EL ENGANCHE ON-LINE: UN RIESGO SIEMPRE PRESENTE

Los avances tecnológicos y su acelerada evolución se han hecho presentes en casi todos los ámbitos de la actividad humana, poniendo en marcha la transformación de las relaciones sociales, en especial en los más jóvenes. La adopción masiva de los medios digitales como canal favorito de comunicación ha creado un nuevo orden social en el que, por primera vez en la historia, una generación menor sabe más sobre un tema que las generaciones mayores: niños, niñas y adolescentes saben más sobre internet que sus padres. Esto incluye todos los medios digitales a su disposición: computadoras, celulares, videoconsolas, cámaras, Ipods y toda la gama de maravillas tecnológicas.

El Internet surge como un medio para facilitar la comunicación: acelera el ritmo en el cual obtenemos información, facilita las comunicaciones, reduce los tiempos de emisión y respuesta. Los adelantos de la informática en las comunicaciones permiten el acceso pleno a la información y comunicación con todo el mundo: no se puede negar que el internet nos brinda una ventana abierta a la comunicación y a la sociedad, es una biblioteca abierta para todos, a todas horas, es rápido, fácil, barato y libre. Ha desplazado considerablemente a las bibliotecas y a los libros, ya que el público en general y en particular las alumnas y alumnos utilizan páginas de búsqueda donde se encuentra todo tipo de información.

Los y las jóvenes han encontrado una nueva manera de comunicarse entre sí, mantenerse al día de lo que hacen sus amistades, relaciones, parientes y de lo que sucede en los grupos a los que pertenecen, conocer nuevas personas, jugar en línea, establecer contacto con quienes comparten aficiones similares, entre muchas actividades más.

Las generaciones anteriores socializábamos en la escuela, en las fiestas o en la disco. Las nuevas generaciones lo hacen en los medios digitales a su alcance, lo que establece de facto todo un nuevo orden social o paradigma, pues las reglas, las normas e incluso las habilidades para hacerlo han cambiado. Aunque las personas adultas no estemos de acuerdo con este estilo de establecer vínculos, poco o nada podemos hacer para modificarlo: en la Red los y las jóvenes han encontrado un espacio de libertad que no van a ceder porque opinemos que no está bien. De la misma manera que nuestros mayores no aceptaban nuestra manera de vestirnos, nuestros peinados y nuestra filosofía adolescente, nos toca ahora, como padres, madres o maestros(as), criticar un estilo de vida que nos es ajeno o que conocemos sólo en parte.

El grave problema es que navegar en la red implica enfrentarse a prácticas fraudulentas y delincuentes de la más amplia gama. Al abrigo de vacíos legales, quienes intentan explotar a otros(as) gozan de una impunidad casi total. El espacio virtual conquistado a través de internet rompe fronteras a través de páginas que favorecen la pornografía y la trata de personas. Fotos y secretos circulan en la red dejándolos a disposición de cualquiera, en cualquier lugar del mundo. Las formas de enganche más comunes consisten en hacer contacto con las y los jóvenes haciéndose pasar por amigos, para luego extorsionarlos con la amenaza de publicar fotos o información comprometedora que se haría llegar a las amistades o la familia. Otras veces, convencen a los/las jóvenes de acudir a citas con promesas falsas de trabajos inexistentes o simplemente para conocerlos e iniciar un romance.

Nuestro papel, como personas responsables del bienestar de nuestros hijos e hijas y de nuestros alumnos y alumnas, consiste en sensibilizar e informar sobre los peligros que acechan en la red. Nuestra herramienta más contundente es abrir la comunicación con ellas y ellos. Es necesario que niños, niñas y adolescentes entiendan que, ante una extorsión, lo

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