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Consejos Para Ayudar A Un Niño En Su Duelo


Enviado por   •  27 de Abril de 2013  •  1.627 Palabras (7 Páginas)  •  291 Visitas

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Los adultos tienden a apartar a los niños/as y jóvenes de cualquier cosa que crean les pueda inquietar.

En el caso del fallecimiento de un ser querido muy cercano para el niño/a, es un error apartarles del suceso pues se quiera o no ellos están afectados.

Evitar que participen en el duelo familiar, es apartarles de una situación muy importante, no solo para su vida actual, sino para la futura.

No se debe olvidar que es muy importante para un ser humano aprender a afrontar y aceptar situaciones y sentimientos más o menos negativos y adversos.

Los niños/as y jóvenes también necesitan saber lo que está pasando, y que alguien les ofrezca explicaciones adecuadas a su nivel de entendimiento.

Los mayores deben reconocer que ellos también han sufrido su pérdida y ¡es imposible evitarles el dolor que sienten!.

En vez de ocultar y evitar la triste realidad por la que cada miembro de la familia está pasando, es más beneficioso unirse y apoyar al niño/a o joven para enfrentarse a su propio duelo de la forma más natural posible.

En el caso que un familiar cercano se encuentra ingresado en un hospital o clínica por una enfermedad muy grave, la mayoría de los niños/as no suelen ir a visitar a su ser querido. Es frecuente que nunca vuelvan a ver a su familiar, ya se trate del padre, la madre, algún hermano o los abuelos. Esto le aparta de una realidad que desgraciadamente va a vivir después. La lejanía del asunto le hará más difícil creer lo que ha pasado.

Es muy importante para la aceptación de la pérdida, visitar a su familiar enfermo -siempre que sea posible y tanto enfermo como niño/a den su permiso-. Se le estará ayudando a “elaborar su duelo” y a admitir mejor la realidad y a despejar las posibles dudas del por qué de su marcha.

Con demasiada frecuencia las personas mueren en soledad. El miedo al dolor paraliza y hace preferir estar apartado.

Así se actúa también con los niños/as, se justifica pensando: “es mejor que sea así...”. Quizá solo es el deseo de no vivir esa experiencia que produce tanto malestar.

Esta forma de actuar tiene mucho que ver con las costumbres de la familia, así como a la esfera social y religiosa a la que pertenezca.

La cultura, los ritos y la religión son importantes, y participar en ellos ayudará a niños/as en la elaboración de su propio duelo, sobre todo si ya están en la adolescencia.

No obstante, en el funeral, cortejo, sepelio, etc., deben estar orientados por alguien de confianza y que conteste a sus preguntas, incluso que vaya anticipándole los acontecimientos de las costumbres y celebraciones.

Es necesario tener en cuenta el deseo del niño/a en cuanto a si quiere participar o no en dichos actos, dándole toda libertad a su elección para que ni sienta obligación a asistir ni, por el contrario, apartado de los mismos.

No se le debe sobreproteger ni aislar de todo lo que vaya sucediendo a su alrededor ni del cambio que la pérdida haya podido producir en la familia.

No hay que olvidar, para no angustiarse, que el niño/a o adolescente, igual que los adultos, tardará cierto tiempo en procesar su duelo durante el que irá enfrentándose paso a paso con su dolor.

Si en este proceso se siente acompañado de alguien que le guíe, con el que se sienta protegido y apoyado, hará que el niño/a vaya encontrando la forma de enfrentarse sanamente a su dolor y a aceptar la pérdida de la forma menos traumática posible.

Informarles directamente

Si sabemos que el suceso puede ocurrir en cualquier momento, por ejemplo ante una enfermedad grave muy avanzada, es muy importante preparar al niño/a para el desenlace. Sobre todo si se trata de alguien tan cercano como uno de los padres o un hermano.

Debe evitarse mantener la muerte en secreto ya que el niño/a observará la tristeza y la conducta afligida de los adultos que aumentaría su confusión al mezclar realidad con fantasía.

Al fallecer uno de los padres, casi siempre el otro progenitor dice a los hijos lo ocurrido. La mayoría de las veces lo hace pronto, pero en algunos casos no, y se da la noticia después de semanas o meses.

El riesgo que se corre al ocultar el suceso es que, o bien ya lo han intuido por sí solos, o lo que es peor, les ha llegado por comentarios de personas ajenas. Esto puede provocar una reacción negativa hacia la situación y hacia sus mayores.

El niño/a tiene derecho de ir preparándose para el desenlace si éste es previsible, y tanto en ese caso como en el de un fallecimiento repentino, tiene así mismo todo el derecho a ser informado cuanto antes por alguien allegado y de confianza, no por un extraño.

La persona que de la noticia debe prepararse para soportar, si sucede, el estallido de rabia o de llanto, ya que puede ocurrir que el niño/a reaccione gritando, llorando, dando patadas o rompiendo objetos, también profiriendo insultos o palabras malsonantes.

Lo mejor es adoptar una actitud de firmeza y serenidad, atentos para evitar que se pueda hacer

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