Las Oportunidades De Los jóvenes En méxico
Enviado por • 4 de Mayo de 2015 • 851 Palabras (4 Páginas) • 181 Visitas
México es un país de jóvenes. Así lo demuestra
el Censo de Población y Vivienda 2010: los
mexicanos entre los 12 y los 29 años de edad
suman 36.2 millones, lo que representa el 32%
del total de habitantes. La edad promedio es de
26 años, inferior al promedio mundial de 28, colocándolo
en el sitio 106 entre 228 naciones y
territorios alrededor del mundo.
Ser un país de jóvenes no significa que seamos
un país para los jóvenes. Esto es especialmente
cierto en lo que respecta a nuestro mercado
laboral. La población económicamente
activa o fuerza laboral se compone de 44.8 millones
de habitantes, de los cuales 33% son jó-
venes. De estos, el 6.9% no ha tenido éxito en la
búsqueda de trabajo, un porcentaje significativamente
mayor si lo comparamos con la tasa de
desocupación general de 5.4% en 2010.
Este fenómeno no es exclusivo de nuestro
país. La evidencia en el tiempo y entre países
muestra que el desempleo golpea más a los
jóvenes debido primordialmente a su nula o escasa
experiencia laboral. Los jóvenes enfrentan
un círculo vicioso que lacera sus aspiraciones
profesionales al no encontrar trabajo por no
contar con la experiencia suficiente, y no poder
acumular experiencia y capacitación por no hallar
trabajo.
Romper con el círculo de desempleo juvenil y
experiencia que facilite la contratación no es taSobre
las oportunidades laborales
para los jóvenes en México
José Eduardo Flores
rea fácil, menos en un país como México donde
coexisten otras agravantes, como son la desvinculación
entre el mercado laboral y la educación
superior o técnica por motivo de sus deficiencias,
y lo altos costos asociados a la contratación
y despido de trabajadores, limitando la
creación de puestos laborales.1
Para ilustrar el panorama se debe notar que,
desde el año 2000, 800 mil mexicanos ingresan
en promedio a la fuerza laboral cada año. En
cambio, el país sólo ha sido capaz de producir
200 mil empleos formales en promedio anual.
Tres cuartas partes de los nuevos ingresantes al
mercado laboral tienen que recurrir a la economía
informal e ilegal (migración de por medio, en
muchos casos) para el sustento propio y el de
sus familias.
Los escenarios de recesión y desaceleración
económica a lo largo de EEUU en la pasada y
presente década complican aún más el panorama
laboral de los jóvenes mexicanos al impactar
directamente nuestra tasa de crecimiento, y por
lo tanto, a la generación de empleos. De no realizar
las adecuaciones que se necesitan a nivel
doméstico, grandes oportunidades desprendidas
del trabajo, iniciativa y creatividad de las
nuevas generaciones se perderán.
1
De acuerdo con el Foro Económico Mundial, México ocupa el lugar 66 entre 139 países
conforme a su grado de competitividad; sin embargo, en términos laborales, se ubica
en el 120.
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Las propuestas
Los riesgos asociados, de no generar oportunidades
laborales suficientes para los jóvenes, es
por demás conocidos por la presente administración
Federal. De ahí su interés en políticas pú-
blicas encaminadas a mitigar este rezago social.
Un esfuerzo lo encontramos en el Programa
de Primer Empleo (PPE), que inició el 1 de marzo
de 2007 con el objetivo de fomentar la creación
de empleos formales y permanentes de
quienes se vayan incorporando por primera vez
al mercado laboral. Por medio de este programa,
el empleador puede obtener un subsidio de
hasta el 100% de las cuotas obrero-patronales
atribuibles a cada trabajador incorporado por
vez primera en el IMSS.
A pesar del beneficio, los empleadores no
echaron mano de él: el presupuesto asignado
superó los tres mil millones de pesos (mmdp) y,
hacia marzo de 2010, el programa tenía un saldo
disponible superiora los mil millones, por lo
que fue cancelado.
El PPE no resultó atractivo para los empleadores,
debido principalmente a que el trabajo
formal no sólo implica el pago de las cuotas al
Seguro Social, sino también prestaciones como
aguinaldo, bonos, vacaciones, etc., sobre los
cuales no se contempla deducción o subsidio
alguno. Además, para poder gozar del estímulo,
los empleadores debían estar al día con sus pagos
al IMSS y a la Secretaría de Hacienda. Según
información del Instituto, más de 40% de
las compañías evaden el pago de las cuotas
obrero-patronales o no están al corriente. De
manera que embarcarse en el programa significaba,
para muchos empleadores, incurrir en
costos significativos.
Más importante aún es que el programa
tampoco atendió un valor medular en la toma
de decisiones del empleador: la contratación
se liga estrechamente con la productividad laboral
que el empleado pueda brindarle y al ambiente
de negocios que se respire. El relativo
abaratamiento de la mano de obra pretendido
por el PPE, al no considerar el beneficio per se
de la contratación, se tradujo en un incentivo
poco efectivo.
Otro ejemplo de política pública que intenta
brindar oportunidades laborales a los jóvenes se
concretó recientemente con la Ley de Fomento
al Primer Empleo (LFPE), de manufactura priísta.
Vigente a partir del 2011, la Ley plantea deducir
a las empresas un porcentaje del pago del
Impuesto Sobre la Renta (ISR) atribuible a trabajadores
no registrados previamente en el IMSS.
La vigencia del incentivo tiene un máximo de
tres años por cada puesto de trabajo creado,
siempre y cuando éste sea mantenido por lo
menos año y medio.
Con un presupuesto superior a los mil mdp,
el estímulo aún no arroja resultados que permitan
medir su éxito o fracaso. Sin embargo, es
evidente que la LFPE comparte dolencias con el
PPE: se concentra en el costo fiscal de la contratación
laboral, y no en la productividad que
haga útil y oportuna la decisión de emplear a
más jóvenes.
El ejemplo más importante de política pública
orientada a facilitar la contratación se concentra
en la Reforma Laboral planteada por el Ejecutivo
Federal en 2010. Sin atender específicamente a
la población joven y desempleada del país, la
Reforma es la mejor alternativa con la que se
cuenta para romper un marco laboral que
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