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Coronación De La Imagen De La Virgen Maria En Los Hogares


Enviado por   •  29 de Octubre de 2012  •  2.858 Palabras (12 Páginas)  •  646 Visitas

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Que reine María en vuestros hogares,

no sólo porque tengáis allí su imagen,

sino porque le recéis frecuentemente en común,

porque recurráis a sus consejos

y practiquéis sus virtudes.

(Pío XII)

Introducción

“Jesús es el Rey de los siglos eternos por naturaleza y por conquista; y por Él, con Él, subordinada a Él, María es Reina por gracia, por parentesco divino, por conquista, por singular elección. Y su reino es inmenso, como el de su Hijo y Dios, pues que de su dominio nada queda excluido.

Por eso la Iglesia la aclama Reina de los cielos y de la tierra, gloriosa, dignísima, Reina del Universo, Regina de los Cielos, gloriosa y dignísima Reina del mundo; y nos exhorta a invocarla día y noche entre gemidos y lágrimas de que está lleno este destierro:

“Salve, Reina y Madre de misericordia; vida, dulzura, esperanza nuestra. Ésta su realeza es esencialmente maternal, exclusivamente benéfica” (Pío XII, Radiomensaje a las solemnidades de Fátima, 13 de mayo de 1946) que mueve también a la Iglesia a rogarle “como Reina de los Ángeles y de los santos, de los patriarcas y de los profetas, de los apóstoles y de los mártires, de los confesores y de las vírgenes, de todos los santos”. (Ibid) Y también Reina de la Paz.

Éstos son algunos de los nombres que integran las seculares Letanías Lauretanas, que muchos, desde siglos rezan luego del Santo Rosario en Familia. Los enumera Pío XII, que podríamos decir fue el Papa de la Realeza de María.

Y bien, Juan Pablo II, ante la avalancha de males que atacan la sagrada institución familiar, nos indica recurrir a la Virgen para defenderla. Y por eso mandó incluir en esas Letanías la invocación Reina de la Familia.

María es Reina de la familia cristiana. La Virgen Madre de Dios es coronada como Madre y Reina de ciudades y regiones, de la misma manera que ciudades y regiones se han consagrado a su Corazón Inmaculado, haciéndose eco de sus pedidos de Fátima: “Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado, a quienes la abracen prometo la salvación y que sus almas serán queridas por Dios como flores puestas por mí para adornar su Trono” (Palabras de la Virgen en Fátima, el 13 de junio de 1917, cuando mostró su Corazón Inmaculado)

Consagración y coronación van unidas estrechamente en nuestra vida espiritual. Porque si nos consagramos totalmente a Ella, a su Corazón, la hemos proclamado Reina del mismo, valiendo eso mismo para nuestras familias y hogares. La coronación que se nos propone realizar, debe ser el fruto de nuestra consagración personal y familiar, y se realiza para exteriorizar una realidad interior, para recordar esa consagración de continuo de modo que nos ayude a vivirla, que es lo más importante.

Continuamos la fundamentación mas abajo, pero antes queremos introducirlos en la devoción que proponemos.

La Coronación de María como Reina de la Familia

Este acto íntimo del hogar constará de dos signos. El primero será la coronación de una imagen de la Virgen María en el hogar como Reina de la Familia (1) y el segundo la consagración de sus miembros al Corazón Inmaculado de María. De tal manera que la coronación de la imagen de la Virgen no es más que un signo exterior de la entrega confiada y consagración total de nuestras vidas al Inmaculado Corazón de la Madre de Dios y nuestra.

La Imagen a coronar será la que más concite la devoción de la familia. Puede ser cualquier advocación aprobada por la Iglesia. Por supuesto que cuando esté presente la Imagen del Niño Jesús, se la coronará también, antes que la Virgen. De Él deviene la Realeza de María. Si se tratase de un cuadro, la corona (o las coronas) se pueden colocar sobre el mismo.

Para la coronación se realizara, preferentemente de manera artesanal, una pequeña corona de Reina (2), o en su defecto se puede comprar o adecuar una, para colocar sobre la cabeza de la imagen de la Virgen en un día especialmente elegido, preferentemente un día de una fiesta mariana o de una advocación de la Virgen.

Esta coronación, como dijimos, será signo visible de la consagración del hogar, la familia y todos sus miembros, los trabajos, quehaceres, penas y alegrías de todos los integrantes, a Dios en las manos y bajo el imperio del Inmaculado Corazón de María Santísima, la cual será desde ese día la Reina del hogar. La familia y sus miembros se comprometen a vivir las virtudes cristianas y marianas, rezando cada día tres avemarías como desagravio por los ataques a la pureza de la Virgen María. Y en cuanto dependa de todos, el rezo del Rosario y la participación de la Santa Misa.

Todo hogar está llamado a esta devoción y consagración al Corazón Inmaculado de María. En un siglo donde la institución familiar querida por Dios ha sufrido grandes ataques y muchas de las familias están rotas y sufrientes, la Virgen María viene a reparar y curar, a unir y consagrar. Incluso una madre que viva sola con su hijito, una persona soltera que viva sola o un sacerdote en su casa parroquial, pueden y deben coronar a la Virgen en su casa consagrándose a Ella para Dios. También se podrá coronar en asilos de ancianos, hospitales, albergues para necesitados, etc. Por la consagración de nuestro hogar y familia a la Virgen María y nombrándola Reina, Ella protegerá nuestra casa como su propia casa y nos llevará hacia Jesús.

“Reinad, Madre y Señora, señalándonos el camino de la santidad, dirigiéndonos, a fin de que nunca nos apartemos de él.”

(Pío XII, 1/11/54)

La fecha elegida de coronación y consagración será recordada especialmente cada año por la familia con un encuentro especial y el rezo del Rosario, renovando la adhesión al Corazón Inmaculado de María.

"Yo he elegido y santificado esta casa … para que en ella sea invocado mi nombre y para morar en ella por siempre"

(Pío XII, 12/10/54)

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