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La Obediencia En Los Niños


Enviado por   •  22 de Septiembre de 2012  •  1.085 Palabras (5 Páginas)  •  913 Visitas

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LA OBEDIENCIA EN LOS NIÑOS

El psiquiatra uruguayo, Alexander Lyford-Pike, en su libro Ternura y Firmeza con los Hijos, explica que la educación que garantiza obediencia es la que equilibra justamente firmeza con ternura. El autor entrega a sus lectores trucos concretos y efectivos para lograr que los niños hagan lo que se les manda. A la hora de dar una orden, conozca qué debe procurar y qué evitar.

Siempre hay que…

Hablar claro: Consiste en expresar las órdenes de la forma más exacta posible. Para ello es importante utilizar un lenguaje adecuado, concreto y sin frases vagas e imprecisas. Por ejemplo: "Deja de molestar a tu hermana AHORA", "Quiero que te vistas YA para ir al colegio". Estos mensajes no dejan duda en los hijos sobre lo que se quiere que hagan y cuándo. "Pórtate bien", "sé bueno", puede no decirles nada. Además de ser importante lo que se dice, es fundamental la forma en que se hace: Evite los gritos. Es más eficiente un tono firme, pero calmado.

Mantenga la tranquilidad y siempre hábleles mirándolos a los ojos y con algún tipo de contacto físico como ponerle una mano sobre el hombro.

Cuando las órdenes tienen de parte del niño respuestas que conducen a una tonta discusión, es importante tener armas para no caer en ella. Por ejemplo, la mamá dice: "ordena tus juguetes ahora" y el niño responde "pero por qué yo si Pedro también jugó"… y empieza una discusión por el sentido de justicia de la madre, que finalmente hace que el objetivo inicial se diluya. Para que esto no suceda, Lyford-Pike propone distintas técnicas, como la del disco rayado. Ésta consiste en repetir la orden sin oír argumentos.

"Pero mamá…" "Sí, ya lo sé, pero ordena tú los juguetes ahora" "Pero...” "No me importa, ordena tú los juguetes ya". Esto es muy útil pues el niño ve que en la discusión no tendrá éxito y termina por ordenar.

Finalmente, hablar claro implica también saber como padres reconocer las buenas conductas. Elogiar las buenas reacciones es clave para asegurar las próximas. ¡Qué bien lo hiciste! ¡Te felicito! son exclamaciones que no deben ser dichas al pasar, sino deteniéndose y con mucho énfasis.

Respaldar las palabras con hechos: Cuando la comunicación con palabras no logra aún el objetivo deseado es muy válido aplicar un castigo. Para esto lo principal es asegurarse de que la orden esté bien dada y si se sabe que habrá resistencia pensar de antemano un castigo en proporción.

Las acciones disciplinarias más eficaces son: El aislamiento, es decir, separarlo del resto y dejarlo en una situación aburrida o poco estimulante; y el retiro de privilegios: ver televisión, usar el teléfono, salir con los amigos…

Es importante presentar el castigo como opción, es decir, "o te comes la comida inmediatamente o te vas a tu pieza", pues así el propio niño tiene la posibilidad de terminar con su mala conducta. La medida disciplinaria debe ejecutarse lo antes posible, ya que la demora disminuye su efecto correctivo.

Además, es fundamental después de que el niño haya cumplido su castigo perdonar y olvidar. Recordarle mil veces lo que hizo no tiene sentido. Por último, es clave evitar amenazas con castigos impracticables y no olvidar recompensar con privilegios o premios las conductas que lo ameritan.

Establecer las reglas del juego: Es la respuesta sistematizada de los padres a la conducta inadecuada

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