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Valores.


Enviado por   •  24 de Abril de 2014  •  Exámen  •  1.644 Palabras (7 Páginas)  •  189 Visitas

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Octavio es el hijo menor de una familia de ocho varones. Si bien sus padres lo adoran y cuidan, no tienen el tiempo necesario para escuchar la “gran idea” que él tiene para contarles. Decepcionado, Octavio huirá de casa y buscará la forma de llamar la atención, con la mala suerte que una de sus brillantes ideas, lo meterá en graves líos.

sta es la historia de un niño que siempre pasaba desapercibido. Nadie se daba cuenta de su presencia y, como la gente normalmente estaba demasiado ocupada para escucharlo, nunca era tenido en cuenta.

Así fue como un buen día, al darse cuenta de esto, decidió irse de su casa.

Se llamaba Octavio porque era el último de ocho hermanos, todos muy parecidos entre sí. Sus dos hermanos mayores: Pedro y Pablo, tenían trece y doce años respectivamente, mas no lo aparentaban pues eran cortos de estatura. Luego estaban los trillizos, que tenían diez años y se llamaban: Diego, David y Daniel. Después venían unos gemelos llamados Armando y Alejandro, que habían cumplido nueve años. Y finalmente había nacido él, que ahora tenía ocho años.

La madre de todos estos niños era una mujer muy cariñosa y buena, que se llamaba Maria María (el primer nombre sin tilde en honor a Mario, su padre, y el segundo con tilde en honor a María, su madre). A pesar de amar a sus hijos, con toda su alma, ella siempre confundía a los unos con los otros. Esto podía comprenderse, pues todos tenían casi la misma estatura: los mayores eran muy bajitos, los trillizos eran un poco más pequeños que los otros niños de su edad, los gemelos tenían la estatura normal, y Octavio, en cambio, era alto para tener sólo ocho años. Cuando estaban todos juntos lo único que Maria María veía era una muchedumbre de niños de tamaños no muy distintos y con caras muy similares.

Ella siempre hacía el esfuerzo por identificarlos, pero normalmente se equivocaba.

El esposo de Maria María y padre de todos estos niños se llamaba Jose José (el primer nombre sin tilde en honor a Jose María, su padre, y el segundo con tilde en honor a Maria José, su madre). Para llamar a sus hijos, Jose José era más práctico. Cuando les hablaba a varios, los llamaba simplemente «niños» o «mis amores» y si estaba con solo uno de ellos, le decía «campeón» o «hijo de mi corazón». De esta manera, todos sentían que eran especiales para su papá y él no se esforzaba en distinguirlos. Al fin y al cabo él los quería a todos por igual.

Tanto Jose José como Maria María debían trabajar mucho para ganar dinero y poder mantener a una familia tan grande. Tenían una pequeña librería, la cual era atendida por Maria María, mientras que Jose José recorría las calles vendiendo enciclopedias y libros por catálogo en bibliotecas, colegios, empresas, o puerta a puerta por las casas de los barrios de la ciudad.

Todos los hermanos estudiaban en el mismo colegio, los dos mayores en un curso y los seis menores en otro, así que la confusión que se daba en su hogar, se presentaba también en el salón de clases. Las profesoras para poder calificarlos les pegaban con cinta, en el pecho, un letrero con el nombre correspondiente, antes de entregar los cuestionarios o revisar las tareas.

Todos los días, Jose José salía a trabajar antes de que los niños se despertaran para ir al colegio. Luego Maria María pasaba por las camas y daba turnos para la ducha. En una bolsa introducía los números del 1 al 8 y en ese orden debían usar los dos baños que había en la casa: los pares en uno y los impares en el otro. Así, cuando organizaba a sus hijos, de paso les inculcaba el gusto por las matemáticas. Mientras unos se bañaban, los otros debían arreglar su cama, recoger sus juguetes, alistar su lonchera y su maletín escolar. Al mismo tiempo, ella preparaba el multitudinario desayuno. Después, cuando llegaba el transporte escolar, Maria María salía por la ventana y hacía una seña para que la esperaran cinco minutos mientras se despedía de sus ocho hijos y les repartía besos y abrazos a todos.

Después que se iban, ella se dirigía a su librería en donde trabajaba hasta el anochecer.

Al volver del colegio, los recibía Jose José quien los organizaba para que hicieran sus deberes mientras él destinaba la tarde para hablar por teléfono con los distribuidores, que le vendían las enciclopedias, y para concertar las citas de trabajo del día siguiente. Cuando los niños terminaban sus tareas, podían buscar un juguete, jugar fútbol en el patio interior o ver televisión hasta que su madre llegara. Así pasaban todos los días.

Un día, Octavio estaba viendo televisión cuando tuvo una idea muy especial y quiso comentársela a alguien. Sus dos hermanos mayores estaban hablando entre ellos y no lo escucharon. Los trillizos jugaban juntos a las escondidas y los gemelos estaban compitiendo en el videojuego. Octavio fue adonde estaba su padre y este no pudo atenderlo porque estaba conversando

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