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Deficiencias Sensoriales Auditivas


Enviado por   •  18 de Octubre de 2011  •  2.463 Palabras (10 Páginas)  •  980 Visitas

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1. DEFINICIÓN

El término sordomudo, es un estigma con el que la sociedad ha definido tradicionalmente a las personas sordas. Responde a la idea de una supuesta incapacidad de las personas sordas para comunicarse por medio de una lengua. Sin embargo, las personas sordas tienen una lengua propia, la lengua de signos, y mediante una educación adecuada acceder a la lengua oral en sus formas escrita y, en función de las circunstancias individuales, hablada. Por tanto, la expresión “mudo” es incorrecta.

En una visita para recopilar información sobre el tema “sordomudos”, a la Asociación Provincial de Sordos de Toledo, nos corrigieron este término, explicándonos que el término sordomudo hace tiempo que no se utiliza para referirse a las personas con deficiencia auditiva.

Cuando se dice que una persona tiene audición normal queremos decir que la posee en grado suficiente como para comprender el habla. Si sus condiciones auditivas son adecuadas, las personas con audición normal pueden interpretar el habla que escuchan en la vida diaria sin ayuda de aparatos o técnicas especiales. Las personas que padecen sordera no son capaces de entender el habla, aunque pueden percibir algunos sonidos, e incluso con aparatos auditivos, la pérdida puede ser tan grave que la persona no puede comprender el habla sólo por medio del oído. Estas personas sufren un profundo trastorno de audición, y para comunicarse dependen de la vista, incluso cuando utilizan sistemas de amplificación.

Las personas con déficit auditivo o hipoacusia sufren pérdidas auditivas significativas que hacen necesarias ciertas medidas de adaptación. Pero como señala Berg (1986), es posible que un niño con déficit auditivo responda al habla y otros estímulos auditivos.

La expresión trastornos de la audición es más general, e incluye discapacidades auditivas que van desde las más ligeras a las más profundas, abarcando así tanto a los niños sordos como a los que padecen déficit auditivo. Cuando los educadores utilizan este término, quieren decir que se trata de un trastorno auditivo que requiere servicios especiales. La mayoría de los niños que reciben educación especial a causa de un trastorno de la audición tienen algún grado de restos auditivos.

Desde el punto de vista de las necesidades educativas especiales es fundamental distinguir entre el niño sordo y el niño hipoacúsico, puesto que las respuestas serán diferentes en uno y otro caso.

Según Löwe:

Sordo es quién debe incorporar el habla principalmente por medio de la visión; la percepción fonemática es, en este caso, auxiliar.

Hipoacúsico es aquel que puede incorporar el habla principalmente por medio de la audición (aún de forma incompleta); lo auxiliar es pues, la visión.

Según la O.M.S. (Organización Mundial de la Salud) el número de hipoacúsicos profundos es de 16.000.000 y los que padecen una

deficiencia moderada es de alrededor de 40.000.000 de modo que en la actualidad estaríamos en una cifra de 56.000.000 hipoacúsicos.

Los niños hipoacúsicos tienen dificultades en la audición pero su grado de pérdida no les impide adquirir el lenguaje oral a través de la vía auditiva. Habitualmente van a necesitar la prótesis auditiva. Se suelen producir dificultades en la articulación y en la estructuración del lenguaje, por lo que es importante algún tipo de intervención logopédica.

Los sordos profundos tienen pérdidas auditivas mayores, lo que les dificulta enormemente la adquisición del lenguaje oral a través de la vía auditiva, incluso con la ayuda del sistema de amplificación. Por ello la visión se convierte en el principal vínculo con el mundo exterior y en el primer canal de comunicación.

Así pues la diferencia está en el grado de pérdida auditiva. En función del grado de pérdida, existirá mayor o menor capacidad de poder captar sonidos, de desarrollar el habla interna, adquirir lectura labial, etc.

La clasificación realizada por la O.M.S. dice que hay:

• Deficiencia auditiva ligera: 26-40 dB

• Deficiencia moderada: 41-55 dB

• Deficiencia moderadamente grave: 56-70 dB

• Deficiencia grave: 71-91 dB

• Deficiencia auditiva profunda: más de 91 dB

• Pérdida total de audición.

El BIAP, muestra la estrecha relación entre audición y lenguaje y como aumentan las dificultades de este último a medida que aumenta la pérdida auditiva:

1. Audición normal o sensiblemente normal.

o Umbral inferior a 20 dB: No existen dificultades en la percepción del habla, si puede haber alguna en la articulación de palabras.

2. Deficiencia auditiva ligera o leve.

o Umbral entre 20-40dB: La voz débil o lejana no se oye. Puede confundirse con falta de atención. La respuesta educativa necesita de una prótesis auditiva y el apoyo articulatorio del lenguaje.

3. Deficiencia auditiva media.

o Umbral entre 40-70 dB: Es necesaria intensidad de la voz para percibir las palabras. Existen retardos del lenguaje y dificultades articulatorias. Necesitará de prótesis, entrenamiento auditivo (recepción discriminatoria) y apoyo articulatorio.

4. Deficiencia auditiva severa.

o Umbral entre 70-90dB: Sólo se percibe la voz muy fuerte. Es prácticamente imposible adquirir el lenguaje oral de manera espontánea. Se necesita ayuda especializada para desarrollar un lenguaje estructurado.

5. Deficiencia auditiva profunda.

o Umbral superior a los 90 dB: Existe gran dificultad para percibir el lenguaje oral por vía auditiva. Sin un tratamiento adecuado estos niños son mudos, sólo perciben ruidos muy intensos y generalmente a través del sentido vibrotáctil.

6. Cofosis

o Pérdida total de audición: Son sorderas muy excepcionales.

Las personas con pérdida auditiva constituyen un grupo de una gran heterogeneidad, por lo que no es correcto realizar afirmaciones que puedan generalizarse a toda la población que tiene esta discapacidad. El hecho de que los padres sean también sordos o sean oyentes tiene igualmente repercusiones importantes en la educación de los niños.

Importantísimo es la edad

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