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Indicadores De género Sobre Mujeres Rurales E Indígenas


Enviado por   •  10 de Diciembre de 2011  •  2.621 Palabras (11 Páginas)  •  756 Visitas

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Indicadores de género sobre mujeres rurales e indígenas:

La población rural ha sido identificada como uno de los segmentos de la población que vive en condiciones de mayor pobreza y de alta marginación. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID, 1988) señala que “más del 60% de los pobres en México, América Central y los países andinos viven en zonas rurales y su pobreza es más extrema que en las zonas urbanas”.

En un contexto de creciente proceso de empobrecimiento de los y las pequeñas productoras parcelarias, así como de las y los asalariados rurales, aumenta la vinculación del trabajo de la mujer, tanto dentro como fuera de la parcela familiar campesina. El trabajo femenino tiene una estrecha vinculación con los niveles de pobreza que enfrenta el sector campesino en su conjunto, afectado por la migración masculina internacional.

Ante ello, la Tercera Conferencia Mundial de la Mujer en Nairobi (1985) reconoció el papel central que las mujeres desempeñan en la agricultura y en la producción de alimentos, así como su aporte vital al desarrollo económico de las comunidades agrarias.

Según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, 1995), en muchas zonas del mundo viene incrementándose la tendencia de lo que se ha dado en llamar la "feminización de la agricultura“. Lo anterior significa

que disminuye la participación de los hombres en la agricultura y el papel de la mujer en la producción agrícola se hace cada vez más dominante.

Así, las mujeres rurales han adquirido una sobrecarga de trabajo ya que, además de la producción agrícola, emplean un buen número de horas del día produciendo, elaborando, preparando y vendiendo alimentos; recogiendo combustible y agua; y realizando faenas en el hogar, además de la crianza y cuidado de los hijos e hijas y de las personas adultas mayores (CEAMEG, 2007).

La mayoría de estas mujeres no reciben remuneración por el trabajo que realizan; incluso, en su actividad económica reciben pago por debajo del estimado para los varones. Por ello las mujeres rurales son discriminadas en cuanto a los ingresos que perciben y sobreexplotadas en términos del tiempo y el trabajo que realizan (CEAMEG, 2007).

La proporción de mujeres que habita en zonas rurales en México es levemente mayor que la de hombres. Esto refleja el incremento en la esperanza de vida femenina en general y el impacto de los procesos de urbanización y migración que han afectado por igual a hombres y mujeres.

La complejidad para definir lo urbano y lo rural se debe a la pluralidad de criterios y terminologías que adoptan los países de acuerdo con su realidad socioeconómica y cultural, que impiden consensos de orden conceptual en el ámbito internacional. En México prevalece el criterio cuantitativo adoptado por INEGI que establece como rural a una comunidad con menos de 2,500 habitantes y urbana a una que tenga más de esa cantidad de pobladores y pobladoras. Las cabeceras municipales, aunque no cumplan con este número de habitantes, también se consideran urbanas.

En lo referente a la generación de indicadores de género sobre la población indígena, es importante observar la complejidad del problema, ya que entre los pueblos indígenas convergen múltiples rezagos, exclusiones y discriminación que provienen de prácticas sociales y culturales, donde la exclusión étnico-racial ha jugado un papel preponderante. En el terreno de los pueblos indígenas y la perspectiva de género se plantean muchos cuestionamientos sobre la forma en la que interactúa la cultura con factores de índole socioeconómica (pobreza) y se generan desigualdades étnicas y de género. Las mujeres indígenas enfrentan una doble desventaja en su capacidad de decisión, el acceso a los recursos y la capacidad de acción: ellas son indígenas y mujeres (Fernández, P. 2006).

Las definiciones de “quién es indígena”, para propósitos estadísticos, tienen un carácter instrumental, así como el que tienen la selección y construcción de las preguntas y categorías de los instrumentos con los que se busca acercarse a la medición (CEAMEG, 2007). Los debates emergen cuando se evidencia que la adopción de una u otra posición convencional arrojan números distintos.

El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI, 2005) recurre a la utilización de la lengua para distinguir a las y los indígenas. Con este criterio, la población indígena mexicana asciende a casi 6 millones de personas.

La Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), por su parte, estima la población indígena a través del número de personas que viven en hogares donde el o la jefa y su cónyuge (o la madre o padre de estos) hablan lengua indígena. Con ello, resulta que en México habitan poco más de 10 millones de indígenas: 5.1 millones de mujeres y 5.0 millones de hombres (Fernández, P. 2006).

Con base en esta última estimación, los datos de la CDI reportan a ocho estados cuentan con más de medio millón de indígenas en México: Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Yucatán, Puebla, México, Guerrero e Hidalgo, que juntas concentran casi al 77% de la población indígena del país.

En términos relativos, son los estados de Oaxaca, Chiapas y Quintana Roo los que cuentan con mayor proporción de población indígena estatal, mientras que Aguascalientes y Colima son los estados con menor presencia de población indígena, y en ellos sólo residen alrededor de 6 mil indígenas (CEAMEG, 2007).

Dado lo anterior, se puede advertir que la generación de indicadores de género sobre la población rural e indígena tiene una complejidad en la que se deben de observar diversas dimensiones y variables para su medición. La presente investigación brindará un conjunto de indicadores sobre las condiciones de las mujeres rurales e indígenas en México.

Mujeres rurales e indígenas

La población rural ha sido identificada como uno de los segmentos de la población que vive en condiciones de mayor pobreza y de alta marginación. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señala que “más del 60% de los pobres en México, América Central y los países andinos viven en zonas rurales y su pobreza es más extrema que en las zonas urbanas”

En un contexto de creciente proceso de empobrecimiento de los y las pequeñas productoras parcelarias, así como de las y los asalariados rurales, aumenta la vinculación del trabajo de la mujer, tanto dentro como fuera de la parcela familiar campesina. El trabajo femenino tiene una estrecha vinculación con los niveles de pobreza que enfrenta el sector campesino en su conjunto, acicateado por

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