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NORMAS PARA UNA CONPRENCION DE TRABAJO


Enviado por   •  18 de Marzo de 2013  •  13.376 Palabras (54 Páginas)  •  387 Visitas

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ELEMENTOS PARA UNA COMPRENSIÓN HISTÓRICA-EVOLUTIVA DE LA PSICOLOGÍA

Dr. José Gengler L.

INTRODUCCIÓN:

¿Para qué una comprensión histórica?

En el mundo de hoy, intensamente enfocado en la técnica en sí y en el hacer mismo, parece a veces una pérdida de tiempo estudiar la historia de una disciplina, generalmente reservada a los historiadores e intelectuales diversos del género en cuestión. Aparece un deseo presuroso de ir a la práctica lo antes posible, desdeñando algunas temáticas básicas usualmente calificadas como áridas. Y entonces surge la pregunta de para qué interioridades de acontecimientos cronológicos que por lo demás ocurrieron en otra época, con otras visiones de vida, bajo otras circunstancias muy diferentes a las de tiempos actuales. De ahí es fácil derivar hacia un cuestionamiento más profundo en relación a la relevancia del eventual aporte de aquellos momentos, tan distintos de los actuales.

Para responder a esta pregunta, existen varias respuestas, como por ejemplo, no considerar los acontecimientos del pasado tan distintos a lo que está ocurriendo ahora, a modo de establecer una suerte de semejanza, que podría incluso emplearse para predecir el futuro. En todo caso, ello sólo sería una variación de la importancia que se le otorga a un matiz determinado; en este caso, el de la semejanza en desmedro de la diferencia.

En lo que sigue, intentaremos dar respuesta, primero en general, y luego señalando una importancia particular que la historia tiene en relación a la psicología.

Entonces podemos decir que en general, una comprensión evolutiva de una disciplina, permite lograr una ubicación temporo-espacial satisfactoria en relación a ella, difícilmente lograble por otros medios. Así, ante cualquier tema polémico, es muy útil saber las raíces cronológicas de cada opinión, lo cual, evita redescubrir la rueda y discusiones bizantinas o defensas inflexibles de un determinado punto de vista.

Por otro lado, en el caso particular de la psicología, la historia tiene un aporte cuya importancia no se puede sobrestimar. Como detallaremos a continuación, una comprensión satisfactoria del objeto de estudio de esta ciencia se empobrece notablemente, si no se dispone de algunas nociones esquemáticas en cuanto a su desarrollo. En el presente escrito, se intenta ofrecer este esquema evolutivo cronológico. Pero primero veamos por qué la historia aparece tan caprichosamente fundamental para definir el objeto de estudio de esta ciencia.

¿Qué es una ciencia?

Para que una ciencia determinada pueda legítimamente autodenominarse como tal, es necesario que cumpla con dos condiciones a saber:

Que se distinga por su método de estudio, que en este caso debe ser el llamado método científico, que por ahora podríamos considerarlo muy resumidamente como laverificación experimental de una hipótesis. Una hipótesis, es esencialmente, cualquier conjetura acerca de la realidad, que aún no ha sido satisfactoriamente verificada.

Que tenga un objeto de estudio propio, que se distingue claramente de los objetos de estudio de las demás disciplinas.

Obviamente, estos dos requisitos sólo tienen existencia ideal, ya que en la práctica los objetos de estudio no tienen tal delimitación nítida, de modo que en ciertos aspectos se confunden, y por otro lado, el método científico también varía en cuanto a los matices que enfatiza de sí mismo, condicionado por las limitaciones y peculiaridades de cada ciencia en particular.

Delimitación del objeto de estudio de una ciencia:

En la mayoría de las llamadas ciencias duras (física, biología, matemáticas, anatomía, fisiología, etc.), el objeto se define simplemente mediante una definición clásica, es decir, mediante un sujeto y un predicado. Así, la biología por ejemplo, puede definirse como el estudio científico de la vida. Queda claro su método y su objeto en una definición simple como esta.

Pero en las ciencias humanas y sociales, tanto la definición precisa del objeto como los matices que se enfatizan en el método resulta más difícil. Por eso profundizaremos un poco acerca del modo mediante el cual suelen definirse los objetos de estudio en general.

¿Qué es un objeto de estudio?

Un objeto es nada más ni nada menos que aquello que está delante de mí o ante mí. No hay misterio alguno en ello. Más bien, se trata de una cierta operación o postura ante lo que se estudia. Cuando en las ciencias se estudia este tema, se suele enfatizar la objetivación de aquello que se está intentando estudiar. Esto quiere decir que se intenta hacer todo lo posible en la ciencia ortodoxa por poner ante sí lo que se pretende estudiar, llegando incluso al empleo de artimañas complicadas. Esta inocente frase, encierra una pretensión de por sí imposible: la de eliminar todo componente subjetivo proveniente de parte del científico, que podría disminuir la objetivación de la realidad. Como veremos más adelante, tal eliminación es imposible de ser realizada por completo; incluso es posible cuestionar, sobre todo en el contexto de las ciencias humanas, la necesidad de una objetivación tan extrema, ya que en ellas, la subjetividad del científico opera innegablemente como tal, y también puede llegar a constituirse en un aporte, lo cual, rara vez ocurre en el contexto de las ciencias duras.

Pero para no alargar la exposición de este tema, digamos resumidamente que el objeto de estudio es simplemente lo que está ante la persona que estudia.

Tipos de objeto:

El hombre, tal como se presenta en la realidad, puede ser estudiado por múltiples ciencias, las cuales llegarán a destilar mediante diversas aproximaciones, varias verdades diferentes en cuanto a él. Pero si el hombre como ser existente es el mismo en esencia, ¿porqué esto es así? ¿porqué se llega a una diversidad de verdades si el objeto aparentemente es el mismo?

Es para dar respuesta a estas interrogantes, que se han clasificado los objetos en objetos materiales y en objetos formales.

Veamos entonces en qué se distinguen estos dos:

El objeto formal es aquello que específicamente, ya sea por definición o por reflexión se estudia. Es decir, es aquel objeto que es objeto de definición. Así, es el objeto formal el que se intenta definir formalmente.

El objeto material es aquello que es de hecho tratado, pero no de manera formal.

Esto parece ser más una ensalada de palabras que una distinción útil y nítida. Pero tal vez con un ejemplo, quede más claro lo que distingue uno de otro. Notemos en primer lugar, que esta diferenciación es de carácter lógico, es decir, el objeto formal es una abstracción del objeto material.

Supongamos entonces por ejemplo que nuestro objeto de estudio es un lápiz de grafito. El lápiz en sí, es el objeto material de las ciencias que lo estudian, y como tal, no tiene una definición formal particular y única. Entonces, ante este objeto material que se ha dado y existe en la realidad, vienen las diferentes y peculiares ciencias, y basándose en las definiciones a priori de sus respectivos objetos formales, destilan diferentes abstracciones acerca de este lápiz. Así, para la geometría (cuyo objeto formal es la forma), el lápiz es un cilindro; para la química, el lápiz es madera y grafito; para la economía el lápiz es su valor en el comercio (expresado en una moneda determinada).

De lo anterior, se puede comprender que el objeto material de las ciencias sociales y humanas es el hombre. Ante un mismo objeto material, estas disciplinas definen varios y particulares objetos formales. Así, la antropología filosófica estudia lo que es el hombre en su esencia; la antropología sociocultural estudia la cultura del hombre; la sociología estudia al hombre como ser en sociedad; etc.

Utilidad de la historia para definir el objeto formal:

Todas las ciencias duras tienen un consenso razonable en cuanto a la delimitación y definición de sus objetos formales desde el principio de su gestación como ciencias. En cambio, a pesar que las ciencias sociales y humanas estudian un mismo y único objeto material (el hombre), no hay consenso tan nítido entre ellas, en cuanto al objeto formal de cada una. O sea, la distinción entre un particular objeto formal y otro, es más difusa; se entremezclan más entre sí.

En el caso específico de la psicología, esta definición es aún más diversa, ya que el objeto formal depende del enfoque psicológico particular empleado. Es decir, la psicología en sí, tampoco tiene consenso universal en cuanto a su objeto formal de estudio.

Entonces, para lograr una definición del objeto formal de la psicología, y por lo tanto, para poder llegar a nada menos que una definición de la psicología como ciencia, es conveniente emplear una aproximación histórico - evolutiva, para así conocer con mayor profundidad y desde su gestación los objetos formales de los diferentes enfoques psicológicos que la constituyen.

¿Para qué tanta variedad de objetos formales?

Nacidas en el ceno de una concepción elementalista de la realidad, todas las ciencias practican un reduccionismo que consiste en atomizar la realidad en los elementos que la constituyen, y dedicarse a estudiar cada elemento en particular con la máxima profundidad posible. Pero el propósito último de las ciencias, no es quedarse por siempre en el estudio minucioso de partículas inconexas, sino más bien, su finalidad esencial es algún día llegar a lograr una suerte de síntesis acerca de todo el objeto material en estudio. De ese modo, se aspira a llegar a una comprensión del todo a partir de una comprensión de las partes.

Sin embargo, como veremos posteriormente, y a riesgo de adelantarnos con demasiada prontitud, tal reduccionismo elementalista no es siempre y universalmente conveniente, ya que por un lado demasiado enfoque sobre las partes impide la perspectiva del todo, y por otro, la suma de las partes no es el todo. El todo no es solamente un conglomerado de partes, sino que además tiene una estructura y organización que le es propia y particular, que es solo evidente cuando se percibe la totalidad como tal (sin elementalismo), y que no es inferible a partir del estudio de los elementos. Pero este tema será expuesto en mayor detalle más adelante.

Modo de exposición de la perspectiva histórico-evolutiva:

Quedando ya clara la utilidad de la materia que aquí se expone, refirámonos ahora brevemente al modo mediante el cual se organizará lo escrito.

Los historiadores de la Psicología están enfrentados a una respetable dificultad. Por un lado están expuestos a un cúmulo inmenso de información en relación a temáticas tan extensas como lo son por ejemplo, la percepción, el pensamiento, la inteligencia, etc.

Por otro, se hallan frente a un conglomerado de fechas y acontecimientos históricos, a veces confusos, y que además, cuya jerarquización de acuerdo a importancia relativa no es fácil. Cuesta hacer justicia para un tratamiento razonable de tan diversos y extensos aportes, sin que al menos unos cuantos resulten injustamente expuestos de manera insuficiente.

Por último, si se logran las dos aspiraciones anteriores, de suyo ya difíciles, queda aún la complicada y laboriosa tarea de intentar relacionar un conocimiento con otro, a modo de poder explicarse razonablemente cómo una determinada concepción se apoya en otras previas, y más aún, como su nacimiento es influido o determinado por estas últimas. A este respecto, hay básicamente dos enfoques que emplean los historiadores: uno, enfatiza al genio; el otro da más importancia a la circunstancia. Esta es una discusión interminable en la que algunos historiadores afirman que la teoría heliocéntrica no se hubiese descubierto si no hubiera existido el genio de Copérnico, mientras otros dicen que él jamás la habría descubierto si no habrían existido los adelantos astronómicos que existían en esa época, y que en el fondo el descubrimiento fue determinado por la circunstancia y el conocimiento de ese momento.

Tomando lo expuesto en cuenta, no espere el lector encontrarse con un cúmulo de fechas, ni con aburridas exposiciones de objetos formales. Se trata más bien de ofrecer una exposición esquemática de la evolución de la psicología a lo largo del tiempo, en la cual se describen también la gestación y definición de algunos conceptos esenciales de la psicología general. En esta exposición trataremos de enfatizar tanto al genio como a la circunstancia, de modo que ninguno de ellos quede sobrevalorado en desmedro del otro.

APROXIMACIÓN HISTÓRICA-EVOLUTIVA A LA PSICOLOGÍA COMO CIENCIA:

El problema de poder ubicar con precisión el origen de la psicología:

Al intentar definir la Psicología como ciencia, y en particular al tratar de precisar su objeto de estudio, aflora nuestra primera y elemental interrogante. No podemos establecer con precisión su origen, debido a que no hay criterios uniformes para tal efecto.

Uno de estos criterios, sería el de considerar este tema desde un punto de vista no formal o bien precientífico. En tal caso consideraremos que la Psicología nació junto con el ser humano, cuando este, en los albores de su existencia como tal, intentaba esbozar sus primeras intuiciones más allá del mero hábito, intentando predecir y adaptarse al comportamiento de los que lo rodeaban.

En efecto, muchísimo antes del nacimiento de la Psicología como ciencia, los escritores y artistas de todas las épocas y lugares, han sabido ser notables espejos del alma humana, dando atisbos en uno y otro sentido hacia la profundidad de nuestra vida interior. Pero estos aportes, sin duda muy valiosos en muchos casos, carecían de una sistematización formal, más propia de la Psicología como ciencia.

En cambio, si el nacimiento de la Psicología se identifica con su nacimiento como estudio científico sistemático, entonces se le suele atribuir tal mérito a Wundt, fundador del primer Laboratorio de Psicología Experimental. Aún así, ni si quiera bajo tal convención es posible establecer un punto de inicio preciso, pues por ejemplo Herbart, había anteriormente contribuido con otra formalización, esta vez desde el punto de vista matemático. Estos autores serán descritos más adelante; nuestro propósito al señalarlos aquí es recalcar lo difuso del origen de esta ciencia.

Principales puntos de referencia en la Historia Universal Occidental:

Al enfocarnos más concretamente en los aportes con los que occidente ha influido sobre la psicología actual, corresponde detenerse sobre las grandes civilizaciones del mundo antiguo, y también sobre las de tiempos más recientes.

Varios enfoques psicológicos actuales encuentran sus raíces en la antigua Grecia, al realizarse allí las primeras aproximaciones filosóficas para explicar al hombre y al mundo. Era el nacimiento a su vez, de la Lógica, una antigua ciencia, cuyos primeros empleos lograron una clasificación sistemática de la Naturaleza, y un abordaje deductivo del discurso.

En cambio, en Roma, no se estudiaba al ser humano como ser filosófico, sino más bien, nació aquí su consideración como ser jurídico. Así, mientras Roma es extremadamente útil para el estudio de las raíces del Derecho, su importancia como fuente de la Psicología es más relativa.

Ahora bien, si nos abocamos a la ambiciosa tarea de ubicar las principales cúspides de Occidente que contribuyeron al desarrollo de la Psicología, entonces nos enfrentaremos con otra aparente dificultad, a saber, la de fijar un criterio para tal efecto.

Por ejemplo, si consideraríamos estas cúspides desde el punto de vista concreto de desarrollo racional lógico (filosófico o científico), y admitiendo a su vez, una reducción esquemática extrema de la Historia, podríamos finalmente llegar a concebir un esquema como el siguiente:

Vemos de esta manera, que la Edad Media se ubica aproximadamente entre dos cúspides del uso predominante de la razón lógica a lo largo de la Historia. Es esta condición cronológica la que le da nombre a esta así llamada edad.

Sin embargo, en la Edad Media, se constituyó otra concepción acerca del hombre y del Universo, que sólo empleaba el raciocinio lógico como herramienta secundaria, o bien, lo anulaba por completo. Era esta una concepción basada en la fe, dirigida no al entorno y al la explicación, sino hacia sí mismo y hacia la salvación trascendental. Si este mirarse a sí mismo mediante la fe sería nuestro criterio de importancia histórica, podríamos entonces considerar a la Edad Media como su cúspide, y a los tiempos actuales como "decadentes".

Cada una de las cúspides se constituyó en aporte esencial para la Psicología. Aunque podemos estar de acuerdo en que estos esquemas pueden ser ofensivamente simplistas, también es cierto que su consideración facilita el posterior estudio.

Orígenes "precientíficos" de la Psicología:

Considerando todo lo que hasta ahora se ha expuesto, podemos entonces clasificar los orígenes de la Psicología como sigue:

Orígenes precientíficos de la Psicología: que consideran todas las raíces no formalizadas científicamente de esta disciplina.

Orígenes científicos de la Psicología: que se arraigan en las primeras conceptualizaciones formales propuestas por los pioneros de esta ciencia.

A su vez, los orígenes precientíficos de la Psicología se encuentran principalmente en la filosofía, la literatura, y en múltiples mitos y leyendas ancestrales.

Comprenderá el lector que la vastedad de la tarea de resumir tales raíces, sesga significativamente todo intento breve al respecto. Aun así, sintámonos invitados a iniciar un recorrido que puede dejarnos inquietos y motivados para viajes futuros más detallados.

A modo de inicio, podemos por ejemplo, encontrar ciertos orígenes ancestrales de la Psicología, en un mito griego que le da el nombre.

El mito de "Psiché":

Cuenta la leyenda, que había un rey y una reina que tenían tres hijas. Las dos mayores eran niñas absolutamente normales. Sin embargo, la menor de ellas, desde el comienzo deslumbraba a los que se encontraban a su alrededor, con una belleza no puramente estética, sino una hermosura que brotaba desde su ser más interior.

Con el tiempo, la belleza de Psiché despertó la envidia de Afrodita, la diosa de la belleza estética.

Simultáneamente, el padre de esta niña, comenzaba a preocuparse, puesto que nadie le pedía a ella la mano, y sus hermanas estaban ya casadas. Los hombres en vez de pretenderla, la alababan, y admiraban maravillados. Entonces decidió el rey consultar el Oráculo, en particular el de Afrodita. Y el Oráculo habló dictando una irrevocable sentencia. El destino de Psiché era casarse con la Muerte.

En una procesión que a la vez parecía tanto cortejo fúnebre como una fiesta de bodas, Psiché fue encadenada en la cima de la Montaña de la Muerte. La procesión se retiró en medio de alegrías y llantos indescriptibles.

Entonces Afrodita pidió a su hijo, el dios Eros, que vaya a matar con una flecha a Psiché durante la noche. Y el dios alado se dispuso a cumplir el mandato de su madre, volando hacia el sitio donde estaba la encadenada. Pero mientras se acercaba, inesperadamente se clavó en forma accidental con una de sus flechas, y quedó profundamente enamorado de Psiché. Entonces pidió al viento, su amigo, que transportase a su amada al valle del jardín del paraíso. Y así ella despertó en medio de un palacio maravilloso, en donde todas sus necesidades eran atendidas por sirvientes invisibles. Eros la visitaba todas las noches y la hacía su esposa. Pero como en aquel tiempo todavía no se permitía el matrimonio entre un dios y una mortal, Eros le propuso la única condición, de que su amada jamás debía verlo ni averiguar quién era él. Y Psiché aceptó.

Pasó el tiempo, y llegaron un día las hermanas al palacio, y cuando Psiché les contó de este amado que la venía a visitar todas las noches, ellas sembraron la duda y le dijeron que seguramente se trataba de un horrible monstruo, y que por eso no se dejaba ver. Pronto cayó Psiché bajo el embrujo de estas palabras, y se dispuso un día a acercarse a Eros durmiente en la noche, con una lámpara en la mano. Su sorpresa fue tan grande al conocer la verdad, que por accidente se clavó con una de las flechas de Eros, y al instante quedó completamente enamorada de él. Tembló su mano, y una gota de aceite caliente de la lámpara cayó sobre el hombro de su amado, despertándolo en el momento. El ser alado, enfurecido, levantó vuelo, arrastrando a Psiché quien se había asido de él, fuera del jardín del paraíso. Entonces le dijo que ella jamás volvería a verlo.

Ignorante de la situación, Psiché pidió a Afrodita que interceda por ella. Entonces la diosa le impone dificilísimas pruebas todas las cuales son asombrosamente cumplidas. Estas pruebas reflejan míticamente el aprendizaje y la manifestación de las cualidades de una alma sana. Psiché persevera y cumple todas estas pruebas, incluso la última, que consistía en traerle el pote de belleza de Persséfone, diosa de las profundidades, a Afrodita. Pero viendo que la prueba estaba prácticamente cumplida esta prueba, cae en la tentación de abrir el pote antes de pasárselo a la diosa. En el pote estaba la nada, y Psiché cae en un sueño, atrapada por la nada.

Entonces Eros, recuperado ya de su orgullo herido, se acerca a Psiché y la despierta con una de sus flechas. El pote se lo pasan a Afrodita, y piden a Zeus que se celebre la primera boda entre un dios y una mortal. De este matrimonio, nace Voluptia, que significa el placer de la alegría. Y desde entonces, el cielo de los dioses cambió completamente.

En este mito, está claramente insinuado el dualismo, en que se concibe el cuerpo esencialmente distinto del alma. Ambas entidades en su conjunto constituyen al ser humano, pero ambas son distintas, y ninguna es reductible a la otra. La concepción dualista influirá notablemente en el modo griego de concebir al ser humano, y como veremos más adelante, fue desarrollado por Platón.

Otra noción muy importante de la filosofía griega, y que está presente en este mito, es la de considerar al cuerpo y a la materia en general, como una "cárcel" que limita las potencialidades del alma. Aquí el cuerpo es percibido como limitación, y todo lo que de él nace es tan sólo la sombra de lo que nace del alma. Por otro lado, esta concepción considera que las pasiones terrenales nacen desde la realidad material, y que debe ser el espíritu el que las templa con sus virtudes.

Con todo, el mito de Psiché, constituye una de las raíces etimológicas de la palabra "Psicología". Insinúa esencial y metafóricamente, que aquí nos enfocaremos sobre una belleza muy particular, que no es una belleza puramente estética como la de Afrodita, sino la del "alma" del ser humano. Psiché es la personificación mítica del alma humana.

Fundamentos griegos de la Psicología:

Tal como se mencionó anteriormente, Grecia es una de las fuentes indispensables de la Psicología actual. Como en este escrito delineamos procesos que constituyen la evolución de la Psicología, aquí daremos cuenta brevísimamente de las nociones esenciales que constituyen la concepción Platónica, Socrática y Aristotélica de concebir a la realidad y al ser humano. El lector podrá notar cómo se entrelazan entre sí, en qué se diferencian, y cómo estas nociones están profundamente insinuadas en diversos aspectos de nuestra vida actual.

Orígenes:

Resumir la constitución del pueblo griego va mucho más allá de los propósitos de este escrito. Más bien aquí delinearemos unos pocos aspectos acerca de sus inicios, y a continuación mencionaremos la orientación inicial predominante de su pensamiento. Ello permitirá tener una noción básica de cuáles eran las raíces en las cuales crecieron las reflexiones de Sócrates, Platón y Aristóteles.

Aunque no corresponde realmente al tema de los orígenes de Grecia, en esta sección también se incluye un apartado sobre el criterio de verdad empleado en la filosofía en general, y se le compara con el criterio de verdad empleado en las religiones. Con tal contraste se aclara una de las diferencias más fundamentales entre filosofía y religión.

Inicios de la concepción griega:

En general, en las comunidades preletradas, existe un asombro por lo que ocurre cuando una persona se duerme, o si pierde de cualquier otro modo transitoriamente la conciencia. En este trance tan curioso, pareciera que algo del ser humano se va, y luego retorna. Grecia no fue la excepción en relación a este asombro. Pero en esta concepción, alma y cuerpo son distintos, mutuamente irreductibles el uno al otro. Este dualismo inicial es uno de los rasgos constitutivos de las raíces de Grecia.

Otro de los rasgos fundamentales es que al principio la preocupación básica de los griegos estaba focalizada hacia el mundo, hacia la comprensión del entorno. Esta preocupación es compartida por muchos (si no todos) los pueblos antiguos. No era simplemente por curiosidad o por ocio. En la naturaleza ocurren procesos que influyen, determinan, interrumpen o posibilitan la vida entera. Y el ser humano no se queda con brazos cruzados ante tales eventos. Es aquí donde nace el mito, que es un relato transmitido por generación en generación, en que participan entidades, dioses y personajes legendarios, y cuyo propósito fundamental es explicar las vicisitudes que suceden en el entorno. Difieren de una cultura a otra, pero todas comparten el carácter narrativo legendario, el dualismo y la concepción de que en la naturaleza hay un equilibrio sutil entre las fuerzas del bien y las fuerzas del mal, que se encuentran de una u otra manera en un permanente estado de lucha. En general, los mitos, aunque en esencia son discutibles, con el tiempo sin embargo, van convirtiéndose en "verdades reveladas".

Aunque Grecia también tiene mitos, y numerosísimos, la excepción de este pueblo en contraste con los otros, es que aquí, tan pronto como los mitos se pudieron poner por escrito (por ejemplo en los relatos homéricos), ello posibilitó el poder comenzar a discutirlos. Lo primero que se criticó fue el carácter excesivamente antropomórfico (con pasiones como amor, odio y envidia) de los dioses míticos.

Los filósofos rechazaron desde el principio toda explicación mítica de la realidad. La aspiración general de los filósofos desde el principio consistía en lo posible en tratar de concebir una explicación "natural" y no mítica de la naturaleza. Estas "explicaciones naturales" se caracterizaban por una fe radical en la razón como modo fundamental de llegar al conocimiento. Esta confianza a veces llegaba a ser tan extrema, que en algún momento se llegó a pensar que todo lo sensorial era ilusorio y que era la razón la infalible constructora de la verdadera realidad.

Cuando en este primer momento los filósofos se dedicaron a explicar el entorno, no se preocupaban por el problema del hombre en sí. Este problema (el del hombre en sí), en esta etapa, estaba tan solo parcialmente reflejado en los mitos (como por ejemplo el mito de Psiché), y estaba ausente en el material filosófico. A estos primeros filósofos, que tienen como orientación su alrededor y no a sí mismos, los llamamos los filósofos de la naturaleza. Ellos deseaban por ejemplo, aclarar racionalmente, si la naturaleza es esencialmente fluida o estática. Otra de sus preocupaciones principales consistía en encontrar cuáles son los elementos fundamentales a partir de los cuales se formó la vida y la naturaleza entera (agua, fuego, tierra, aire).

Esta fusión y distinción entre mito y "explicación natural" floreció extensamente en Grecia, facilitando el nacimiento de la filosofía como disciplina.

Una suposición presente no sólo en los inicios sino en toda la extensión del pensamiento griego consiste en la concepción de que la realidad existe con independencia del observador. Esta concepción, que se basa en una concepción independiente y autónoma de la realidad se denomina realismo. Los griegos no se cuestionaron mayormente cómo el observador modifica lo observado, ni se preguntaron si la existencia dejaría de existir si no existiese ningún observador. Estas serán tareas que abordará más acabadamente la filosofía moderna. En todo caso, es de notar, que el realismo es la concepción que más espontáneamente nace en el ser humano, y que otras concepciones filosóficas como por ejemplo el idealismo, necesitan un esfuerzo especial, que elige salirse o suspender esta concepción realista espontánea.

Otra cualidad fundamental de toda la filosofía griega en general es su fe radical en la razón como instrumento fundamental para llegar a la verdad. Esta postura la llamamosracionalismo.

Resumen:

Los griegos son realistas y racionalistas en general.

Casi todos los pueblos desean explicarse su entorno y al hombre, dada la trascendencia de los fenómenos de la naturaleza y de las experiencias espirituales, para la supervivencia humana.

La filosofía nace como una nueva manera de explicación, esta vez no basada en el mito, sino en la razón. No se busca una explicación mítica, sino una explicación "natural".

En su primer período, los filósofos se dedicaron a explicar el entorno, sin preocuparse mayormente por el problema del hombre en sí. Por eso los llamamos los filósofos de la naturaleza.

El criterio de verdad en filosofía (su contraste con el criterio de verdad en religión):

Así descrito en forma muy básica el germen, podemos ahora dedicarnos a comprender un poco más qué es esto que llamamos filosofía. Podemos delinear el modo de pensamiento que favorecieron estas raíces, y podemos insinuar mejor en qué consiste.

Por ejemplo, si ahora cayésemos en la pretensión de definir la filosofía, y si entonces diríamos que es "la búsqueda de la verdad", ello nos forzaría a continuación a definir qué es la verdad, o más modestamente, qué se entiende aquí por verdad. Y si cuestionamos aun más esta definición, tendríamos que preguntarnos primero si existe la verdad o no. A continuación, en el poco probable caso de que salgamos airosos de esta insondable prueba, nos veríamos a continuación obligados a explorar las maneras de buscar esta escurridiza verdad. Esta es una labor apoteósica, y obviamente, está mucho más allá de los propósitos de este escrito. En todo caso, podemos señalar, que si efectivamente nos embarcaríamos en esta titánica aventura, daríamos finalmente con el recorrido de gran parte del conocimiento filosófico.

Baste por ahora, comparar someramente la filosofía con la religión. Así, en este contraste, que tiene por propósito aclarar una noción difícil de comunicar, esperamos que el lector tenga un primer atisbo hacia la comprensión de lo que se trata la filosofía.

En filosofía todo es discutible, pero todo tiene que decirse en forma razonada. Ello presupone un conocimiento satisfactorio de la filosofía precedente. No existe la ortodoxia en filosofía.

En la teología en cambio, sí existe la ortodoxia, que es dependiente de la religión que se profesa. En su interior, esta ortodoxia no se cuestiona ni se discute. La ortodoxia aquí se acoge o se rechaza mediante una decisión de la voluntad de quien profesa. Lo que voluntariamente se acepta es un sometimiento a la ortodoxia.

Pero en todo contexto donde hay ortodoxia, hay también heterodoxias. Estas últimas son consideradas herejías por la primera. Es decir, en este caso, la ortodoxia es impuesta por autoridad (en este caso religiosa). En teología se afirma que tal o cual persona aclaró este o aquel dogma, y esta aclaración pasa a continuación a ser verdadera.

En cambio, en filosofía nada se acepta por autoridad. Simplemente, en filosofía algo es verdadero o es falso. Por ejemplo, si consideramos a Aristóteles como una autoridad intelectual, ello no significa en absoluto que lo que el afirma se acepte en filosofía en función de dicha autoridad.

La historia de la filosofía es la historia de la discusión. La historia de la religión es la historia de la lucha entre la ortodoxia y la heterodoxia.

En la religión no es posible la adhesión por la razón, y se pide una adhesión por medio de la fe.

En cambio, la filosofía discute, y llega (o trata de llegar) a verdades evidentes. La evidencia es la manera mediante la cual se convence en filosofía. Aquí no se convence mediante la fe.

Por otro lado, debido a que continuamente discute, la filosofía es siempre insegura. No es así en las religiones reveladas, las cuales son seguras, debido a que operan en base a una verdad revelada, a la cual consideran incuestionablemente verdadera. Por eso es posible en ellas la ortodoxia.

Pero la verdad religiosa es una verdad parcialmente revelada. Aun así, la religión ya tiene la verdad, y no es su tarea buscarla. A lo más, aclararla.

Pero ¿dónde está la verdad filosófica?

Hay que buscarla. Y dar razón de ella.

En resumen, mientras el criterio de verdad de la filosofía es la evidencia razonada, el criterio de verdad de la religión es la verdad revelada sostenida mediante la fe.

Por ejemplo, consideremos desde el punto de vista filosófico qué sucedería si ya fuese posible el transplante de cerebros. ¿De quién serían los pensamientos? ¿Del que dona su cerebro, o del que lo recibe en su cuerpo? Podríamos responder (y la mayoría de nosotros contestaríamos) que los pensamientos serían los de la persona donadora del cerebro. Sin embargo, esta respuesta no es en sí misma evidente, pues se basa en la creencia científica de que los pensamientos tienen su asiento orgánico en el cerebro. Entonces respondamos que es necesario realizar el primer transplante de cerebro y ver qué pasa. Si ocurriría lo esperado, esto tampoco sería una prueba inequívoca de evidencia. Para llegar a una verdad evidente en este caso, tendríamos que conocer todos los pensamientos de todas las personas que han sido, son y serán sometidas a un transplante de cerebro y describir lo que sucede. Sólo en tal caso, con todas las dificultades implícitas, llegaríamos a una verdad filosóficamente evidente con respecto esta situación. Es de notar, que además, en el planteamiento de este problema, no hemos considerado la dificultad de cómo vamos a distinguir de quién son los pensamientos que tiene la persona que resulta del transplante.

Sócrates (el giro antropológico):

En una sección anterior nos referimos a un pueblo griego tornado hacia la realidad externa, tornado hacia el cosmos. Sólo en la mitología había insinuada una preocupación incipiente por el hombre.

En la época de Sócrates, gira el objeto de la filosofía y comienza el período antropológico de Grecia. Este filósofo fue tan fundamental, que los filósofos de la naturaleza son llamados también filósofos presocráticos. Pero para poder entender mejor, detallaremos el entorno, y luego describiremos el pensamiento socrático.

Los sofistas:

Los sofistas, al igual que los filósofos de la naturaleza, no aceptaban en absoluto las explicaciones mitológicas de la realidad. Sin embargo, se distinguían de estos, en que consideraban que el ser humano jamás llegará a poder explicarse su entorno. A esta corriente, la llamamos escepticismo.

Entonces, la preocupación de estos filósofos giró desde la naturaleza, hacia una preocupación por el ser humano. En particular, en relación a las cualidades fundamentales de un ciudadano ateniense, y al modo mediante el cual estas cualidades eran adquiridas.

Los sofistas pensaban que las costumbres y virtudes correctas eran socialmente adquiridas. Según ellos, el ser humano carecía de una brújula interior que le permita distinguir entre el bien y el mal, y el criterio de distinción se adquiría mediante el aprendizaje. Esta concepción, le confería al problema del bien y el mal un carácter relativo a la según la cultura en la cual se encuentre la persona. Entonces, estos criterios tan fundamentales para una sociedad sana, debían ser enseñadas por personas muy sabias.

Los sofistas viajaban mucho, y en sus viajes, confirmaban su percepción, observando que las culturas son diferentes, y que tienen distintas opiniones en relación a lo que es bueno y lo que es malo. Se consideraban sabios a sí mismos, y pensaban que ellos debían enseñarle a la gente. Además, cobraban por sus enseñanzas.

El método socrático: la ironía.

Las discusiones filosóficas se efectuaban oralmente, en base a discusiones habladas, en las calles y en la plaza de Atenas.

Si uno conversaría con Sócrates, daría muy probablemente la impresión de que Sócrates era en extremo ignorante. Pero ello era simplemente un reflejo de su concepción de persona, y de su método para buscar la verdad. Aprendía mucho de la gente, asumiendo una posición ignorante frente a su interlocutor. Y continuamente hacía preguntas, una tras otra.

Lentamente, y con mucha paciencia, llegaba a un punto en el cual su interlocutor caía apresado por su propio discurso, y no por un argumento de Sócrates. Tal situación solía dejarlo en el extremo ridículo, en una sociedad en la cual, la razón era el valor fundamental. Y si ello ocurría en la plaza de Atenas, mayor rabia e irritación producía.

Este es el método socrático, y lo llamamos el método de la ironía.

Contraste entre sofistas y Sócrates: "sólo sé que nada sé".

Sócrates se consideraba ignorante (y no sabio) a sí mismo. No se consideraba a sí mismo un profesor, en el sentido de enseñarle a la gente, aunque afirmaba que él venía a remecer a Atenas, para que despierte de su sueño. No cobraba por sus enseñanzas.

Una posición humilde y respetuosamente ignorante frente a la verdad, no necesariamente significa una posición escéptica. En efecto, la frase de Sócrates "sólo sé que nada sé", no es una frase escéptica, sino es en parte "ambigua". Afirma que sabe algo, pero aquello que sabe, es que no sabe nada. La humildad socrática es astuta y respetuosa. Por un lado, si es cierto que Sócrates no sabe nada, entonces él es el más ignorante del mundo. Y por otro, si él es el único que sabe que no sabe nada, entonces todos los demás sabios que creen que saben, en realidad están atrapados en una ilusión de sabiduría, y entonces, es Sócrates el más sabio del mundo.

Es esta posición humilde y respetuosa ante la verdad, y no la presuntuosa, la que caracteriza al verdadero filósofo. El filósofo es permanentemente un buscador. Mientras los demás disimulan permanentemente su ignorancia con indiferencia o aparentando que son sabios, el filósofo, en cambio, está siempre inseguro, preguntando y preguntándose aquellas interrogantes fundamentales que no tienen respuesta.

Fue la demostración categórica de esta esencial verdad, la que dolió tanto al orgullo de los sofistas, y que obligó libremente a Sócrates finalmente a vaciar la copa de veneno en compañía de sus seguidores más cercanos, defendiéndola así hasta la muerte.

El problema de Sócrates: el conocimiento.

Primero, Sócrates se plantea el problema del conocer. ¿Cómo es posible conocer? ¿Cuán válido y real es lo que conocemos? Para Sócrates, el conocimiento, más que un saber racional puro, es una virtud. Mientras que para los sofistas el conocimiento ( y en particular la distinción entre el bien y el mal) se adquiere por aprendizaje social, para Sócrates, en cambio, hay un conocimiento eterno y fundamental que es universal para todos los hombres. Existe una forma fundamental de distinguir entre lo bueno y lo malo, que no es socialmente adquirido, sino que forma parte de la conciencia de cada ser humano en particular. Uno se siente mal si obra mal; uno se siente bien cuando obra bien. Es este conocimiento universal y eterno el que es realmente una virtud, y es este el que debe cultivarse para dominar las pasiones mediante la razón. El hombre que ha dominado sus pasiones mediante su razón, es un hombre virtuoso.

Aunque en Sócrates hay una preocupación por el tema del hombre, no es menos cierto que él en estricto rigor, no se pregunta directamente qué es el hombre en esencia.Más bien el tema fundamental de Sócrates está constituido por las virtudes humanas. Por eso, específicamente, el giro socrático no alcanza aun el ámbito de la Antropología, pues la Antropología filosófica se dedica a responder qué es el hombre en sí, en su esencia, aquello sin lo cual dejaría de ser hombre.

Platón:

A Introducción:

Siendo Platón discípulo de Sócrates, recoge el problema del conocer, y elabora una teoría del conocimiento. Conmovido por la injusta muerte de Sócrates, reconoce que la sociedad griega ha cometido un muy lamentable error. Pero ¿error de acuerdo a qué parámetro?

Si la sociedad griega es de esta manera imperfecta, quiere decir que en realidad, en nuestra mente, la estamos comparando con una sociedad ideal. Pero esta sociedad ideal no existe en la tierra. Existe más bien en otro lugar inmaterial, en donde existe la idea de una sociedad ideal. Pero si el mundo real es distinto al mundo en el que existen las ideas de un mundo ideal, entonces estamos hablando de dos mundos: el mundo material (imperfecto) por un lado, y el mundo de las ideas (que son ideales y perfectas) por otro. Entonces esta concepción, a la cual llamamos idealista, obliga a concebir el universo de manera dualista: dualismo constituido por los dos mundos recién descritos.

Así, Platón recoge la concepción dualista que venía de los albores de Grecia, y la profundiza. Considera al ser humano como constituido por un cuerpo que es sensible, y un alma o mente que es capaz de pensar. Este dualismo es semejante al planteado en el mito de Psiché.

Las habilidades del alma. Sus representaciones en el cuerpo y en el Estado.

Planteó que el alma del ser humano tiene tres habilidades fundamentales (moderación, valor y sabiduría), las cuales constituyen tres modos fundamentales de expresión de la vida. Se representan en tres partes del cuerpo, como veremos a continuación.

Epitimia (ubicado en el vientre): centro de todos los apetitos vitales primarios, como son la sed, el hambre, etc. Este aspecto de la vida del hombre refleja su naturaleza animal primitiva. Es este aspecto del ser humano el que según los griegos está compuesto por los deseos. Los deseos (en la concepción platónica y griega en general) deben ser dominadas por el hombre virtuoso, mediante la razón. Si los deseos son así adecuadamente frenados, entonces se conquista la virtud humana de la moderación.

Timia o timo (ubicado en el corazón): en donde se ubican todas las emociones humanas como el amor, el odio, etc. Sus contenidos y vivencias son emocionales. Esta naturaleza del ser humano es intermedia entre su naturaleza animal primitiva y su naturaleza trascendental. En particular, aquí se ubica la voluntad, y su cultivo despierta la virtud del valor.

Nous -Boulé (ubicado en la cabeza): aquí radican el pensamiento y la razón. Este es el aspecto trascendental y elevado del ser humano. Su cultivo lleva a la sabiduría.

Esta división no es arbitraria, sino tiene raíces en la vivencia. Por ejemplo, la intensidad de una emoción puede reflejarse en la frecuencia cardiaca, y no tan solo Platón, sino asombrosamente también nuestra cultura actual tiende a ubicar el amor y las emociones en general en la región del corazón.

En esta visión metafórica, es la razón la que gobierna toda la existencia humana, así que podemos afirmar que Platón es racionalista, y así no es una excepción al racionalismo griego en general. Platón extendió esta visión a un modelo político, y así describió cómo sería según él, un estado (en el sentido político) ideal. Este, analógicamente, estaría constituido por tres estamentos, que se inspirarían en canalizar políticamente cada una de las virtudes anteriormente señaladas:

El estado debería ser gobernado por filósofos, los cuales cultivarían la razón y encarnarían la sabiduría desde un punto de vista político.

El valor (que nace desde la voluntad), daría origen a los soldados, quienes tendrían a su cargo todo lo relacionado con las guerras y con la seguridad en general.

La moderación estaría representada por personas que se dedicarían a la producción en general.

Este modelo se opone significativamente a la democracia recién naciente en Grecia, y se parece, o recuerda más bien, al modelo jerárquico de castas que constituía el modo en que se gobernó la India durante dos mil años. Después de que este modelo fracasó en la práctica, Platón dijo que el segundo modo de estado ideal era el Estado Legal; aquí se mostró partidario de la propiedad privada y de la constitución de la familia.

La Teoría del Conocimiento en Platón:

El modo mediante el cual Platón se plantea el problema del conocimiento tiene que ver con la noción de conocimiento a priori. Lo sensible (lo captado por los sentidos), no es conocido por el espíritu. Aún así, lo sensorial activa un conocimiento interno alojado en el alma, y que existía desde antes. Este conocimiento que se despierta estimulado por la experiencia sensorial, está constituido según Platón por Ideas Innatas (es decir, existen desde antes de nacer). Toda concepción que cree en la existencia de las Ideas Innatas, puede llamarse innatismo. Estas ideas son eternas, hermosas y verdaderas, y existen en un mundo inmaterial, distinto al mundo material. La realidad material no es perfectamente verdadera ni es eterna, pero está separada del mundo de las Ideas Innatas por una membrana porosa, de tal modo que las Ideas Innatas pueden pasar desde su mundo eterno, a este, en la mente del hombre. La realidad es un reflejo pálido de esas verdades infinitamente existentes. Pero sirve de puerta inicial a través de la cual se pueden ellas develar.

Esta concepción, tan brevemente descrita, tal como aquí se describe, puede parecer sumamente extraña. Pero tiene que ver con el modo mediante el cual Platón concibe el universo. En la visión platónica, el alma humana habitaba inicialmente en el mundo de las ideas, las cuales son eternas, hermosas y verdaderas. Estaba el alma humana al mando de un carruaje tirado por dos caballos, uno blanco, y otro negro. Repentinamente el caballo negro giró en forma abrupta, provocando que el alma caiga del carruaje desde el mundo eterno de las ideas, a la realidad que conocemos, siendo así atrapada por la cárcel de la carne. Aquí se refleja que según Platón, el alma existió desde siempre, es decir, es eterna. Conocía el alma todas las verdades eternas, pero al quedar atrapada en el cuerpo, estas se le olvidaron, puesto que está ahora inmersa en una realidad imperfecta. Pero esta realidad es a su vez, reflejo de la realidad ideal y perfecta. Entonces, el mundo sensible, actúa como activando una añoranza por ese mundo ideal, estimulando el que el alma se acuerde de aquello que ya desde siempre sabía.

Según Platón la realidad imperfecta en la que estamos, refleja las ideas eternas, porque en su concepción del universo, esta realidad que ahora habitamos, fue hecha teniendo las ideas como molde. Lo que nace del molde, es en sí mismo diverso, pero a su vez contiene cualidades fundamentales que remiten al molde o a la idea que le dio origen.

La Teoría platónica del conocimiento es metafóricamente representada en forma magistral, en la alegoría de la caverna.

Platón es así, en resumen, racionalista (fe en la razón como modo de conocer la verdad), realista (la realidad existe con independencia de quien la observa) e innatista (existen ideas innatas, que son verdaderas, eternas y hermosas, a las cuales el alma es llamada a retornar mediante la razón).

Aristóteles:

Contraste entre Aristóteles y Platón:

Aristóteles era hijo de un médico, lo cual tuvo gran influencia en que él tuviera una mentalidad más científica que Platón. Este último tenía 61 años cuando los dos se conocieron, y se encontraba en ese momento explorando activamente el mundo de las ideas.

Pero mientras Platón buscaba verdades ocultas en un mundo perfecto, Aristóteles, en cambio, se volcó hacia el mundo material sensible. Mientras para Platón el instrumento fundamental para llegar a la verdad era la razón, para Aristóteles, en cambio (al menos en primera instancia), el modo esencial para acceder al conocimiento era a través de los sentidos. Consideraba que Platón estaba demasiado inmerso en un mundo ideal que no se podía palpar. Entonces Aristóteles dio la espalda al mundo inmaterial, y se dedicó a percibir el mundo material con los sentidos. Para él, era esta la fuente radical de la verdad y del conocimiento.

Ideas Innatas en contraste con Tabula Rasa:

Para Platón, el conocimiento existe desde siempre en las eternas Ideas Innatas, las cuales sólo deben aclarar a partir de su reflejo en la realidad material. La realidad para él es producto de las Ideas Innatas previamente existentes. Si reconocemos algo como tal o cual, lo reconocemos precisamente porque la idea de tal o cual existía previamente, y de alguna manera al menos vaga, la conocíamos desde la eternidad.

Aristóteles invierte esta dirección. Según él, al comienzo no conocemos nada, absolutamente nada, y las ideas y conocimientos se van instalando de a poco en nuestra mente, producto de nuestra experiencia con nuestros sentidos. Emplea el concepto de Tabula Rasa, para referirse metafóricamente a la mente. La mente para él es como un Pizarrón, el cual al principio se encuentra en Blanco. Al nacer el ser humano, este pizarrón está completamente en blanco y no conoce nada. Está dispuesto para coger cualquier experiencia captable por los sentidos. Estas experiencias sensoriales y vivencias se van inscribiendo en este pizarrón, y así la mente va adquiriendo paulatinamente conocimiento, directamente a partir de la experiencia.

Las experiencias se inscriben en la Tabula Rasa mediante contingencia temporal y espacial, dando así origen al concepto de asociación.

Ideas Innatas en contraste con forma:

Para Platón, la realidad entera es una sombra de una verdad eterna y hermosa. En cambio, Aristóteles considera que la verdad de algo se encuentra en su forma.

Aristóteles distingue entre la materia de la cual está hecho algo, y su forma. La forma no tiene en sí materialidad, y está constituida por las cualidades de la cosa. La forma es todo aquello que distingue a la cosa de las demás cosas, y es parecida al concepto que actualmente llamamos especie. Pero la forma no está exclusivamente formada por las cualidades de la cosa, sino además está compuesta por las funciones de la cosa. Cualidades y función son la forma.

Platón y Aristóteles se encuentran de acuerdo en relación a que el mundo sensible está compuesto de materia. Sin embargo, mientras para Platón el alma de algo remite a su Idea Innata, para Aristóteles, en cambio, el alma de algo se encuentra en su forma en sí.

Eternidad de las Ideas Innatas en contraste con finitud de la forma:

Para Platón, el alma es eterna, y está tan solo de paso por la realidad material. Estuvo siempre en el mundo de las Ideas, y retornará a él después de la muerte del cuerpo.

Para Aristóteles, en cambio, el alma se encuentra en la forma, y cuando cesa la forma, es decir, cuando la materialidad pierde su cualidad y su función, pierde la forma, y así, junto con cesar la forma, cesa también el alma. No existen para Aristóteles los mundos eternamente perfectos y verdaderos. Para él el alma no es una Realidad distinta, sino que es la expresión de la vida de la materia. Todos los animales, incluso las cosas, entonces, tienen alma, en la medida que tienen cualidades y funciones.

Dualismo en contraste con unidad de forma y materia:

Para sustentar las cualidades que Platón confiere al mundo inmaterial, este se ve obligado a ser dualista.

En cambio, Aristóteles considera que el todo es una unidad, y no la reunión de dos mundos. Así Aristóteles no es dualista.

¿Para qué sirve la Forma?

La forma, tal como se desprende directamente del mundo sensible, constituye el criterio de verdad de Aristóteles. Toda la verdad depende de la forma tal como se da en la experiencia de la realidad.

Como la forma es esencialmente cualidad y función, una de las grandes tareas de Aristóteles consistía en clasificar y sistematizar la naturaleza entera de acuerdo a las diversas formas que observaba. Así, Aristóteles fue un gran clasificador y sistematizador de toda la naturaleza. Dio de esta manera origen al modo en que se sistematizan todas las ciencias de hoy en día. Todas las ciencias actuales tienen una raíz aristotélica.

La forma o alma, tiene diferentes niveles:

Alma Vegetativa: constituida por las funciones vitales esenciales.

Alma Sensitiva o Motora: constituida por la conducta y por la percepción

Alma Racional: constituida por la razón, dirige en el ser humano todo su comportamiento.

Potencia y acto:

Potencia es el conjunto de posibilidades aun no expresadas que son inherentes a una cosa. Cuando la potencia se expresa, se convierte en acto. Ello sirve para distinguir entre aquellas cualidades y funciones de algo que no son inmediatamente sensibles, pero que podrían bajo ciertas condiciones expresarse, de todas aquellas otras funciones y cualidades, que es imposible que aparezcan en ese algo.

Lógica:

Actualmente se considera que Aristóteles fue el fundador de la Lógica. En su gran afán de sistematizar y clasificar todo, Aristóteles intentó ordenar nuestra multiplicidad de conceptos, y para tal efecto, se dedicó a establecer las leyes fundamentales mediante las cuales adquirimos conocimiento. El estudio de las leyes mediante las cuales conocemos, constituye el problema fundamental de la Lógica. Esta ciencia ha sido posteriormente definida como "la ciencia de la Prueba".

Cuando intentamos conocer algo, lo clasificamos, primero desde sus cualidades y funciones más generales, hasta las más particulares, individuales e irrepetibles, que distinguen la cosa de las demás cosas. Este modo progresivo clasificatorio desde lo general a lo particular, fue formalizado por Aristóteles en la lógica, y a él agregó las leyes mediante las cuales debe operar la razón para no caer en contradicción. Así, a partir de un riguroso método de clasificación y definición unido a las leyes fundamentales del pensamiento razonado, se constituye la lógica aristotélica.

Por ejemplo, el hombre es un animal racional. En esta definición, nos damos cuenta que primero se alude a una cualidad general del hombre (que es un animal), y luego, se señala a una diferencia especifica (que es racional), que distingue al hombre de los demás animales. Esta definición de hombre es lógicamente impecable, pero por un lado es insuficiente (pues hay muchísimas otras cualidades del hombre que lo distinguen específicamente como tal), y por otro, no señala lo que es el hombre en esencia.

Cosmología aristotélica:

El modo en que Aristóteles define las cosas depende de un contexto en el cual se originan estas definiciones. Este contexto es la cosmología aristotélica. La tierra está en el medio del universo. El mundo sublunar, en el que está la tierra, es el mundo de la materia, tiene naturaleza física, y es corruptible. Los movimientos que ocurren en este mundo son lineales.

Alrededor del mundo sublunar, hay 55 esferas que constituyen niveles progresivos de perfección y de verdad, y que giran teniendo a la tierra como centro común. El mundo supralunar es incorruptible y en él los movimientos que ocurren no son lineales sino circulares.

Por fuera de las 55 esferas está Dios y es la cima del mundo supralunar. El hombre es como Dios en cuanto piensa y tiene pensamiento. Dios para Aristóteles es un Dios Pensamiento. Atrae todo hacia sí, y el mundo sublunar tiende hacia él.

En el mundo sublunar otros seres se conforman en relación al hombre. Aquí vemos cómo la sistematización aristotélica de la naturaleza postula una escala de progresiva complejidad de los diversos seres que la componen.

Así, según Aristóteles, el pensamiento razonado es el modo fundamental a través del cual se puede llegar desde una esfera a la otra, y finalmente, a Dios.

Ética y política en Aristóteles:

Aristóteles, en síntesis, se oponía en base a lo hasta aquí expuesto, a las soluciones únicas o parciales. Como base de su ética, encontramos según él, tres tipos de felicidad. La primera, la que directamente nace de los placeres y diversiones; otra forma de felicidad es la que surge de la condición libre y responsable del ser humano; y la forma más elevada de felicidad, es el goce que aflora de la investigación y del ser filósofo.

Por otra parte, en contraposición al único estado ideal de Platón, Aristóteles considera que hay varias formas de organización política que pueden ser buenas, y cada una de ellas tiene su propia manera de corromperse.

Resumen:

Aristóteles aporta el criterio de verdad basado en la experiencia directa. A partir de él, nace una capacidad de clasificación sistemática de la realidad, unida a una investigación de las leyes mediante las cuales la razón razona.

Estos fundamentales aportes aristotélicos constituyen las bases radicales de la ciencia actual. Nótese que a pesar de que su criterio de verdad es la experiencia, Aristóteles no deja de ser racionalista, puesto que su modo principal de conocer lo cierto, es la razón.

Aspectos más particulares de esta concepción son los que la contrastan con el platonismo. La naturaleza perecedera del alma. La ausencia de dualismo. Forma y función en la materia en sí. La noción de Tabula Rasa.

La Grecia Clásica funde mito con razonamiento filosófico. Inicialmente, los filósofos dedicaron a explicar los fenómenos de la naturaleza en general. Pero para ello emplearon una aproximación racional y no mítica, como la que había hasta entonces.

Los tres filósofos más grandes de la Grecia Clásica, y que constituyen la cúspide de la filosofía griega son Sócrates, Platón y Aristóteles.

En el giro antropológico de Grecia, están Sócrates y los sofistas por primera vez preguntándose por el problema del hombre en sí, en contraposición a una preocupación por el entorno. Pero sin buscar aun lo que es el hombre en esencia, sino más bien, por descubrir las cualidades del hombre virtuoso. Sócrates a su vez, profundiza sobre el problema del conocimiento.

La trágica e injusta muerte de Sócrates, lleva a Platón a contrastar el mundo terrenal con un mundo ideal. Nace una concepción dualista del ser humano, que lo concibe formado por un aspecto eterno y otro perecedero. El aspecto eterno existió desde antes de que un ser humano nació en la tierra, y aquí el conocimiento se concibe como un retorno y no como algo nuevo. Platón está cada vez más enfocado en la búsqueda de estas verdades ideales, alejándose de su contacto con la realidad inmediata.

Este alejamiento de lo inmediato, es el que contrasta Aristóteles, con una concepción cuyo criterio de verdad es la realidad inmediata verificable. Esta concepción no es dualista. Aristóteles funda así la sistematización radical de las ciencias actuales. Para Aristóteles el alma no es eterna. La mente no conoce nada que no haya en algún momento adquirido mediante la experiencia.

Estas son en forma muy sintética las concepciones clásicas griegas, que como veremos, constituyen importantes raíces de la psicología actual. Veremos ahora, cómo fue emergiendo esta diversidad de formalizaciones psicológicas actuales.

La Antigüedad después de la Grecia Clásica, hasta la Edad Media

Introducción:

A partir de la semilla sembrada en la descripción de estas raíces griegas, podríamos seguir diversos caminos. Podríamos ahora por ejemplo, seguir con la descripción del tronco, describiendo brevemente cómo el pensamiento socrático, platónico y aristotélico dieron origen a movimientos posteriores; luego podríamos seguir en la misma línea, describiendo las ramas y las hojas, llegando hasta la época actual.

Por otro lado, podríamos intentar describir los rasgos fundamentales de una cultura de la cual Grecia era una parte. Nos referimos, basándonos en un criterio de raíces lingüísticas (y por tanto de formas de pensamiento), a los indoeuropeos, compuestos por heterogéneas naciones unidas por un ancestro lingüístico común. A los indoeuropeos los podemos comparar con las tradiciones semíticas en general. Aunque estas dos civilizaciones contrastan entre sí, ambas constituyen las raíces de la Edad Media.

El lector debe tomar en cuenta que las proyecciones de la Grecia clásica ocurren en un proceso histórico de fusión entre la cultura indoeuropea y la semítica. Luego, no se pueden abordar por separado estos dos aspectos de este tiempo histórico. Aunque aquí aparecen separados en distintas secciones, ello sólo obedece a intentar ofrecer mayor claridad en la exposición.

Por último quisiéramos una vez más recalcar el carácter sintético de esta sección, propia de todo este escrito en su conjunto.

Según se aprecia en la Figura 4, Aristóteles cayó en una especie de largo olvido y sólo será retomado en el siglo trece por Guillermo de Occam, y recién empleado en sentido teológico por Santo Tomás.

Platón en cambio, ya en la época patrística es fusionado con el cristianismo por San Agustín.

Pareciera ser que la raíz socrática se detiene en la antigüedad, pero ello, así como todas estas descripciones generales, son más bien una mera apariencia.

Estoicos, Cínicos y Epicúreos:

Podemos destacar en estas tres escuelas filosóficas una raíz socrática común, puesto que las tres conciben al ser humano como constituido por virtudes no socialmente adquiridas, sino que afloran de la propia individualidad. La naturaleza postulada de esas virtudes fundamentales es la que distingue estas escuelas entre sí.

Una vez, Sócrates parado frente a una tienda, exclamó: "¡Cuántos artículos que no me hacen falta!". Esta exclamación es la base de los que en filosofía se llaman cínicos. Ellos consideraban que la felicidad no depende de las cosas externas, tales como el lujo, el poder y la salud. La felicidad puede ser lograda por todo el mundo, puesto que precisamente no depende de ninguna de estas cosas fortuitas, vulnerables y externas. Vivían en general con los más mínimos requerimientos para sobrevivir. Ni si quiera el sufrimiento y la muerte debían dar lugar a preocupación. Es precisamente esta última cualidad de los cínicos, la indiferencia ante el sufrimiento, la que se conserva como uno de los significados de esa palabra (cínico) hasta el día de hoy.

Los estoicos, por otra parte, consideraban que cada ser humano es un pequeño universo individual, pero que (dada la raíz socrática), a todos los seres humanos los une una razón universal común. Así nace la concepción de "derecho natural" propio de cada ser humano. Al basarse, en la razón eterna de este, el derecho natural no cambia ni en el tiempo ni en el lugar, y tendrá gran importancia para el desarrollo de la concepción jurídica del hombre, desarrollada fundamentalmente en Roma. Es también el estoicismo, una de las raíces del humanismo, cundo este coloca al individuo al centro. Más ampliamente, todos los procesos de la naturaleza (incluyendo la enfermedad y la muerte), siguen leyes inquebrantables, y el ser humano debe reconciliarse con su destino. Nada ocurre fortuitamente y todo ocurre por necesidad. El ser humano también debe responder en forma tranquila ante los momentos felices. Es este rasgo de indiferencia ante las emociones la que se conserva hasta la actualidad como significado de la palabra "estoico".

Podemos decir con bastante certeza que cínicos y estoicos se parecen bastante, más allá de su raíz común. Sin embargo hay otra escuela de origen socrático, que consideraba (en contraposición a las dos escuelas anteriores) que la felicidad consistía en cultivar hasta el extremo el placer sensual. El mayor bien es el deseo, y el mayor mal es el dolor. La meta era evitar (y no aguantar, como estoicos y cínicos) el dolor lo más posible. Pero aunque el valor de toda acción se medía en función al placer que producía, se consideraban muy detenidamente sus efectos secundarios, tratando de evitarlos también. Epicuro también decía que el resultado placentero a corto plazo debe contrastarse con la posibilidad de un placer mayor, a más largo plazo. No se trata de un placer puramente hedonista. Para ellos tenía sentido ahorrar para lograr un proyecto placentero difícil de alcanzar.

Neoplatonismo:

Esta escuela de origen platónico se constituyó en una importante alternativa al cristianismo recién naciente. El neoplatonismo era dualista, y consideraba que el ser humano está constituido no sólo por un cuerpo material, sino también por un aspecto inmaterial eterno. Este último aspecto se estimaba constituyendo al hombre por esencia. El hombre en sí tenía una dimensión eterna que le es propia por naturaleza.

En la época del nacimiento del neoplatonismo, había una creciente inquietud por el problema de la muerte en general, y de lo que pasará con nosotros después de que la vida terrenal culmine. Así, habían pócimas y encantamientos diversos para conseguir la inmortalidad del alma. La concepción platónica calzaba perfectamente con esta inquietud.

Pero los cristianos recién nacientes se distinguían de los neoplatónicos, en que ellos pensaban que el cuerpo humano entero, con alma y carne, iba a resucitar a la eternidad algún día. Ello no ocurre en función a una naturaleza eterna del hombre en sí, sino más bien, debido a un acto resucitador de Dios dirigido hacia el hombre.

Plotino, el más importante de los neoplatónicos, pensaba que el universo entero está en tensión entre dos polos. Uno de ellos era Dios, expresado por la luz, y el otro, opuesto, era la oscuridad. La clave aquí, es que la oscuridad no tiene existencia alguna, sino en realidad, es ausencia de luz. Lo único que en definitiva existe es Dios, y sólo Dios, y Dios es Uno. La otra polaridad no tiene existencia propia, sino constituye la ausencia de la única polaridad que existe. Ello implicaría que aquí Dios tiene un límite.

El Helenismo:

Las escuelas post clásicas recién descritas, en realidad se dieron en un contexto en el que debido a Alejandro Magno, se expandió enormemente el mundo griego. Esta expansión no fue en definitiva sólo territorial, sino que se consolidó en la integración común de todo el mundo hasta entonces conocido. Incluso Roma era provincia de esta expansión. Ahora se puede comprender la gran influencia griega sobre el Imperio Romano en todos los planos. Antes de que este naciera como Imperio, fue dominado por Grecia, y así, ocurrió un traspaso y una proyección cultural.

La unificación provocada por el helenismo se dio en todos los planos, especialmente en el filosófico y religioso. Sin embargo, esta integración no era homogénea, sino constituida por una amplia diversidad, sembrada de radicales dudas, en donde el escepticismo (que ya habíamos mencionado al describir los sofistas) podía florecer. También destaca el nacimiento de nuevas concepciones religiosas a partir de la fusión de otras religiones más arcaicas.

Duda y heterogeneidad convivían con fusión e integración tolerante.

El Misticismo:

La importancia creciente al misticismo en todas partes, refleja la preocupación progresiva por la salvación en esta época.

Misticismo significa unión con Dios, unión con el "alma universal". El misticismo elimina el abismo postulado por muchas religiones, entre Dios y su creación. La idea es que aquello que llamamos "yo" no es nuestro verdadero yo. Por algunos instantes, podemos sentirnos unidos a un yo mucho mayor, llamado Dios por algunos, y por otros "alma universal".

El misticismo occidental, influido por los aportes de origen semítico, destaca que el Dios con el que se encuentra es un Dios Personal. Dios está presente, en la naturaleza, en el alma del ser humano, y también muy por encima del mundo. En cambio, en el misticismo oriental, de raíces hindúes, budistas y chinas, se enfatiza un encuentro con Dios, caracterizado por una fusión del alma con Dios en su totalidad. Así nace una experiencia mística que podría vagamente señalarse diciendo "yo soy Dios".

Raíces indoeuropeas y semíticas de la Edad Media:

La mayor parte de Europa, junto con Irán e India tienen raíces lingüísticas que en algún pasado muy remoto fueron comunes. Grecia era parte de la cultura indoeuropea. Tener una raíz lingüística común se asocia a "modos de pensar emparentados". Aunque la migración de poblaciones indoeuropeas se mezclaron con las tribus pre-indoeuropeas, la cultura indoeuropea tuvo predominancia. A continuación mencionaremos sus características más relevantes.

Una de sus cualidades más destacables era su marcado politeísmo en general. Más aun, los mitos fundamentales, en su mayoría, se parecen entre sí. Estos, tienen en general naturaleza especulativa, la cual, facilitó el nacimiento de la filosofía. Todas las culturas de origen indoeuropeo conciben el mundo como un drama a partir de la lucha entre el bien y el mal, y una preocupación marcada por el destino del mundo. En toda esta cultura, el sentido más importante a través del cual se accede al conocimiento es la visión. Abundan las visiones de orden cósmico. Ello se proyecta al hecho que en estas culturas de origen indoeuropeo se tiende a representar a los dioses y mitos mediante imágenes y esculturas. Por último, tienen una visión cíclica de la historia; para ellos, la no era más que la repetición cíclica de algunos procesos cronológicos, más amplios o menos amplios, tal como se repite cualquier ciclo en la naturaleza. Aquí, Dios se considera estando presente en todo (panteísmo), y el hombre puede lograr la unión con él a través del conocimiento. En estas culturas predomina la autocontemplación y meditación.

Los semitas, por otro lado, tienen una raíz lingüística completamente diferente. Es sorprendente el contraste con la cultura indoeuropea. En primer lugar, destaca que todas las religiones de origen semítico son monoteístas. Ellos tienen una visión lineal de la historia, la cual ahora se concibe nacida en un inicio, y que finalmente culminará en un fin. Así aparece la temática en torno al Juicio Final. En efecto, en estas culturas la historia es una dimensión muy importante de la religión. Mientras para los indoeuropeos el sentido más importante era la visión, para estas culturas, en cambio, el órgano más importante era el oído. La palabra revelada era fundamentalmente escuchada. Además, los semitas destacan por la ausencia e incluso rechazo de la representación de Dios mediante imágenes y esculturas. Por último, estas religiones resaltan un abismo entre Dios y su creación, que en las culturas de origen indoeuropeo se encuentra más bien ausente. Destaca una preocupación por salvarse del pecado y de la culpa. En estas culturas predomina la oración (fundamentalmente dialogada) y la lectura de escrituras sagradas.

La importancia del cristianismo como raíz de la Edad Media, más allá de constituir una forma específica de religiones, radica en que significa una forma difundida y significativa de unión e integración de las dos culturas anteriormente señaladas. En efecto, el lector puede detectar, si observa detenidamente, rasgos del cristianismo que provienen de una o de otra de las culturas recién descritas. En vez de enumerarlas aquí, destaquemos la distinción entre neoplatonismo y cristianismo mencionada anteriormente. Tal como la raíz semítica del cristianismo es innegable, podemos destacar que gran parte de la Biblia está escrita no sólo en lenguas de origen semítico, sino también tiene (en su versión católica) importantes proporciones en Griego. Otras de las características del cristianismo, serán descritas ahora, al abordar el tema de la Edad Media.

La Edad Media:

Introducción:

La fecha de inicio y de término exacta de la Edad Media es difusa, si se le considera como proceso. Pueden convencionalmente acordarse fechas, pero se trata más bien de una paulatina transformación con su propio apogeo, y con la irrupción del Renacimiento.

Describamos ahora en qué consiste específicamente la Edad Media.

Vemos aquí que algún tipo de proceso se interrumpe al comenzar la Edad Media. Por otro lado, nos damos cuenta que la Edad Media no es un período estático, sino algo ocurre y se desarrolla, y que es de cierta manera, distinto.

En efecto, de acuerdo a un criterio renacentista, se percibe a la Edad Media como un período de oscurantismo, ocultismo y estancamiento del progreso del conocimiento y de la cultura en general. En realidad, desde cierto punto de vista, es como si el tiempo se hubiese detenido, observando sin grandes cambios, el paso de los siglos. Así, la Antigüedad y el Renacimiento se parecen en que en ambos hay un sostenido avance del conocimiento; este se estanca en cambio, en la Edad Media.

Sin embargo, dediquémonos ahora a describir lo que sí ocurre activamente en la Edad Media. Habíamos dicho, que a excepción de los mitos y del giro antropológico socrático, el hombre no estaba en general considerado como problema filosófico en sí mismo. También dijimos que la antropología socrática, aunque valiosa, era incompleta, puesto que no se dedicaba a tratar de contestarse qué es el hombre en su esencia.

En la Edad Media, se produce un nuevo giro antropológico, todavía no dedicado a la esencia, pero que entregó nuevas luces no formalizadas aun, sobre el hombre en sí. Este giro antropológico se produjo por diversos factores, entre los cuales podemos mencionar:

La importancia creciente del escepticismo: la heterogeneidad cultural y religiosa que comenzó en el helenismo favoreció la convicción de que la realidad externa no era una manera confiable de conocer la verdad. El ser humano prefirió ahora, en vez de explicarse los fenómenos de la naturaleza (muchos de los cuales permanecían inexplicados), tornarse hacia adentro, y mirarse a sí mismo más profundamente.

El interés creciente y marcado por la salvación eterna del alma: una creciente preocupación por llevar a la práctica lo contenido en las escrituras sagradas con la finalidad de salvar el alma, obligó a mirarla con mayor detenimiento, en desmedro del interés por la realidad externa, la cual, comienza a adquirir importancia secundaria. Hay un creciente interés por el ámbito de la moralidad, y por las cualidades reales del alma en sí.

Sin embargo, esta loable intención, estaba sumamente sesgada desde el punto de vista filosófico, puesto que había un sesgo en cuanto al criterio de verdad. El criterio de verdad filosófica y religiosa, no era, como hasta entonces, la evidencia filosófica, sino que se operaba en función a una verdad revelada. El lector puede remitirse a los criterios de verdad empleados en filosofía y religión descritos anteriormente.

Fue esta dependencia de la verdad filosófica en función de una verdad revelada, la que impidió el avance del conocimiento. Si se llegaba a un conocimiento nuevo evidente reñido con el contenido de las escrituras sagradas, este conocimiento era desechado. Por otro lado, había un empeño sostenido en demostrar la veracidad del contenido bíblico no evidentemente verdadero. Un ejemplo de este esmero es el argumento de San Anselmo sobre la existencia de Dios. Este argumento es impecable desde el punto de vista lógico, pero opera en primer lugar asumiendo a priori que Dios existe, y luego probando que lo contrario no es cierto.

Teniendo muy en cuenta este sesgo desde el punto de vista filosófico, continuemos ahora explorando lo que pasó en la Edad Media.

Descripción General:

En general, sobre todo a comienzos de la Edad Media, podemos notar que hay una notable decadencia de la cultura antigua, tanto griega como romana. Más aun, los filósofos griegos en general son sepultados, importando solamente la interrogante de cómo reconciliar la razón con las escrituras sagradas, contradictorias en tantos aspectos.

Entre muchos otros hechos históricos notables, destaca la escisión del Imperio Romano. Este finalmente queda fragmentado en tres partes principales:

La parte correspondiente a Europa Occidental constituirá la cultura cristiana de lengua latina, con Roma como su capital espiritual. Así, esta ciudad, luego de la caída del Imperio Romano de Occidente, pasa lentamente, desde haber tenido una primacía política, a tener una primacía espiritual.

Otro fragmento, el Imperio Romano de Oriente, tenía como capital a Constantinopla, y cayó muy posteriormente. Después esta ciudad pasó a llamarse Bizancio, y cuando fue capturada por los turcos, adquirió su nombre actual, Estambul. En la Edad Media, en esta porción del Imperio Romano surgió una cultura cristiana de lengua griega. Así, podemos distinguir una cultura cristiana católico romana, y una cultura cristiana bizantina.

El Norte de África y el Oriente Medio, por último (también antes perteneciente al Imperio Romano), desarrolló una cultura musulmana de lengua árabe, la cual después se extendió incluso hasta España. Al quedarse los musulmanes también con la ciudad de Alejandría, fueron herederos a su vez, de la ciencia griega, lo cual, les facilitó un desarrollo de múltiples ciencias como la matemática y la astronomía.

Entonces, así dividido el Imperio, el cultivo de la filosofía griega también se dividió geográficamente para volverse a unir posteriormente, en la Edad Media tardía. Básicamente, mientras la cultura cristiana Oriental tomó a Platón, los musulmanes del Norte de África y el Oriente Medio, tomaron a Aristóteles. Luego, la expansión musulmana, permitirá el redescubrimiento occidental de este filósofo. Sin embargo, lo dicho no es taxativo, pues en las tres porciones mencionadas, encontramos raíces socráticas, platónicas y aristotélicas insinuadas.

A continuación, para ilustrar el modo mediante el cual se intentaba acomodar el pensamiento griego a la verdad revelada, describiremos la cristianización de la concepción platónica en San Agustín, y de la concepción aristotélica en Santo Tomás.

San Agustín:

Se ubica cronológicamente en los inicios de la Edad Media, tocándole vivir en la época de la caída del Imperio Romano de Occidente, época fuertemente influida por el dualismo griego, que consideraba al cuerpo como el aspecto de la existencia humana que limita las potencialidades del alma. El cuerpo es percibido como una cárcel y como una inmundicia que ensucia al alma. Es la época del ascetismo, corriente espiritual y filosófica que se empeñaba en reprimir los deseos del cuerpo, percibiéndolos como sucios, y prescribiendo una vida lo más frugal posible, abundante en ayunos e incomodidades, las cuales según ellos, purificaban el espíritu.

San Agustín, había conocido y practicado varias religiones antes de convertirse al cristianismo. Fue por ejemplo, maniqueo. Los maniqueos son una típica religión y filosofía de la Antigüedad Tardía, con una fuerte preocupación por la salvación y una tajante escisión, nada pacífica ni tolerante, entre el bien y el mal (con un énfasis en el problema del mal).

Cuando se convirtió al cristianismo, fue tan fuertemente influido por el pensamiento platónico, que para él, Platón y cristianismo significaban prácticamente lo mismo. Por eso se dice que cristianizó a Platón. Pero por ejemplo, contrariamente a lo que afirma el Platonismo, San Agustín cree que el mundo fue creado de la nada, como lo señala la tradición bíblica. En relación a las ideas platónicas, eternas, independientemente existentes desde siempre, San Agustín las adapta al cristianismo, aseverando que han existido desde la eternidad, pero es en Dios, y no en otra parte, donde existen. Otra influencia cristiana notable, es que contrariamente a lo afirmado en la vertiente platónica, San Agustín piensa que entre Dios y su creación hay un gran abismo. Pero como buen neoplatónico, resuelve el problema del mal (que lo tenía inquieto desde su pasado maniqueo), concibiéndolo no como una entidad con existencia propia, sino más bien, como una ausencia de Dios.

Un rasgo distintivo entre platonismo clásico y San Agustín, es que mientras el primero postula que la tendencia al bien es propia de la naturaleza humana (en particular del alma), el segundo, en cambio, considera que por el pecado original, nadie merece llegar al bien. Es más bien la generosidad de Dios, y no una cualidad inherente al ser humano, la que lo salva. Esto lleva a San Agustín a concebir un plan de salvación centrado en la predestinación, en que el hombre, haga lo que haga, ya fue elegido desde el principio de los tiempos a priori por Dios, para ser salvado o condenado. Como la influencia agustiniana fue notable durante toda la Edad Media, el tema de la predestinación determinará una forma muy particular de angustia, centrada en averiguar durante toda la vida, si uno se encuentra en el grupo ya condenado, o ya salvado. Y se inventan todo tipo de pruebas y penitencias para probar lo uno u lo otro.

Un último rasgo, es que San Agustín introduce la preocupación lineal por la historia, de origen semítico. La lucha entre el bien y el mal, con las propiedades de la cultura indoeuropea, adquiere ahora una participación encarnada en la Historia de la Salvación.

Santo Tomás de Aquino:

A partir del siglo XII, comienza un fenómeno mediante el cual, la influencia musulmana creciente, comienza a difundir el pensamiento aristotélico científico, en un ambiente predominantemente neoplatónico agustino. Este será uno de los factores que determinará el lento surgimiento del Renacimiento. Pero ese sentido del desarrollo aristotélico lo describiremos cuando nos dediquemos a Guillermo de Occam. Por ahora notemos que hasta estas épocas muy tardías, no había aun, un pensamiento cristiano que tuviese su raíz en Aristóteles (ver Figura 4: Proyecciones de las raíces clásicas griegas hasta la Edad Media).

Santo Tomás fue precisamente el que realizó esta integración entre cristianismo y pensamiento aristotélico. Cristianizar, en este contexto, en realidad no necesariamente se trata de integrar en el verdadero sentido de la palabra. Se trata más bien de una explicación e interpretación del pensamiento clásico de tal manera que no sea escandalizante para el catolicismo romano. Nuevamente, podemos notar que la concepción tomista no se trata realmente de un desarrollo filosófico propiamente tal, sino se trata más bien de un pensamiento que se acerca a Aristóteles desde una verdad revelada a priori.

El desafío tomista consiste básicamente en conciliar por un lado la evidencia a partir de la experiencia inmediata (criterio de verdad de Aristóteles) con la certidumbre de la verdad revelada (criterio de verdad de la religión), todo esto, empleando la razón y las leyes de la lógica aristotélica, y no los argumentos basados en la fe. Este desafío, así formulado, parece monumental, y Santo Tomás se esmeró asombrosamente por lograrlo. Si lo consiguió o no, es de suyo un tema mucho más vasto, que no pertenece a la temática de este artículo. Podemos contentarnos con afirmar que Santo Tomás intentó una síntesis entre la fe y el saber.

Para empezar, Santo Tomás distingue entre una "teología natural" y una "teología revelada". La primera es accesible tanto a la razón y a la lógica, como a la fe a partir de la verdad revelada. La segunda en cambio, constituida por ejemplo por los dogmas de la fe, es sólo accesible mediante la fe, y la razón es insuficiente para llegar a ella. El argumento tomista central es que no hay contradicción entre razón y fe, siendo ambas complementarias, constituyendo ambas, dos maneras distintas de llegar a la misma verdad fundamental. Eso sí, la verdad revelada, otorga detalles que van más allá de lo racionalmente evidente. Entonces Santo Tomás dice que la concepción aristotélica es compatible con la concepción cristiana, pero es incompleta con respecto a esta.

Un ciego puede escuchar el trueno. Un sordo, ver el relámpago. Sólo trueno y relámpago juntos, constituyen realmente una experiencia más completa. Aquí estamos describiendo la aproximación tomista. No estamos discutiendo si es cierta o no.

Un aspecto tomista que llama la atención, es que Santo Tomás divide los diversos tipos de conocimiento en conocimientos inductivos, deductivos y mixtos. Pero tal sistematización, aunque constituye una forma incipiente de las clasificaciones posteriores, en realidad todavía se apoya en las convicciones personales de Santo Tomás, no pudiendo este aun separar claramente lo que se destila de su creencia, de lo que se obtiene a partir de un razonamiento propiamente tal.

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