de los vientos, suplicándole que levante una tempestad para que zozobren las naves de Eneas. Quebrantado por los años de lucha y abatido ante la furia de las olas, Eneas no puede menos de exclamar (94-96):

... <<¡Oh, una y mil veces felices aquéllos que tuvieran la suerte de morir ante la mirada de sus padres, bajo las altas murallas de Troya>> ...

Neptuno, rey del mar, enfurecido porque el dominio del mis¬mo le pertenece a él, no a Eolo, apacigua la tempestad. Eneas llega con siete naves maltrechas a un puerto situado en el litoral norteafricano. Sube a una colina para reconocer los alrededores, pero no puede descubrir nada.

3. Júpiter hace la promesa a Venus de que Eneas alcanzará su propósito.

Muy apesadumbrada por los continuos contratiempos que le sobrevienen a su hijo, Venus acude a Júpiter preguntándole si pue¬de confiar en su promesa de que Eneas llegaría a Italia. Júpiter le ruega que no se inquiete. Pronuncia una larga profecía sobre el futuro de Eneas y su pueblo: después de una sangrienta lucha, de la que saldrá victorioso, reinará durante tres años en una ciu¬dad llamada Lavinio. Su hijo, Ascanio, llamado también Iulo, fundará una nueva capital, Alba Longa, y su reinado durará trein¬ta años. Transcurridos trescientos años, Rómulo, hijo de Marte, amamantado por una loba, echará los cimientos de una nueva ciudad y dará a su pueblo un nombre nuevo, el de "romanos". "Éstos -afirma Júpiter- no verán fronteras ni en el espacio ni en el tiempo; reinarán eternamente." Su destino es el de ser due¬ños del universo. Vendrá un gran gobernante, Julio César, quien "pondrá los límites de su imperio en el océano y su gloria en las estrellas". Subirá a los cielos y se impondrá una nueva era de paz.

4. Eneas, bajo la guía de su madre, llega a la ciudad de Cartago, donde es acogido hospitalariamente por la reina Dido.

Eneas, con el ánimo todavía profundamente conturbado, reco¬noce el país donde se halla. Su madre Venus, se le aparece bajo las apariencias de una cazadora y le aconseja que acuda a Dido, reina de Cartago, en demanda de auxilio. Según le informa, Dido es una fugitiva de la ciudad de Tiro, en Fenicia, situada en el oriente del Mediterráneo. Su marido había sido eliminado por el hermano de ella y, viendo su propia vida en peligro, había huido al Norte de África, donde empezaba a construir una nueva ciu¬dad, Cartago. A1 despedirse, Venus no puede resistir al deseo de desprenderse de su indumentaria de cazadora para que su hijo comprenda que ha sido víctima de una ilusión. Venus envuelve a Eneas con una nube que le permitirá pasar sin ser advertido por el interior de la ciudad. Cartago se halla todavía en proceso de construcción, y Eneas observa con asombro que en las paredes del templo están pintadas varias escenas de la guerra de Troya: las mujeres troyanas ofreciendo un sacrificio a Minerva; Aquiles arrastrando a Héctor alrededor de las mura¬llas; Príamo suplicando que le concedan el cuerpo de su hijo; y Pentesilea, la reina amazona, conduciendo sus tropas al combate. Dido se acerca con su séquito. Algunos de los compañeros de Eneas, que ya están presentes, acuden, a la reina en demanda de ayuda. Benévolamente ella se la concede, y con tal generosidad que les ofrece hacerles partícipes de su propio reino. Cuando se lamenta de que Eneas no se halle en su compañía, la nube desa¬parece y Eneas se anuncia a sí mismo a Dido. Le cuenta algu¬nas de sus aventuras y en una forma altamente cortés le suplica que le conceda los medios para llegar a Italia. Impresionada por su presencia y por las pruebas a las que ha sido sometido, Dido le promete concederle todo cuanto esté en su mano. Añade que su prestigio queda garantizado por la fama que ha venido precedién¬dole. Se prepara un gran festejo. Eneas envía a su amigo Acates a que 1e traiga su hijo, Iulo, de las naves donde todavía se halla. Venus, temerosa de que Juno no ponga nuevos impedimentos a su hijo, se propone lograr que Dido continúe mostrándose bien dispuesta para con él. Esta es la causa de que retire a Iulo y de que en su sustitución deje a su propio hijo Cupido, dios del amor, para que "recibiendo las dulzuras de sus besos (de Dido), le in¬flame con el secreto fuego de la pasión", y de esta forma se enamore de Eneas. Empieza la fiesta (697-706):

...La reina les recibió en su estrado adornado con tapices dorados y se sentó en medio (de Eneas y Iulo ).

Llegan ya el padre Eneas y los jóvenes troyanos y se reclinan sobre alfombras purpúreas. Unos criados sirven los aguamaniles, reparten el pan en canastas cubiertas con manteles de fino terciopelo. Cincuenta criadas, en el interior, preparan debidamente la comida y cuidan del fuego; otras cien y otros tantos muchachos de la misma edad llevan los manjares a las mesas y distribuyen las copas.

Cupido empieza a actuar y el corazón de Dido siente los pri¬meros efectos de la pasión. La reina pide a Eneas que cuente sus aventuras.

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