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Todo Sobre La Economia Del Siglo 21


Enviado por   •  9 de Agosto de 2014  •  2.362 Palabras (10 Páginas)  •  169 Visitas

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El presidente de EE UU, Barack Obama (derecha), y la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen. / P. M. M. (AP)

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Cuando se cumplen cinco años del final de la gran recesión en Estados Unidos, la primera economía del mundo se expande, el paro baja, el déficit se ha encogido a más de la mitad y el boom del petróleo y el gas natural nutre los sueños de la independencia energética y de una caída de los precios que abonaría una nueva era de prosperidad.

Los datos más recientes —crecimiento del producto interior bruto del 4% en el segundo trimestre de 2014, nueve millones de empleos perdidos durante la gran recesión finalmente recuperados— invitan a la celebración. Pero nada volverá a ser igual.

Cuando la marea de la recesión se ha retirado definitivamente, ha quedado al descubierto un país más desigual, con el ascensor social atascado y unas clases medias que no han dejado de perder poder adquisitivo. El pesimismo, tan ajeno al ADN de EE UU, se ha instalado en este país.

La recuperación estadounidense, más sólida que la europea, no permite proclamar "misión cumplida" ni organizar desfiles de la victoria. Nadie celebra nada. La popularidad del presidente Barack Obama bordea los niveles más bajos de su presidencia, y su partido, el demócrata, se prepara para perder las elecciones legislativas del próximo noviembre. Los réditos políticos por la salida de la crisis —atribuible en parte a las políticas de estímulo fiscal de la Administración de Obama— están por llegar. Es una recuperación a medio gas. El regreso al optimismo de décadas anteriores se antoja una quimera.

"Las cosas van en la dirección correcta, pero no lo suficientemente rápido", dice Dean Baker, director del Center for Economic and Policy Research, un laboratorio de ideas progresista en Washington. "Muchos lo pasan mal. Millones de personas que querrían un empleo siguen sin trabajar. Los salarios están estancados. No sé si hay que llamarlo o no recesión, pero los beneficios del crecimiento económico no son compartidos. A mí me resulta difícil creer que estos son buenos tiempos", añade.

El precio de la parálisis

Si algo distingue a EE UU de otros países industrializados, es la parálisis del sistema, que dificulta las decisiones en política económica o en cualquier otro ámbito. Desde que en 2011 los republicanos se convirtieron en el partido mayoritario en la Cámara de Representantes, casi nada se ha movido en Washington. El Partido Demócrata del presidente Barack Obama controla el Senado. Ninguna ley de calado se ha aprobado. El pilotaje de la recuperación ha recaído en la Reserva Federal y la política monetaria.

El bloqueo en Washington, que en 2013 provocó el cierre durante unos días de la Administración federal y en verano de 2011 colocó a EE UU al borde de la suspensión de pagos, se explica en parte por la polarización ideológica y el giro a la derecha del Partido Republicano.

Los efectos en la economía no están claros. Doug Handler, economista jefe para EE UU de IHS Global Insight, cree que la parálisis en Washington "ha sido muy buena para el déficit del presupuesto federal". Al no llegar a un acuerdo sobre el llamado abismo fiscal en el fin de año de 2012 —otra de las crisis fiscales que han jalonado la presidencia de Obama—, los impuestos subieron para las personas con más ingresos y entraron en vigor una serie de recortes automáticos que quizá frenaron la recuperación, pero contribuyeron a recortar un déficit entonces desbocado y ahora bajo control.

Al mismo tiempo, las pugnas en el Congreso han creado incertidumbre y desconfianza. El pulso sobre el límite de endeudamiento hace tres años llevó una degradación de la nota de la deuda de EE UU por Standard & Poor's. El veto republicano ha impedido la renovación de las degradadas infraestructuras del país, un lastre, según la Casa Blanca, para el crecimiento. Los discursos sobre el posible declive de la primera potencia mundial se alimentan de argumentos sobre la ineficiencia del sistema en contraste con la capacidad de reacción de sistemas autoritarios como el chino.

Es la era del "estancamiento secular", por usar la expresión de Larry Summers, exsecretario del Tesoro y exconsejero económico de Obama, o del "gran estancamiento", por citar el título de un libro del economista liberal (en el sentido europeo) Tyler Cowen, de la Universidad George Mason, cerca de Washington.

Pese a la multiplicación de signos alentadores, los estadounidenses viven en un estado de "ansiedad" por su futuro económico, según un sondeo de The Wall Street Journal y la cadena NBC. Se crea empleo, pero este es precario: la economía crece, pero los salarios o se estancan o disminuyen. El 60% de empleos perdidos durante la recesión era de salarios medios; el 73% de los que hace un año se habían recuperado eran de salarios bajos, según explica Cowen en su último libro, Average is over (se acabó la medianía).

EE UU, el país eléctrico donde nadie se detiene ni para de moverse, es ahora un país menos móvil. La movilidad entre las clases sociales es menor, como dijo Obama en un discurso el año pasado: "Las estadísticas no sólo muestran que nuestros niveles de desigualdad de ingresos se acercan a los de países como Jamaica y Argentina, sino que ahora es más difícil para un niño nacido aquí en América mejorar su rango en la vida que para los niños de la mayoría de países ricos, países como Canadá, Alemania o Francia". Otra secuela de la gran recesión es un país con menos movilidad geográfica. En 1950, un 20% de los estadounidenses cambiaban de residencia cada año; entre 2012 y 2013 fueron menos del 12%. El columnista conservador David Brooks vinculó en un artículo esta tendencia, entre otros factores, a la pérdida de confianza en sí mismos y a la aversión al riesgo de los sectores golpeados por la recesión, el grupo que Brooks llama "el nuevo precariado", mal pagado y mal formado. Y, ¿qué es EE UU sin riesgo y confianza en las posibilidades ilimitadas de uno mismo y su país?

La economía definirá en gran parte el legado de Obama, que abandonará la Casa Blanca en enero de 2017. Hay dos maneras de mirar los datos que cada semana

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