Desde África Un Ejemplo Luminoso

Desde África un ejemplo luminoso

El Mahatma Gandhi tuvo muchos discípulos en todo el mundo, pero, cómo maestro, tuvo uno muy especial, Jesucristo. A pesar de no ser cristiano, él conocía los evangelios y afirmó que la lectura de las Bienaventuranzas constituyó para él una verdadera revelación.

Fue de eseos simples enunciados que él sacó la inspiración para llevar a cabo aquella lucha no violenta que condujo a la independencia de la India, Pakistán, Bangla Desh y Sri, Lanka, que en 1947 conformaban una sola comunidad. “Si debe correr sangre, que corra, solía decir, pero la nuestra, no la de los otros”.

Uno de sus discípulos, entre los más grandes y conocidos, es Nelson Mandela, que en 1993 recibió el premio Nobel de la Paz. Nacido en Sudáfrica en 1918, se graduó de abogado y comenzó pronto a luchar contra una injusticia patente, el “apartheid”, en base al cual la minoría blanca detenía todo el poder y mantenía segregada a la población negra, inmensamente mayoritaria. El pertenecía a esa mayoría y se dedicó a organizar un movimiento que revirtiera la situación.

Evidentemente los blancos no tenían la menor intención de abandonar sus privilegios y reaccionaron con dureza.

Nelson Mandela fue a dar con sus huesos en la cárcel y allí permaneció nada menos que 27 años. La dolorosa experiencia no solo no doblegó su voluntad, sino que la templó.

Escribiría más tarde: “Aprendí que el coraje no es ausencia de miedo, sino el triunfo sobre el. El valiente no es quien siente miedo, sino aquel que domina ese miedo”.

Son palabras que hacen eco a una expresión de otro gran discípulo de Gandhi, Martin Luther King, campeón de la lucha contra la segregación racial en Estados Unidos: “Nadie se nos montará encima, si no doblamos la espalda”.

Por la enorme presión internacional, finalmente el injusto ordenamiento del “apartheid” se vio obligado a ceder y Mandela pudo dejar la cárcel. Fue en esa oportunidad que dio prueba de la inmensa grandeza de su espíritu. No solo no manifestó deseos de venganza ni rencor alguno hacia aquellos que los habían perseguido y encarcelado, sino que comenzó de inmediato a colaborar con ellos, para construir un país libre de prejuicios, en el que todos pudieron convivir pacíficamente, colaborando para el bienestar común. El prestigio ganado le permitió llegar a ser presidente del país, el primero en su historia elegido democráticamente.

La actitud de Nelson Mandela no manifiesta solamente una gran nobleza, sino también una inteligente visión política.

Si hubiera incitado a la población negra a tomar venganza por las humillaciones sufridas, habría causado un baño de sangre y una devastación completa en el país.

Su merito no es pequeño si Sudáfrica

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