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ACTOS FALLIDOS FREUD


Enviado por   •  23 de Agosto de 2011  •  1.868 Palabras (8 Páginas)  •  1.674 Visitas

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Los actos fallidos: Introducción

Existen en el mundo de la vida psíquica, tantos oscuros problemas y tantas cosas extraordinarias y necesidades de un esclarecimiento en el campo de las perturbaciones psíquicas, que parece realmente frívolo y caprichoso prodigar el esfuerzo e interés en tales nimiedades.

El psicoanálisis no puede hacer otra cosa que investigar por ejemplo, porque una buena ama de casa no logra encontrar sus llaves, o tantas otras futilidades del mismo género, entonces, nos parece que hay problemas más interesantes a las que podríamos dedicar nuestro tiempo e interés.

Cierto es que el psicoanálisis no puede vanagloriarse de no haber dedicado nunca su atención a nimiedades pues por el contrario, los materiales que somete a observación son , en general aquellos sucesos inaparentes que las demás ciencias desprecian considerándolas en absoluto insignificantes.

Pero daremos aquí un ejemplo, cuando un magistrado emprende una investigación criminal se contenta con sutiles huellas que sirven de base para su labor investigadora, vemos entonces, que no tenemos derecho alguno a despreciar los pequeños signos y que tomándolos en consideración puede servirnos de guía para realizar importantes descubrimientos.

La labor emprendida con tan modestas pretensiones nos abre un excelente acceso al estudio de los grandes problemas.

Los actos fallidos

Comentaremos un poco de donde surge la teoría de los actos fallidos (que es una de las manifestaciones del inconsciente).Son fenómenos muy frecuentes y conocidos, que no se pueden considerar como producto de un estado patológico y son observados en toda persona “normal”. son producidos por ejemplo cuando una persona dice una palaba por otra, escribe algo distinto de lo que tenia intención de escribir, lee un texto impreso o manuscrito algo distinto de lo que en el mismo aparece, escucha cosa diferente de lo que se enuncia, salvo que exista perturbación orgánica de sus facultades auditivas. Otra series de estos fenómenos se basa en el olvido, que no es duradero sino temporal, por ejemplo cuando no podemos recordar un nombre que nos es conocido y que lo reconocemos en cuanto otra persona lo pronuncia o logramos hallar por nosotros mismos al cabo de un tiempo, o cuando olvidamos llevar a cabo un propósito que luego recordamos y que solo hemos olvidado durante establecido intervalo. En un tercer grupo de estos fenómenos falta este carácter temporal, cuando perdemos algo definitivamente.

Los actos fallidos se muestran además acompañados de un sinnúmero de pequeños fenómenos secundarios que nos parecen incomprensibles, por ejemplo, cuando hemos olvidado temporalmente una palabra nos impacientamos e intentamos recordarla sin darnos punto de reposo hasta encontrarla.

Hay también casos en que los actos fallidos se multiplican, se encadenan unos con otros y se reemplazan recíprocamente, por ejemplo olvidamos por primera vez una cita y formamos el decidido propósito de no olvidarla en la ocasión siguiente, pero llegada esta, nos olvidamos al anotar la hora convenida. Mientras que por otros casos de rodeos intentamos recordar una palabra olvidada, huye de nuestra memoria una segunda palabra que nos hubiera podido a ayudar a encontrar la primera, y mientras nos dedicamos a buscar esta segunda palabra, se nos olvida de la tercera y así sucesivamente. Otro factor que parece provocar la equivocación oral es la sugestión.

Un sujeto que genera ser un buen orador puede cometer equivocaciones cuando: 1) se halla ligeramente indispuesto o fatigado; 2) cuando se halle sobreexcitado; 3) cuando se halle excesivamente absorbido por cuestiones diferentes a las que sus palabras se refieren.

Las equivocaciones orales son las más frecuentes y cuando cometemos un lapsus puede esto revestir muy diversas formas, las mas corrientes son aquellos en lo que se reemplazan una palabra por otra, donde las posibles relaciones tonales y los efectos de semejanza caen ante la asociación psicológica que demuestra la afinidad entre conceptos opuestos y la proximidad de los mismos. La explicación del lapsus no puede concebirse sino teniendo en cuenta su contexto y la frase que ha sido enunciada o que ha sido pensada anteriormente.

Hay categorías de casos en los que la intención o sentido de la equivocación se muestra con evidente claridad. Están aquellos en los que el sujeto expresa véase todo lo contrario de lo que se proponía. Véase el caso del presidente de la cámara austriaca que queriendo abrir la sesión la declaro levantada. El sentido de este error oral era lo que el sujeto deseaba hacer era levantarla, el mismo con sus palabras nos revela su intención.

Otros casos en que la equivocación oral no consiste en decir todo lo contrario de lo que se pensaba, sin embargo, puede, surgir del lapsus un sentido contrapuesto.

También podemos encontrar tipos en los que el lapsus añade al sentido intencional un segundo sentido, haciendo que la frase parezca una contracción, una abreviación o una condensación de varias otras.

Aparecen otros casos también en los que las equivocaciones orales no presentan ningún sentido aparente y que contradicen, por tanto, nuestras esperanzas. Cuando alguien destroza un nombre propio o yuxtapone una serie de sonidos desacostumbrados, por ejemplo el caso del joven queriendo pedir a una señora permiso para acompañarla, formo una palabra mixta compuesta de los verbos acompañar y ofender. Así es que podemos deducir tales casos de la equivocación oral podemos explicarse de la interferencia de dos distintos propósitos. Con gran frecuencia realizamos la deformación de un nombre expresamente sin que la misma sea debida a ninguna equivocación y así lo que proponemos es expresar dicho nombre una expresión inoportuna.

Así pues sabemos que los actos fallidos no son casualidades, sino son importantes actos psíquicos que tienen su sentido

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