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Una parafilia es lo que se conoce comúnmente como una conducta sexual desviada, pervertida o inmoral. Los psicólogos y psiquiatras catalogan a las desviaciones sexuales como un trastorno mental que impide el control de los impulsos de la persona. Algunas parafilias tienen graves consecuencias legales y son duramente penalizadas por la sociedad, como el exhibicionismo, el voyeurismo, el sadismo y la terrible pedofilia.

Quien sufre de una parafilia sólo puede sentir excitación y placer erótico con relación a objetos, actividades o situaciones inusuales, que se convierten en el foco principal de su experiencia sexual. Estos objetos, actividades y situaciones – que no producen deseo ni excitación en una personal normal – son necesarias para que esta persona funcione sexualmente. La persona se ve asaltada por fantasías sexuales recurrentes, intensas y persistentes que la impulsan a buscar gratificación sexual de manera compulsiva e irrefrenable, a la vez que se desvía del límite de lo permitido ética y moralmente, causando daño físico, emocional, o ambos a la vez, en sus víctimas.

Es frecuente y normal que algunas personas deseer agregar mayor excitación a su vida sexual practicando ciertos tipos de conductas propias de algunas. Si se trata de una conducta ocasional de experimentación sexual que no genere fijación ni excluya otras formas de lograr excitación y placer, no hay de qué preocuparse. Algunos ejemplos son: amarrar a la pareja como parte de un juego sexual de mutuo acuerdo, desear caricias más intensas como mordiscos, pequeños golpes y arañazos, emplear lenguaje obsceno para lograr mayor excitación en ciertos momentos, vestirse con ropa de mujer o de hombre e interpretar distintos roles, entre otros. Todas estas conductas son inofensivas y aceptables dentro de la vida sexual normal en pareja, y sólo habrá que recurrir a ayuda profesional si se convierte en una conducta recurrente, al punto de depender psicológicamente de ella para tener una respuesta sexual.

Algunas de las desviaciones sexuales más frecuentes

• Fetichismo. Ocurre cuando la persona necesita ver, tocar o usar un determinado objeto inanimado para poder excitarse, ya sea durante la masturbación o en el sexo con otra persona. Algunos de los fetiches sexuales más conocidos son la ropa interior o lencería, zapatos de tacón alto, guantes y ropa de cuero. También puede tratarse de una determinada parte del cuerpo – como los pies, cabello, senos o nalgas – que pasa a ser el foco de la relación sexual. En la mayoría de los casos, la persona con tendencias fetichistas no implica un peligro para los demás. Puede afectar seriamente las relaciones interpersonales cuando el fetiche desplaza por completo a la pareja en la vida íntima.

• Exhibicionismo. En este caso, la persona se excita sexualmente cuando muestra sus órganos genitales de manera imprevista a personas desconocidas, quienes nunca esperan esta conducta. Se consigue excitación sexual al sorprender y producir conmoción o miedo en las víctimas, lo que refuerza aún más la conducta exhibicionista. Es raro que el exhibicionista tenga contacto sexual físico con sus víctimas, y no siempre hay erección o eyaculación. En otros casos, es suficiente con que la persona se masturbe mientras fantasea que exhibe sus genitales ante otros.

• Travestismo. Es una práctica realizada por hombres heterosexuales que visten ropa femenina para excitarse sexualmente, de forma repetida y persistente. Algunos se visten de mujer por completo, incluyendo maquillaje, peluca y gestos femeninos. Otros utilizan una sola prenda, como la ropa interior. Puede haber fantasías de ser a la vez la parte femenina de la pareja, pero esto no significa que el hombre desee cambiar de sexo anatómicamente y ser una mujer. Tampoco se trata de una conducta adoptada por algunos hombres homosexuales que ocasionalmente se visten de mujer. El travestido generalmente está casado y es masculino en su vida cotidiana. Vestirse como un travesti no es un problema, a menos que sea necesario para que el hombre se excite o logre el orgasmo. La mayoría de los travestidos cambia de vestimenta en la intimidad de su hogar, o bien usa pantaletas de mujer debajo de su atuendo masculino.

• Voyerismo. Se consigue la excitación sexual de manera repetida o exclusiva al observar, sin su consentimiento, a una persona desconocida que está desvistiéndose, desnuda o manteniendo relaciones sexuales. El voyerista (“mirón”) no busca el contacto sexual con la persona que observa, por ello, esta conducta suele concluir con la masturbación. Por lo general, el voyerismo ocurre en hombres jóvenes y suele desaparecer al llegar a la mediana edad. Con frecuencia la excitación sexual incrementa si existe el riesgo de ser descubierto. Aunque los voyeristas suelen ser inofensivos, hay casos en que algunos han cometido violación, robo, invasión de morada u otros delitos.

• Pedofilia. También llamada paidofilia, se trata de personas cuyo método preferido o exclusivo para conseguir excitación sexual

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