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Quiero Ser Maestro


Enviado por   •  19 de Febrero de 2013  •  1.846 Palabras (8 Páginas)  •  392 Visitas

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QUIERO SER MAESTRO… PERO

¿QUIEN y QUÉ DEBO SER?

“Más has dicho Sancho, de lo que sabias, dijo don Quijote; que hay algunos que se cansan en saber y averiguar cosas que después de sabidas y averiguadas, no importa uno ardite al entendimiento ni a la memoria”. (Cervantes)

No es mucho lo que sabemos sobre el futuro. Pero lo que sí que podemos asegurar por experiencia es que será muy diferente del presente y que los conocimientos vigentes actualmente pronto estarán obsoletos.

Hace no mucho tiempo, era habitual que un joven aprendiera una serie de habilidades que con seguridad le servirían para ejercer durante toda su vida. Las cosas han cambiado mucho. Necesitamos un enfoque diferente para preparar a los jóvenes actuales para un mundo donde la mayoría de los profesionales realizan trabajos que ni siquiera existían cuando nacieron. Cuando el mundo cambiaba a un ritmo lento, los colegios y universidades no tenían problemas para formar licenciados perfectamente capaces para ejercer en aquellos campos que habían estudiado. Hasta hace muy poco, era normal nacer, vivir y morir en una misma casa, tener un trabajo que durará toda la vida, que la relación de pareja (esposo o esposa) fuera por siempre jamás (hasta que la muerte nos separe) e incluso quien nacía de sexo masculino, moría hombre (ahora podemos hasta realizar el cambio de sexo). Hoy necesitamos graduados que sepan ejercer en campos que NO han aprendido, en profesiones que no existían cuando estudiaban.

Lo que debe hacer la educación es prepararlos para enfrentarse a un mundo que será diferente del que conocieron en el colegio y en el que van a ser innovadores y emprendedores más que ejercer un conocimiento dado. ¿Cuántos trabajos de hoy se corresponden con carreras universitarias? ¿Dónde se aprende a ser consultor? ¿Y a ser vendedor? ¿Dónde están los profesores que pueden “enseñar” estas materias, en la universidad tradicional?

Vivimos en un mundo en continua transformación dónde los “supervivientes” son los más capaces de adaptarse, es decir, los que aprenden a cambiar. El conocimiento tiene fecha de caducidad y hace falta renovarlo constantemente. La tecnología hace ya tiempo que juega un papel preponderante y, en el futuro, su presencia y relevancia sólo hará que aumentar.

Hubo una época dónde la misión de la escuela era básicamente proveer formación en el que los anglosajones denominan las 3 R (read, write, artithmetic). Hoy ya no le podemos pedir a la escuela que enseñe a memorizar y recordar sino a encontrar, usar y aplicar información, pensar críticamente, razonar, decidir y en definitiva innovar. El entorno ha cambiado. La escuela debe preparar gente adecuada para este nuevo entorno. Antes existía una carestía de información y quien disponía de ella tenía una ventaja incomparable. Hoy la información es excesiva, abundante, de rápida caducidad, nos abruma, ya no es una ventaja. Ahora la falta de conocimiento viene más por la sobredosis de información que por su ausencia. Antes importaba recopilar el máximo de información, hoy importa procesarla adecuadamente. Antes una carrera universitaria significaba trabajo de por vida. Hoy sabemos que el aprendizaje debe ser permanente. Antes había una edad para estudiar y otra para trabajar. Ahora sabemos que no dejaremos de estudiar durante toda nuestra vida.

La educación no desarrolla talento, como máximo puede seleccionarlo. Todos tuvimos compañeros que nunca fueron buenos estudiantes y no obstante ejercen exitosamente en sus vidas laborales. Incluso gente que no pudo estudiar o que el propio sistema marginó y que han salido adelante perfectamente en la vida. ¿Cuánta frustración hubiéramos podido ahorrar? Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que no solo el colegio y la universidad no te preparan para la vida sino que la mayor parte de nuestro aprendizaje ocurre fuera de las aulas. Miramos nuestra vida y hacemos un análisis: ¿Qué sabemos hacer realmente? ¿Cuales son nuestras competencias? ¿Cuánto de esto lo hemos aprendido en un aula? ¿Cuánto nos ha enseñado la experiencia, la vida, las relaciones con otros (familia, amigos, deporte, colegas de trabajo) y las diferentes redes sociales a que pertenecemos? Somos seres sociales, valoramos compartir la vida con otros y no valoramos vivir ni trabajar solos.

¿Estamos de acuerdo en lo que entendemos por ciudadano educado para el Siglo XXI? Parece obvio que NO. Si en el colegio los niños tendrían que aprender cosas que fueran útiles en la vida adulta, entonces el currículum del año 2010 no puede ser el mismo que el de hace 20 años. No obstante basta con echar una ojeada a lo que tienen que aprender en el colegio: literatura, química, filosofía, historia, matemáticas, … las mismas materias.

Se titulan miles de licenciados en geografía y historia, filosofía, arte o filología porque continuamos pensando que en esto consiste formar ciudadanos bien educados. Decidimos que en los colegios se aprenda álgebra y trigonometría en lugar de nociones básicas de negocio/empresa, medicina/salud/nutrición o inteligencia emocional. Cuando ponemos más interés en aspectos intelectuales (latín, física, gramática) en lugar de aspectos humanos como son las relaciones interpersonales (pareja, hijos, amigos, compañeros), comunicación, gestión de uno mismo, pensamiento crítico o creatividad, etc. es porque continuamos arrastrando la visión de la educación de remotas épocas elitistas.

Tras el funeral por la defunción de su joven hermano, una amiga me decía entre lágrimas “En la escuela nunca nos dijeron que estas cosas ocurren ni nunca nos enseñaron a manejar estas situaciones”. Las grandes cuestiones de la vida pasan desapercibidas en el colegio y en la universidad. En el colegio o en el instituto, la confianza o la autoestima son menos importantes que aprender integrales o la tabla de los elementos. En la vida sucede todo al contrario, pero cuando nos damos cuenta ya

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