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Axiomas De La Omunicación Humana


Enviado por   •  6 de Mayo de 2014  •  1.028 Palabras (5 Páginas)  •  199 Visitas

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Axioma 1: No es posible no comunicarse.

Cada comportamiento que tenemos, consciente o no, intencional o no, puede ser interpretado es, por tanto, un mensaje, por mucho que uno lo intente, no puede dejar de comunicarse.

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“La gente suele decir que hablando se entiende la gente, pero a mí me pasa lo contrario. No puedo articular dos palabras sin tartamudear y eso dificulta demasiado mi capacidad para relacionarme socialmente, al grado en que en realidad no puedo llamar a nadie verdadero amigo, ni en la escuela ni en el trabajo, pues la mayoría son solo compañeros que toman como el chiste oficial de la clase mi tartamudez, imitando al puerquito de las caricaturas y soltando risotadas a raíz de lo ilógico que suenan las frases que trato de decir...”

Axioma 2: Toda comunicación tiene un aspecto de contenido y un aspecto relacional.

Esto significa que las personas que se comunican, intercambian información, establecen algún tipo de relación, y en esa relación se otorga la información y la comunicación da un sentido. Es decir, permite calificar el mensaje y definir la relación en que se encuentran las personas implicadas, por ello es la forma que adopta la comunicación y no su contenido, y es el factor más decisivo para provocar consecuencias en el comportamiento de las personas.

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“Nos conocimos. Quedamos de vernos en un café un sábado por la tarde; ella sería la del vestido rojo y yo el de la lengua pegada al paladar que seguramente reconocería primero. Me imagino que debió haberse confundido al encontrarse a una persona físicamente distinta de cómo se la había imaginado: el tono apuesto de mis cartas no podía coincidir del todo con mi tipo más bien flaco y caricaturesco, de grandes manos y tronco corto que me da un aspecto un poco chusco, débil y además tartamudo, pero nunca me dijo nada e incluso nos empezamos a frecuentar. Ella no era muy guapa pero tampoco tan fea, y yo me la pasaba bien en su compañía. Después se tuvo que dar cuenta de que no todo lo que platicaba yo en mis carta no era verdadero, pero tampoco dijo nada, al contrario, nos reímos juntos de las historias que podía yo teclear frente a un monitor de computadora o escribiendo en con un lápiz en cualquier hoja; hasta le mostré todos mis escritos, poemas, cuentos, fantasías y los correos con personas de todo el mundo; ella admiraba mucho esta capacidad mía y pedía que le escribiera historias que pudiera leer en sus tiempos libres. Ella era simplemente diferente: la mayoría de las personas decían que mi costumbre por escribir era como hacer castillos en el aire, cosas irreales que a la larga me harían daño, pero ella en cambio valoraba, decía que era fantástico poder escribir, y encontraba en ello mucho de lo que persona valía; le importaba mi habilidad, le importaba yo. Puedo decir que ella me enseñó a quererme, incluso a respetarme, casi deje de burlarme de mis defectos- costumbre mía-, y yo en silencio, aprendí a quererla.”

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