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Sobre La ética Profesional Del Psicólogo


Enviado por   •  4 de Marzo de 2013  •  2.106 Palabras (9 Páginas)  •  1.203 Visitas

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Sobre la Ética Profesional del Psicólogo

Siempre he pensado que no debe crearse una carrera profesional si no existe una nueva necesidad que exija el servicio profesional correspondiente. Este es el criterio que justifica instituir una nueva profesión y por tanto la carrera que debe preparar para ella.

El profesionista o profesional debe ser un servidor del hombre cuya responsabilidad se remota a su preparación lejana y se manifiesta en la aplicación de una actividad intelectual organizada socialmente y regida por la ética y por técnicas apropiadas, para tratar de resolver una necesidad humana. Es evidente que el psicólogo no puede existir sin una actividad de tipo intelectual que es el resultado de la ciencia psicológica adquirida en sus inicios en la carrera universitaria y enriquecida con la experiencia y el ejercicio de la aplicación de su saber a los problemas personales e interpersonales. La ciencia psicológica que es ya uno de los acontecimientos culturales más importantes de nuestro siglo, y la documentación que la conserva se acerca a las 50.000 publicaciones. Pero cada vez es más claro que la teoría psicológica debe ir acompañada de aplicaciones prácticas y de técnicas especiales. La naturaleza de los estudios psicológicos que es teórico-práctica, y cada día se manifiesta en mayor escala la utilidad de las técnicas y de la terminología apropiadas, hasta llegar a la organización de laboratorios y verdaderos institutos de investigación psicológica.

La índole de los asuntos y problemas psicológicos convierte al verdadero psicólogo en un experto en la resolución y prevención de conflictos interpersonales de tal manera que el ejercicio de la profesión psicológica necesariamente debe brindar un servicio social.

Es claro que esta profesión exige una ética profesional que cada día debe esclarecerse y precisarse. La especificación de esta moral está relacionada con situaciones humanas características de ella, como por ejemplo el caso del secreto profesional a la luz de una entrevista o de un consejo psicológico, en el caso del tratamiento psiquicoclínico, en el psicoanálisis de diversos tipos y en la psicoterapia individual o colectiva.

Los psicólogos profesionales deberán unirse para formar el cuerpo colegiado capaz de defender sus derechos y mantener en todo instante el decoro y prestigio mediante exigencias académicas y aplicaciones jurídicas y morales así como estímulos y recompensas para sus miembros.

Entre las principales exigencias de toda profesión debe señalarse el cumplimiento de las normas éticas aplicables a la situación humana propia del profesionista. Es un problema de ética especial y aplicada, porque no se refiere al conjunto de deberes morales que rigen a todo ser humano, sino precisamente a las obligaciones contraídas por el solo hecho de haber abrasado determinada profesión. Tan esencial e indispensable es para el profesionista dar cumplimiento a estas exigencias, que su abandono produciría ineludiblemente la ruina de su profesión.

La profesión psicológica merece el mayor respeto y justo prestigio por la índole misma de los asuntos directamente humanos que tiene encomendados. El ejemplo personal es incuestionablemente la mejor garantía de ese prestigio. Tanta mayor estimación tendrá la sociedad hacia la profesión psicológica cuanto más puntualmente se realicen en cada profesionista psicológico los ideales éticos que requiere la estructura misma de su vocación.

Considero pues que para el contexto venezolano, y sumándome a la iniciativa del estudio de Winkler y Reyes en Chile (2006) de examinar la responsabilidad moral del psicólogo, que ésta pudiera apreciarse en dos etapas principales: la primera relacionada a la etapa de formación y la segunda a la época del ejercicio de su carrera.

La ética profesional inicia sus exigencias y requerimientos en los años escolares, particularmente en la etapa de los estudios que constituyen la carrera universitaria. El psicólogo tiene que ser un experto. Esta calidad implica una amplísima cultura general y además una especialidad en la que el dominio de la técnica respectiva se sobrepone la prudente visión del que sabe muy bien su teoría y posee una valiosa experiencia práctica. El buen estudiante ha empezado a dar cumplimiento a la exigencia ética primordial del futuro profesionista. El mal estudiante ha iniciado el fraude a la sociedad que significa el conjunto de errores y fracasos que espera el falso experto, al guía ciego y al pésimo consejero que se atreva a enmascararse con la noble denominación de profesionista, maestro o doctor en la rama respectiva. Las instituciones culturales deben estar organizadas de tal manera que por el bien de la sociedad, se haga inalcanzable el acceso a los títulos profesionales a los grados académicos a quienes con la mediocridad manifiesta de sus trabajos y exámenes escolares no brinden la garantía de una sólida preparación intelectual y moral.

Por lo que toca al ejercicio de la profesión, conviene declarar con toda franqueza que su servicio social exige una constante renovación del saber adquirido en la preparación remota. El título o el grado académico no significan necesariamente que sus titulares están listos para resolver cualquier problema específico dentro de la carrera. Constituyen más bien una expresión del conjunto de esfuerzos para haber reunido las armas o instrumentos para emplearlos en el instante y en el modo más adecuado a cada situación humana. La ética profesional resulta entonces una verdadera casuística, en la que el “ojo clínico” profesional, la prudencia del consejo del hombre experimentado y el dominio de la técnica se conjugan para ofrecer una solución clara, sabia, oportuna y práctica.

Pero independientemente de los requisitos mencionados, en la vida práctica se plantean numerosos conflictos reales o aparentes que debe discernir experto con perspicacia adecuada a cada caso concreto. Una modalidad muy particular del campo psicológico relativa al secreto profesional es la grave cuestión de la licitud de revelar el secreto recibido por un profesionista que no es psicólogo en una situación de entrevista psicológica o en situación terapéutica o psicoanalítica ya sea individual o colectiva. La casuística moral debe resolver los límites de la expresión libre de un abogado que se psicoanaliza de manera individual o dentro de la terapia de grupo. A su vez el psicoanalista puede estar sometido a un tratamiento psicoanalítico y deberá preguntarse a qué grado le es lícito mencionar datos que hayan llegado hasta él por la vía mencionada, en la hipótesis aceptada de que el experto a su vez se encuentra bajo la estricta obligación del secreto profesional.

Hay sin duda muchos casos en que es obligatorio

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