LOS EFECTOS DE LAS HABILIDADES COMUNICATIVAS DE LA EDUCADORA SOBRE EL APRENDIZAJE DE LOS NIÑOS.

El ser humano es un aprendiz de la lengua y del dominio de las habilidades del lenguaje debido a la mutua y estrecha relación que existe entre ambos justifica que hablemos de la experiencia social y del desarrollo en el aula.

La comunicación pre lingüística empieza con el balbuceo que se da a partir de los 4 a los 9 meses.

A los 9 meses empiezan las primeras vocales como: a, i, e

Las primeras palabras ya son tomadas del lenguaje adulto.

Entorno a los dos años empiezan a usarse los pronombres personales (yo, tu, él, nosotros ustedes y ellos) también aparece la imitación; los hermanos son los primeros compañeros del juego y los primeros interlocutores del mismo nivel.

Existen niños que a los 3, 4 y 5 años se expresan de una manera comprensible y tienen un vocabulario que les permite comunicarse, pero hay casos en que sus formas de expresión no solo son un vocabulario reducido, si no timidez e inhibición para expresarse y relacionarse con los demás.

En muchas ocasiones los padres dirigen al niño para que expresen sus necesidades de una manera que sea socialmente aceptada; ellos dan instrucciones explícitas a los niños acerca de lo que deben decir, cómo y cuándo deben decirlo.

Esto influirá en el desarrollo lingüístico del niño según Laura Beerk; por lo que hace la clasificación de tres tipos de niños los cuales son:

a) FÁCILES

Son alegres y se adaptan fácilmente a las experiencias nuevas.

b) DIFICILES

Es lento para adaptarse en las experiencias nuevas y tiene reacción negativa.

c) LENTOS PARA ANIMARSE

Es inactivo, negativo y se ajusta lentamente a las experiencias nuevas.

Jerome Kagan, hace otra clasificación de niños:

a) INHIBIDOS:

Se aísla y tiende a no establecer relaciones amistosas, se socializa a partir del estimulo del otro.

b) DESINHIBIDOS

Con frecuencia tienen conflictos sociales por presentar patrones agresivos de interacción con rechazo a las actividades cooperativas que no sean propuestas por ellos mismos.

Cuando estos niños logran adquirir seguridad en su expresión y ellos son quienes intervienen espontáneamente en un clima de humor, afecto y respeto que genera la maestra; se sienten seguros, contentos y se animan a compartir intimidades, conflictos y discrepar con la maestra.

Para lo cual la educadora debe tomar muy en cuenta su sensibilidad y alegría para identificar los intercambios que surgen por iniciativa de los niños e intervenir.

Tomando en cuenta que el juego es un instrumento que favorece la socialización, el desarrollo físico, la autonomía y la imaginación pues aparece desde los primeros años y se transforma de acuerdo con las diferentes etapas de la vida, constituye el elemento vital que vigoriza y anima la naturaleza del ser humano.

El juego varia no solo la complejidad y el sentido, también la forma de participación (la actividad individual, juego en pareja y hasta juego colectivo). Ya que es un impulso natural de las niñas y los niños.

Además de tener manifestaciones múltiples; el juego proporciona una serie de actividades que permiten la expresión de su energía, de sus necesidades de movimiento y de las diferentes formas que propician el desarrollo de sus competencias.

Las rutinas juegan un papel importante a la hora de definir el contexto en el que los niños se mueven y actúan, estas son organizadores estructurales de las experiencias cotidianas ya que es una acción educativa.

Por ejemplo:

Cuando tienen la motivación con música después del recreo; en donde las educadoras dan a los niños una serie de indicaciones sobre los ejercicios a elaborar.

Para que lo mencionado anteriormente logre su objetivo, es necesario que la educadora goce de una buena salud, tenga una buena armonía frente al grupo, debe ser constructiva y así, conozca los procesos de los niños donde adquieran y desenvuelvan sus capacidades de comunicación por medio del lenguaje.

Ya que ella desempeña un papel fundamental para promover la igualdad de oportunidades de acceso del lenguaje de diferentes culturas y desarrollar competencias que permitan a los niños de un país una participación plena en la vida social.

Es importante que la educadora sincronice sus intervenciones con los niños y responda sus preguntas para que así le permita al niño alcanzar un mayor control sobre su expresión, que escuche las aportaciones de los alumnos y las devuelva reformuladas que seda la palabra con facilidad dando oportunidades de iniciar turnos; su objetivo es dar cada vez menos ayuda a los niños y facilitar su independencia como interlocutores autónomos.

Dese el principio diferentes modelos de educación infantil insisten mucho en las necesidades de dejar espacio y momentos a lo largo del día en los que sea cada niño quien decida lo que va a ser, esto se combina con los periodos de trabajos y actividades dirigidas.

La socialización es un proceso fundamental en la vida del ser humano; a través de ella se absorben creencias, sentimientos y conductas; se efectúa explícitamente por medio del lenguaje.

Por ejemplo:

Maestra: ¿Qué nos vas a contar Jonathan?

Jonathan: Yo no vine porque mi hermana tenía fiebre y estaba enferma y estaba en reposo.

Agustín: ¿Le pregunto una?

Maestra: ¿Qué quieres pregunta?

Agustín: ¿Qué es reposo?

Jonathan: Y, reposo es que tenes que estar en cama muchos días.

Maestra: Tiene que estar en cama sin moverse demasiado hasta que el médico le diga que está bien.

Las educadoras deben tomar en cuenta el desarrollo de la infancia, los procesos cognitivos y lingüísticos, emocionales y de relación social.

La conversación permite a los niños la competencia verbal y transmite relaciones que introducen en la vida social para que vayan tomando los turnos en forma sucesiva sin intervención

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