Educando Al Educador

Educando al educador

J. Krishnamurti tiene como objetivo principal darnos a conocer que la actual sociedad en la que nos desenvolvemos tiene como objetivo principal educar al niño o joven, cuando en realidad quien necesita ser educado es el educador.

El alumno solo será el producto del educador, pero si este no está preparado y solo maneja la forma de enseñanza a base de técnica y rutina, pondrá en riesgo la estabilidad de la civilización, puesto que no podrá despertar la inteligencia moral y ética de sus educandos.

De nada sirve que se cuente con un ambiente apropiado y con útiles necesarios si la inteligencia, el pensar, el sentir y la actitud con la que cuenta el educador no es apta para hacer que surja una nueva cultura que sea superior a la existente.

Para hacer surgir dicha cultura, el maestro debe estar más allá de los límites de la sociedad y no buscar un beneficio propio, sino despertar la inteligencia en el educando, la cual le ayudara a resolver los problemas que surgirán a lo largo de su vida.

La educación que se brinda es mediante valores falsos, que excluye la cooperación del hombre con el hombre para beneficio de los demás hombres, lo cual ha atraído como consecuencia la crisis mundial, haciendo que la estructura de la sociedad tienda a desplomarse.

Al mismo tiempo, la educación está constituida por ideales, que son más que nada, una escapatoria barata y un modelo a seguir, en la cual el alumno no es capaz de decidir lo que más le convenga; debido a estos ideales, los maestros, son incapaces de amar y de comprender al niño, puesto que se les es más fácil seguir un ideal que observar, proceder con cuidado, despertar el amor a los niños y a la humanidad.

Ahora bien, la función del educador debe consistir en crear nuevos valores, los cuales permitan que el ser humano actué con autonomía e inteligencia, logrando hallar el estado en que la Verdad solo pueda manifestarse cuando exista la completa sensación de pensar y comprender los problemas, de manera que pueda acceder a la creatividad y dejar a un lado los conflictos de la codicia (“yo”, “mío”, “mi”).

El autor también nos da a entender, que si el educador tiene problemas en respecto al tema de sexo, será muy difícil que pueda educar a otra persona, puesto que se tiene muy sucia la mente y son incapaces de explicar en qué consiste este proceso, haciendo que el sexo se convierta en mero instrumento del placer y en un feo habito que solo busque la satisfacción propia, cayendo así en el idealismo de la imitación.

Para liberarse de ese idealismo, es necesario que tanto los padres como los educando, purifiquen su mente y corazón para así sean realmente capaces de brindar una educación sexual adecuada a los jóvenes.

Sin embargo, el gobierno no permite que las personas modifiquen la manera en que se debe educar, pues ellos

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