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Aspectos Clinicos


Enviado por   •  15 de Abril de 2015  •  4.451 Palabras (18 Páginas)  •  157 Visitas

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ASPECTOS CLÍNICOS

1.º El sufrimiento depresivo:

Ocupa un lugar central desde el punto de vista dinámico, pero la sintomatología varía notablemente de un caso a otro. A veces se expresa a través de afectos dolorosos, ausencia de ideas y de interés, malestar corporal y por tanto en formas bastante inespecíficas. Más significativas parecen las manifestaciones de repliegue depresivo que testimonian la insuficiencia de investimientos libidinales y los fallos en las aportaciones narcisistas. Finalmente en un escalón superior, se descubren cuadros marcados por un enlentecimiento mayor, el niño queda fijado a aspectos fácticos del ambiente, se encierra en actividades desvitalizadas y estereotipadas, situación que tiene grandes similitudes con el “síndrome del comportamiento vacío” descrito por los psicosomaticistas (L. Kreisler, 1985).

2.º Los componentes narcisistas:

Se configuran precozmente en intercambios en los que el niño no está investido ni reconocido como sujeto con una identidad propia, ni sostenido en sus tentativas de acceso a la autonomía. En consecuencia se produce un defecto en la capacidad de interiorización de imagos maternales que, habitualmente, aportan seguridad y pueden compensar las decepciones inevitables que todo niño experimenta en su encuentro con la realidad. Clínicamente el niño se muestra carente de seguridad interna y de fiabilidad; sus representaciones de símismo son insatisfactorias desde el punto de vista narcisista; y de la misma manera que no ha podido sentirse amado tampoco puede amarse a sí mismo tal y como se percibe. Queda así comprometida desde su inicio la regulación de su autoestima.

Algunos niños, perciben sus fallas narcisistas, directamente, como una representación de sí mismo inaceptable, que llega a amenazar el sentimiento de identidad propia. En otros niños, a la inversa, aparecen tentativas de negación establecidas contra estas representaciones y contra los sentimientos depresivos que se derivan. Se desarrollan entonces, afirmaciones de poder y de autosuficiencia que llevan hasta el rechazo a someterse a las exigencias de la realidad, en un mecanismo en el que el niño exige “todo y ya”, rechazando así la espera y las complicaciones que imponen necesariamente los aprendizajes y la realización de los objetivos asignados.

Al mismo tiempo, estos sujetos son incapaces de construirse ideales que les dejen un margen suficiente de libertad: se fijan objetivos megalomaníacos, inalcanzables – y el hecho de dejarse atrapar por estas ilusiones alienantes conlleva una serie de fracasos que originan nuevas heridas narcisistas, repetidas sin cesar. Este proceso refuerza las actitudes proyectivas y alimenta enfrentamientos repetitivos con el entorno, y en este contexto las conductas masoquistas van ocupando un lugar cada vez más importante.

3.º La heterogeneidad estructural

Constituye un componente importante; efectivamente, a pesar de los fallos y las distorsiones que afectan al movimiento evolutivo, se perfilan nuevas aperturas de tipo neurótico: conviene reconocerlas y sostenerlas en sus esbozos, pero también hay que constatar que estas emergencias no permiten un verdadero abordaje de los conflictos estructurantes del deseo y de la identificación. La relación triangular se organiza sólo de forma parcial, permanecemos en el terreno de la pseudo – edipificación, de la bitriangulación con el predominio de la relación dual. Aquí, la figura paterna es situada, sobre todo, en una posición defensiva frente a una relación materna a la que permanecen unidas representaciones y angustias arcaicas.

En estas condiciones, estas delimitaciones aseguran un funcionamiento en falso-self en el que se mantienen, yuxtapuestas, posturas irreconciliables, y todo esto sin que exista un conflicto interno, en el sentido de conflicto neurótico (A. Green, 1974). Así, por un lado se desarrollan actitudes de conformismo, e incluso de hiperadaptación, que garantizan el mantenimiento de la unión con los objetos del mundo real, pero al mismo tiempo, persisten modalidades arcaicas de simbolización, de funcionamiento mental y de relación. El equilibrio establecido entre las dos vertientes es, a la vez, rígido y frágil: la ruptura conlleva fenómenos de desposesión de la vida psíquica, que se manifiestan a través de ataques de pánico o como una invasión de sentimientos mezclados de vacío y de intrusión. Para precaverse, ante estos fenómenos intolerables, el niño tiende a controlar, cada vez de forma más estrecha, sus compromisos relacionales y refuerza habitualmente mecanismos de desligazón que, consecuentemente agravan las fallas estructurales en los soportes del pensamiento y las representaciones mentales.

En este contexto, el no acceder a los conflictos edípicos estructurantes implica, necesariamente, una gran precariedad en la emergencia de un superyo genital evolucionado: los niños no alcanzan la culpabilidad, permanecen confrontados a instancias represivas arcaicas, y a menudo, tienden a quedar a la espera de prohibiciones provenientes del entorno y que juegan un papel de contención de cara a sus desbordamientos.

4.º Trastornos del desarrollo y disarmonías que afectan en las funciones instrumentales y cognitivas.

A veces estos aspectos aparecen muy pronto, principalmente, como trastornos del lenguaje, por un lado, e inestabilidad, por el otro. Pero a menudo, son los trastornos del aprendizaje de la lectura y de la escritura los que llevan a consulta, y por eso ésta suele tener lugar más tarde. En estos casos los intentos de reconstrucción de la historia revelan una gran variabilidad, de un caso a otro, en la expresión de los primeros trastornos, antes de que la patología, diversa, se confirme. A lo largo del desarrollo, la aparición de estas perturbaciones se relaciona a menudo de forma significativa, con los mecanismos centrales que acabamos de repasar: los defectos en el dominio del pensamiento, el enlentecimiento depresivo, la fragilidad de los fundamentos narcisistas, la incapacidad de investir objetos a largo plazo. Por estas razones, estos trastornos no pueden ser equiparadas como deficiencias simples, y tampoco ser consideradas únicamente desde un punto de vista neurofisiológico y lejos de una visión de conjunto de la problemática del niño. (R. Misès, N. Quemada, 1998).

En cuanto a la evolución hacia un proceso deficitario progresivo (R. Misès, 1975), representa uno de los mayores riesgos; se observa con mucha frecuencia en los medios afectados por la precariedad y la marginalidad. Sin embargo, no afecta a todos los niños con patologías límite: algunos se adaptan lo suficiente a la escolaridad y sacan beneficios narcisistas

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