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Rubén Darío, Entre El Erotismo, Lo Religioso Y Lo Pagano


Enviado por   •  11 de Diciembre de 2011  •  461 Palabras (2 Páginas)  •  3.259 Visitas

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Hablar de Rubén Darío es sinónimo de hablar de Modernidad. El poeta nicaragüense fue el gran asimilador de corrientes y estilos, en especial del parnasianismo y del simbolismo franceses, lo que llevó a cabo una renovación radical en los conceptos básicos de la poesía, ritmo, formas métricas y combinaciones de versos, colores y tonalidades que la poesía de entonces desconocía. Así sus poemas se convierten en grandes sinfonías y por lo que al contenido se refiere, hallamos constantemente el gusto por las situaciones convencionales, el fervor místico y la exaltación pagana, la gran visión histórica, etc., tópicos que comúnmente respondían al momento histórico social y cultural en el que vivía. El conjunto de tales innovaciones formales y de contenido es lo que ha recibido el nombre de Modernismo, y podríamos decir que Darío fue el padre de ese movimiento.

Puntualmente, en lo que respecta al poema “Ite, Missa Est”, se puede establecer que el tema principal es el erotismo. Ese erotismo se convierte, en Darío, en el centro de su cosmovisión poética, y en ocasiones está íntimamente relacionado con lo religioso, ya desde su nombre nos dá la pauta de esa relación (Ite, missa est son las palabras con las que concluye la misa según la liturgia romana antes del Concilio Vaticano II, actualmente “Podéis ir en paz”). Rubén Darío nos dice, con respecto a su amada que “su espíritu es la hostia de mi amorosa misa”. La atracción erótica encarna para Darío el misterio esencial del universo.

Estructuralmente hablando, nos encontramos ante un poema que se puede dividir fácilmente en dos partes:

- la primera está compuesta por los dos primeros cuartetos, y destaca los rasgos que definen el carácter actual de la mujer. Interesa mostrar una personalidad tímida y misteriosa, que desconoce las sensaciones que descubre el amor y en esa ignorancia radica la atracción del poeta por ella, de ahí que, al describir sus rasgos y sus maneras, no se aluda a cualidades físicas, sino espirituales (“Ojos de evocadora, gesto de profetisa”), y se establece la primera y luego constante relación entre la mujer y la religión cristiana (“alma de Eloísa”, “hostia”, “misa”), defensora de la espiritualidad frente a la tentación de la carne y del poeta;

- la segunda parte la constituyen los dos tercetos, y en ella se representan las reacciones futuras de la mujer, cuando el poeta le abra los sentidos al amor. Ahora la actitud serena de la mujer de la primera parte (“ojos de evocadora”, “su risa es la sonrisa suave”) es sustituida por el asombro frente a lo desconocido y un fuerte impulso erótico (“asombrada con íntimo pavor”, “estupefacta”, “me rugirá de amor”), y las alusiones al mundo cristiano dejan paso a las referencia al mundo pagano (“la enamorada esfinge”, “la vestal intacta”, “la faunesa antigua”).

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