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Totem Y Tabu


Enviado por   •  13 de Septiembre de 2013  •  8.960 Palabras (36 Páginas)  •  316 Visitas

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HORROR AL INCESTO

EL camino recorrido por el hombre de la Prehistoria en su desarrollo nos es conocido por los

monumentos y utensilios que nos ha legado, por los restos de su arte, de su religión y de su

concepción de la vida, que han llegado hasta nosotros directamente o transmitidos por la tradición

en las leyendas, los mitos y los cuentos, y por las supervivencias de su mentalidad,

que nos es dado volver a hallar en nuestros propios usos y costumbres. Además, este hombre

de la Prehistoria es aún, en cierto sentido, contemporáneo nuestro. Existen, en efecto,

actualmente hombres a los que consideramos mucho más próximos a los primitivos de lo que

nosotros lo estamos, y en los que vemos los descendientes y sucesores directos de aquellos

hombres de otros tiempos. Tal es el juicio que nos merecen los pueblos llamados salvajes y

semisalvajes, y la vida psíquica de estos pueblos adquiere para nosotros un interés particular

cuando vemos en ella una fase anterior, bien conservada, de nuestro propio desarrollo.

Partiendo de este punto de vista, y estableciendo una comparación entre la psicología de los

pueblos primitivos tal como la Etnografía nos la muestra y la psicología del neurótico, tal y

como surge de las investigaciones psicoanalíticas, descubriremos entre ambas numerosos

rasgos comunes y nos será posible ver a una nueva luz lo que de ellas nos es ya conocido.

Por razones tanto exteriores como interiores escogeremos para esta comparación las tribus

que los etnógrafos nos han descrito como las más salvajes, atrasadas y miserables, o sea

las formadas por los habitantes primitivos del más joven de los continentes (Australia), que

ha conservado, incluso en su fauna, tantos rasgos arcaicos desaparecidos en todos los demás.

Los aborígenes de Australia son considerados como una raza aparte, sin ningún parentesco

físico ni lingüístico con sus vecinos más cercanos, los pueblos melanesios, polinesios y malayos.

No construyen casas ni cabañas sólidas, no cultivan el suelo, no poseen ningún animal

doméstico, ni siquiera el perro, e ignoran incluso el arte de la alfarería. Se alimentan exclusiva

mente de la carne de toda clase de animales y de raíces que arrancan de la tierra. No tienen

ni reyes ni jefes, y los asuntos de la tribu son resueltos por la asamblea de los hombres

adultos. Es muy dudoso que pueda atribuírseles una religión rudimentaria bajo la forma de un

culto tributado a seres superiores. Las tribus del interior del continente, que a consecuencia

de la falta de agua se ven obligadas a luchar contra condiciones de vida excesivamente duras,

se nos muestran en todos los aspectos más primitivas que las tribus vecinas a la costa.

No podemos esperar, ciertamente, que estos miserables caníbales desnudos observen una

moral sexual próxima a la nuestra o impongan a sus instintos sexuales restricciones muy severas.

Mas, sin embargo, averiguamos que se imponen la más rigurosa interdicción de las

relaciones sexuales incestuosas. Parece que incluso toda su organización social se halla subordinada

a esta intención o relacionada con la realización de la misma. En lugar de todas

aquellas instituciones religiosas y sociales de que carecen, hallamos en los australianos el

sistema del totemismo. Las tribus australianas se dividen en grupos más pequeños -clanes-,

cada uno de los cuales lleva el nombre de su tótem.

¿Qué es un tótem? Por lo general, un animal comestible, ora inofensivo, ora peligroso y temido,

y más raramente una planta o una fuerza natural (lluvia, agua) que se hallan en una

relación particular con la totalidad del grupo. El tótem es, en primer lugar, el antepasado del

clan y en segundo, su espíritu protector y su bienhechor, que envía oráculos a sus hijos y los

conoce y protege aun en aquellos casos en los que resulta peligroso. Los individuos que poseen

el mismo tótem se hallan, por tanto, sometidos a la sagrada obligación, cuya violación

trae consigo un castigo automático de respetar su vida y abstenerse de comer su carne o

aprovecharse de él en cualquier otra forma.

El carácter totémico no es inherente a un animal particular o a cualquier otro objeto único

(planta o fuerza natural), sino a todos los individuos que pertenecen a la especie del tótem.

De tiempo en tiempo se celebran fiestas en las cuales los asociados del grupo totémico reproducen

o imitan, por medio de danzas ceremoniales, los movimientos y particularidades de

su tótem.

El tótem se transmite hereditariamente, tanto por línea paterna como materna. Es muy probable

que la transmisión materna haya sido en todas partes la primitiva, reemplazada más

tarde por la transmisión paterna. La subordinación al tótem constituye la base de todas las

obligaciones sociales del australiano, sobrepasando por un lado la subordinación a la tribu y

relegando, por otro, a un segundo término el parentesco de sangre.

El

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